El voto

Hoy se vota en España, que es la patria de mi padre y de mis hijos y la mía, o una de las mías porque soy de aquí, de ahí y de allí. Voté hace una semana por correo pero es hoy que mi voto cuenta. Y pongo como siempre en ese voto toda mi ilusión por hacer de España un país decente. Por eso espero esta noche descorchar un buen vino y celebrar la victoria. Y si así no fuese, volvería a votar la próxima vez con mayor esperanza aun para que así sea.

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22h: El vino está delicioso. Por cierto, es asturiano, de Cangas del Narcea. ¡Salud!

Comments

[Josepepe]

Entiendo lo que dices, Adolfo. No lo comparto, o no del todo. El voto útil puede ser tan ético como el voto testimonial. O más. No creo tampoco que en estas elecciones se haya producido un voto degradado. La gente elige echando manos a unos cuantos parámetros. Algunos los comparto, otros no. Pero me alegra compartir con la mayoría dos o tres que me parecen básicos. Eso sí, salud.

[Josepepe]

Bueno, toda la noche no, de vez en cuando viene bien dormir.

[Adolfo]

Me alegro por su alegría, maese. Por el vino aún más. Pero yo soy de los que perdieron o no ganaron del todo. Sin demasiadas ilusiones, los años las van desgastado, apostamos por una de las minorías perdedoras y perdimos evidentemente. La coherencia biográfica es total. Pero había que expresar el derecho al voto ético frente al voto útil, a sabiendas de la evidente degradación del voto en la política-espectáculo. Son las paradojas de la razón escéptica y la voluntad optimista. Salud para los ganadores. Pero, es mi modesta opinión, lo que se avecina no lo detienen siete u ocho escaños más o menos. Nadie es profeta en su tierra, evidentemente, ni en ninguna, pero los asuntos venideros no tienen buena pinta. Salud, again. Este vinho de Porto está realmente bueno.

[Ana C.]

Eso, escriba tres por año para poder votar allí también. Le aseguro que vale la pena.

Supongo que habrá estado celebrando la victoria toda la noche.

[Josepepe]

Gracias Enrique. Es verdad, voto aquí y ahí pero no allí, y no por falta de ganas. Me inscribí en las listas electorales apenas cumplí 18 años, y no alcancé a votar entonces. Escribo un par de columnas al año reclamando el voto para los chilenos impedidos de votar en el exterior, una de las vergüenzas de nuestra democracia. Tal vez haga falta que escriba tres por año.