Nanas

Aparecieron refuerzos: un reisling de Mosela y un borgoña, que pusieron a salvo provisoriamente el bordelés pero no el rioja. La conversación paseó por el jardín y por la vieja Europa embotellada hasta encallar, como suele, en las costas de América. Lula y Chávez, con escalas en Kirchner y Morales. Por fortuna un roncillo guatemalteco nos trajo de regreso a la realidad real.
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El discurso (la nana, la canción de cuna) habla de qué. De los Objetivos del milenio para el desarrollo. De la condonación de la deuda del tercer mundo. De la proyección internacional de la francofonía.

Comments

[Josepepe]

Me atacó ayer un enjambre de abejas, con resultado de una picadura en la rodilla. Sería por llamar desde esta columna a la entomofagia. Y por acercarme al panal con maneras de turista. Y por oler a oso.

[Josepepe]

Salud. Albariños por aquí no llegan, o yo no los encuentro. Hoy estuve hablando con un portugués que hace vino de manera artesanal en la Lorena francesa. Dice que de cada racimo tiene que cortar la mitad para que el sol alcance para que maduren los granos que quedan. A ustedes les sosobra y a nosotros nos fafalta.

[Adolfo]

Esperemos que el dulce sueño de los diplomáticos africanos se deba a la grata somnolencia provocada por los vapores y sabores de un buen vino, francófono y parlanchín, durante el almuerzo y no al tedio inherente a las reuniones de burócratas internacionales.

En Madrid hace calor. Mucho, como corresponde al clima del norte de África por estas fechas. Un Albariño, fresco, de las tierras gallegas resulta óptimo para el calor y, porqué no decirlo, también para uno mismo. O, en su defecto, un Chardonnay, aunque sea de imitación y no transpirenaico, sino catalán del Costers del Segre, no va mal tampoco. Dice la etiqueta: “con aromas a manzana, a piña y florales, como azahar y cítricos. En boca es pleno, intenso y persistente”. Salgo a buscar a mi alma gemela. Salud.