5 mai 2016
El ángel inflable
Pardin pescaba en su isla de Banggai, en Indonesia, cuando la vio flotando en las aguas. El día anterior había habido un eclipse, de modo que Pardin pensó que era una bendición. Su madre la vistió, le cubrió la cabeza con un fular y la sentó en una silla en el mejor lugar de la casa.
En el pueblo de Pardin, que se llama Kalupapi y es remoto, no hay internet, de manera que la gente tiene tiempo y ganas de fijarse en lo que cae del cielo, sobre todo si tiene forma humana.
Así fue que se corrió la voz de que el ángel de Pardin lloraba. Alguno se sospecharía de que en una vida anterior el ángel había sido una muñeca inflable.
El rumor llevó hasta el pueblo a la policía.
Detrás de la policía va la prensa.
Y detrás de la prensa los lectores.
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