El acomodo
En el aeropuerto de Londres mi tío Pepe observa la compleja ceremonia del peinado de la barba de un anciano sij. Los sijs son originarios del norte de la India y se les reconoce por el turbante y las barbas, que suelen llevar recogidas. A ellos se les debe la noción de 'acomodo razonable', acuñada por la administración canadiense para explicar por qué se les permite a los policías de origen sij llevar el turbante bajo la gorra.
En una palabra como en dos: el problema de los sijs consiste en meter el cabello dentro del turbante mientras que el problema del gobierno canadiense consiste en meter el turbante dentro de la gorra.
Pues bien, esta noción de 'acomodo razonable' desborda el espacio de la gorra y del turbante y alcanza los despachos y los parlamentos del ancho mundo. Gobernar, a día de hoy, es acomodar los asuntos incómodos de manera más o menos razonable. Lo de acomodar se entiende fácil; lo razonable ya es más complejo, porque las razones de unos pueden convencer a las mayorías, pero nunca tanto. En resumen, gobernar consiste en acomodarse las barbas de manera razonable, según el criterio de los que gobiernan. Un acomodo razonable consiste en reelegir a Barroso a la cabeza de la Comisión europea.
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Festival de la canción alegre y faldicorta
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