Lengua en salsa picante
En la India se hablan 1.650 lenguas. En Chile, de norte a sur, hablamos
la misma. Salvo los niños que, gracias a la tele, hablan puertorriqueño
Es el título del blog de los correctores de Le Monde, una de las bitácoras más leídas de entre las que publica el diario parisino en su versión digital, desbordante de lectores, de comentarios e incluso de publicidad. Bonita recompensa para estos correctores, habituados a trabajar en la sombra y súbitamente expuestos a la luz de las pantallas, la de saber que no es poca la gente que se interesa, que se apasiona incluso, por el lenguaje.
Con similar espíritu (muchos comentarios, mucha publicidad y un poco de salsa picante) culminó hace unos días en Cartagena de Indias, Colombia, el cuarto Congreso de la lengua española, que coincidió con la celebración de los ochenta años de Gabriel García Márquez y del cuarenta aniversario de la publicación de Cien años de soledad, obra que algunos, Neruda entre ellos, no han vacilado en calificar como el Quijote sudamericano. No sé si se le puede pedir tanto al Quijote, que no ha dado al mundo cumbias tan sabrosas como “Yo me voy para Macondo” o “Mariposas amarillas, Mauricio Babilonia”.
No faltaron piropos durante las celebraciones para el novelista colombiano. Uno de los más señalados salió de la boca de Bill Clinton: "He leído todas las obras de García Márquez en inglés. Mi hija Chelsea lo hace en español". El halago permite recordar que ya hay más hispanohablantes en Norteamérica que en España, Colombia o Argentina. Menos que en México, desde luego, faltaría más. El propio García Márquez calificó la lluvia de elogios recibidos de “delirio”. Tampoco ha faltado, como es natural, alguna voz disonante. Otro Premio Nobel, el sudafricano JM Coetzee, afirma que García Márquez intenta tardía e inútilmente corregir sus errores éticos. Y hay quien dice, en cambio, que el colombiano no quiere corregir sus errores gramaticales, como aquél de la famosa primera frase de Cien años (“frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar…”) que debería ser “habría de recordar”.
El consenso se dio en el Congreso en torno a la expansión del idioma. Cuatrocientos millones de hablantes hacen del español la cuarta lengua más utilizada en el mundo. Y el disenso, paradójicamente, se da en torno al mismo asunto. En internet, en particular, el español estaría mal representado (25 millones de referencias para Cervantes y 2,5 para García Márquez, contra 52 para Shakespeare). Los ecos que llegan del ciberespacio son, sin embargo, ambiguos. En contra de lo que se cree, un estudio reciente muestra que el lenguaje utilizado en los blogs en español es más variado que el de los sitios oficiales de los países y las personalidades.
Paralelamente a estos fastos linguales, los diputados españoles debatían la semana pasada si la palabra "gallego" debe dejar de significar "tonto" y "tartamudo", como lo hace en algunos lugares de Centroamérica, según sendas acepciones consignadas en el diccionario. Una moción en ese sentido fue presentada por un diputado del Bloque nacionalista gallego, argumentando, entre otras cosas, que "trasladar a gentilicios definiciones caracterológicas de deficiencias humanas no puede ser avalado por ningún diccionario, mucho más si es pagado con fondos públicos". Asimismo, comparaba este tratamiento con lo que acontece en el diccionario con la palabra 'catalán' y la palabra 'vasco', para las cuales no figuran alusiones de "carácter vejatorio o prejuicioso". Como muestra el mismo diccionario, los centroamericanos parecen tener una auténtica fijación con Galicia porque llaman gallegos hasta a las lagartijas crestadas y a las aves palmípedas. Como se ve, el problema presenta variadas aristas. No es seguro que se enmiende corrigiendo a los lenguaraces caribeños.
La lengua da para mucho, para contravenir y para enmendar, para entender y para enredar. Mucha guerra se ha dado en nombre de los pronombres. “Nosotros” es un pronombre temible. En la India se hablan 1.650 lenguas. En Chile, que será sede del próximo Congreso de la lengua, en 2010, nosotros, de sur a norte, hablamos la misma lengua. Salvo los niños que, gracias a la tele, hablan puertorriqueño.
5 de abril de 2007 PDF