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Camino de Santiago
22 mars 2007

La vida sentimental de los monos

Hay una relación entre la vida sentimental de los monos y la práctica del periodismo. Bien mirado, no deja de ser una buena noticia.

bonobo_mom_and_child

La vida de los monos transcurre en lugares distantes y diferentes como son Uganda y las revistas científicas. En Uganda los monos viven su vida, incluida su vida sentimental. En las revistas científicas, los primatólogos publican lo que van observando de la vida de los monos. Desde allí, todos a una, primates y primatólogos saltan a las páginas de los diarios.

Por alguna razón, más o menos inmanente, a los científicos les apasiona poner a prueba sus métodos de observación sobre la vida sentimental de los monos. Si hay una materia privilegiada por la ciencia es ésta. Un estudio reciente, llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Boston, concluye que las hembras chimpancés se aparean preferentemente con machos jóvenes. O dicho de otra manera, que los jóvenes chimpancés prefieren a las hembras maduras.

Esto, según los bostonianos, que se han trasladado hasta Uganda para ver las cosas de cerca, porque las chimpancés mayorcitas son socialmente dominantes, tienen acceso a mejor comida y están en mejor posición para elegir por quién quieren ser fecundadas. Las monas jóvenes también terminan por encontrar la horma de su zapato, pero tienen que ponerse a la cola.

Hasta aquí todo bien. En la naturaleza caben todos los gustos, dicen los franceses. El caso es que el periódico que da cuenta de este hallazgo titula la información de esta manera: “A los chimpancés les gustan maduras”. A mi tío Pepe su olfato le indica que este título lo puso un periodista joven (un ejemplar joven de sexo masculino). De haber estado de turno una periodista madura, el título hubiese sido éste: “A las chimpancés les gustan jovencitos”.

Supongo que la gente va al zoológico, al circo, se acerca a ver tocar al organillero y se queda mirando a los monos porque es imposible ver un mono y no mirarlo. La vida de los monos es un imán que atrapa a la mirada humana. Mirar a los monos y preguntarse por el sentido de la vida, incluida la vida sentimental, forma parte de un mismo movimiento. Se trata de un material de primera calidad y los científicos no se privan de reflexionar sobre ella. Y no todos los bichos alcanzan tanta notoriedad. Conozco un biólogo que estudia la vida sexual de las almejas y se encierra para ello largos meses en una isla deshabitada de la costa bretona, donde se aburre como ostra. De más está decir que los resultados de sus investigaciones no han sido publicados ni siquiera en la hoja parroquial de su pueblo.

Hasta hace algunas décadas todo ser bajito que anduviera por África comiendo plátanos era calificado por los primatólogos de chimpancé. Pero resulta que apenas se mira a un grupo de cerca se distinguen los matices, y los científicos detectaron la presencia de unos chimpancés morenos, de labios encarnados y miembros alargados. Buenos mozos, en una palabra. Elegantes, incluso. Estos viven, como los chimpancés, en grupos, pero son más serenos y sociables porque a las hembras se les reconoce su rol protagónico y fundan su estructura social en la negociación y no en la imposición.

Son los monos bonobos, unos adelantados de la revolución de las costumbres: el sexo para ellos es una vía relacional antes que reproductiva y no se privan de su ejercicio en la infinita combinatoria de sus formas. El primatólogo holandés Frans de Waal, autoridad en la materia, nos pone al tanto de uno de los secretos de la vida sentimental de los bonobos: éstos no resuelven a dentelladas el famoso triangulo freudiano, como hacen tantos otros animales, de chincol a jote y de ratón a león, es decir que no practican el infanticidio. La preeminencia las hembras provoca que la sociedad sea diferente, porque éstas no compiten tanto por la jerarquía y son menos territoriales. Eso limita la violencia. Si entre dos grupos de bonobos hay tensiones, el diferendo se resuelve en un alegre cachondeo, como dicen los peninsulares. A este estado de gracia, al que aspiran místicos y utopistas, los bonobos lo llaman fiesta.

Estas informaciones aparecen en la prensa durante la semana en que se celebra la jornada internacional de lucha contra la violencia de género. A mi tío Pepe le cabe la sospecha (todo le cabe) de que los científicos indagan en estos temas porque acaban por ser portada en los periódicos. Lo que, bien mirado, no deja de ser una buena noticia. Hay entonces una relación entre la vida sentimental de los monos y la práctica del periodismo. Mi tío Pepe se propone para ir a Uganda a profundizarla.

logocl 22 de marzo de 2007 PDF

PS: Más detalles sobre la vida sentimental de los gorilas ("mujer peluda" en púnico), de los orangutanes ("hombre de la selva" en indonesio) y de los monitos tití en nuestras próximas ediciones.

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Commentaires
A
se llamaba cesar augusto (nombre que dijo que cambiaría una vez terminada la relegación). Cruzaba el la avenida la feria rumbo a la cancha de La Legua cuando los pacos nos apresaron..lo recuerdo con sus chuteadores colgados en el cuello.<br /> <br /> Estuvo en Chincolco aldea precordillerana de la provincia de petorca..me fui a despedir de el cuando regresabamos a Santiago..la aldea era muy tradicional y se producía un excelente chicha.
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J
El biólogo aquél que estudia este asunto ha sido siempre muy parco en sus descripciones. Me temo que la procesión la lleve por dentro.
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A
Aunque la de los monos me resulta más o menos familiar, he puesto a trabajar toda mi fantasía libidinal y libidinosa y no consigo hacerme una idea acerca de la vida sexual de las almejas. El kamasutra no lo veo muy aplicable. ¿Será que me estoy haciendo viejo?
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