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Camino de Santiago
29 mars 2018

El guano

Comienzo a leer el Atlas del bien y del mal.

Como el mundo, el libro tiene cinco partes. Empiezo por la última, Oceanía. El primer capítulo de esta última parte trata de los pascuenses. Cuenta el autor que a mediados del siglo XIX los negreros raptaban a los pascuenses para venderlos en la costa peruana como mano de obra esclava destinada a la extracción del guano. El guano, como se sabe, es la mierda acumulada de los pájaros, un excelente abono para la agricultura. A punto estuvieron los esclavistas de acabar definitivamente con los pascuenses con ese tráfico.

Leer esto lleva a recordar que los pascuenses practicaban un ritual que consistía en una competencia entre los jóvenes isleños para ver quién se hacía con el primer huevo estacional de un pájaro de la isla. Tras sortear peligros varios, el ganador de la prueba se convertía en el hombre-pájaro, el puto amo. Así fue como los aspirantes a hombres-pájaro acabaron esclavizados por el guano. A todas luces empiezo el libro por el final, por el Atlas del mal.

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Commentaires
M
He estado en la costa del huano, en las Chinchas, hace de eso mucho, eso sí. En la isla de los hombres-pájaro, no. Pero como si hubiera estado, tanto me han hablado de ella los josepepes y las josepepas. La foto del moái es de Santiago de Chile. Hay un par de ellos, copias claro, en la avenida principal de Santiago, que los cristianos viejos llamamos «Alameda», una calle que baja en línea más o menos recta desde la cordillera hasta el mar por algo más de cien kilómetros.
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S
Juro por Dios que salía "ojo" en el comentario.
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S
Con un ojo no, con los dos; y con un moái, quicir.
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S
Tengo pendiente el Atlas de Tse. A ver si empiezo por comprarlo. Pero lo dramático es ya la relación entre lo que compro y lo que asumo.<br /> <br /> <br /> <br /> Tse me dijo que no lo había leído todo. Y tanto, ya no consigo acordarme si la historia del guano fue a él o a ti. Quizá a ambos. También creo recordar que estuve en esas islas, las del guano peruano. Y tengo la impresión de haberte visto en la otra, en la de Pascua, con un moái. Pero no me tomes muy en serio, la realidad es una cosa muy peculiar.<br /> <br /> <br /> <br /> (No lo puedo evitar, cada vez que leo Tsevan pienso: aquí tenemos a un converso; y cuando veo Tse: he ahí un cristiano viejo)
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