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Camino de Santiago
26 septembre 2010

El Pichu Pichu

Diario de Turquía (5)

No todos los turcos se llaman Osman, me dice Osman. Así se llame Osman el protagonista de tu novela. Que, además, no tiene bigote. Los turcos somos 73 millones (3,7 en Alemania) y 37 etnías (y los kurdos, pero otro día hablamos de los kurdos). Todos musulmanes, salvo un puñadito de sefardíes, de armenios, de arameos. Y, atención, hay muchísimos, innumerables turcohablantes en un arco geográfico amplísimo, que va de China a Moldavia. Ese pueblo chino que Kouchner llamó yogures, son turcohablantes. O sea que prudencia y discernimiento. Este país va de Asia menor a mayor, y fue la tierra de Heródoto, de Homero, de Tales de Mileto. Todos los turcos no se llaman Osman ni llevan bigote. Todos tienen nombre de califa o de sultán, eso sí. También el autor de tu novela.

Osman sabe mucho de Turquía y de geografía. Tres de las siete maravillas del mundo antiguo estaban aquí a dos pasos, el Mausoleo de Halicarnaso, el templo de Artemisa en Éfeso y el Coloso de Rodas. Pasa Osman revista a las otras cuatro, ninguna muy distante, y luego enumera las siete mavavillas del mundo moderno, elegidas vía internet hace un par de años. Se van alejando, ya hay tres en Sudamérica, me dice. El Cristo ése brasilero, de la segunda no me acuerdo y la tercera, el Pichu Pichu.

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En el café, le doy un vistazo a la prensa turca. Parecen tabloides ingleses, pero en ilegible. Ahí está, sin embargo, actualizada, la historia de Oriente y de Occidente. La bisagra entre ambos mundos, como me la llamó Montano. El Imperio y la República, el laicismo, el islamismo. El Galatasaray, el bazar de Estambul, la Otan y Alejandro Magno. Los hombres la leen en silencio fumando y bebiendo té o café, y luego la comentan a voces. Cuando se aburren, echan su partida de trictrac.

hurriyet

Hablando de la prensa, los periodistas. Yo creía que el primero en pagar el pato había sido el mensajero del emperador. Pero no, hay uno anterior, un periodista de la prensa del corazón, el cuervo blanco. Apolo se enamoró de Koronis. Koronis se enamoró de otro. El cuervo blanco corrió a contárselo a Apolo. Apolo se encolerizó y lo maldijo. El cuervo blanco quedó retinto. Así hasta hoy, y hay que ver cómo grazna.

Y la última por ahora, que es domingo y estamos de vacaciones: Nos leen, dicen, albricias, nos leen los que son, a su vez, muy leídos. Menudo meme. A ti no te lee nadie, me dice mi tío. Qué suerte tienes.

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