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Camino de Santiago
2 novembre 2009

Tres santos y el obispo Cachimba

9788432212741

Ayer, día de Todos los Santos, terminé de leer precisamente Tres vidas de santos, el último libro de Eduardo Mendoza. Trata de eso, de vidas de santos, sólo que, tal como explica el propio autor en el prólogo, en los tres relatos no está claro cuál es el santo y cuál no lo es y descubrirlo constituye uno de sus atractivos. Yo creo haberlo descubierto, no faltaba más.

El prólogo es estupendo. En cuatro páginas Mendoza resume lo mejor de su arte, que es el de tomarnos el pelo a los lectores, sin que nos sintamos ofendidos por ello. El primer relato, La ballena, trata del encuentro entre un obispo centroamericano y una ballena, ambos en estado de descomposición, en el puerto de Barcelona durante los primeros años cincuenta. En torno a esa conjunción improbable se despliega la vida del narrador, un muchacho sensato y algo escéptico, y la de su familia. La Barcelona de la posguerra es el escenario que Mendoza mejor conoce y lo describe en La ballena con esmero y mucho mérito.

En el segundo relato, El final de Dubslav, un hombre salido de ninguna parte aterriza en un paraje africano perdido desde donde pasa, sin más trámite, a la ceremonia de entrega de un premio científico en Bruselas, dos lugares, como puede verse, en las antípodas el uno del otro. En este último lugar, Dubslav pronuncia un discurso de agradecimiento que se convierte en una soberbia pieza de desenmascaramiento. Dubslav es como un relato de Kafka o un antipoema de Parra, donde el sentido aflora desde el sin sentido.

Y en el último relato, El malentendido, Mendoza, a través de la historia de un ex presidiario y de su mentora, expone su propia explicación narrativa. 'Un escritor no pone los conocimientos técnicos que posee al servicio de la historia que quiere contar, sino la historia que posee al servicio de los conocimientos técnicos que quiere utilizar', afirma Antolín Cabrales Pellejero, que así se llama el ex presidiario, convertido en Martín J. Fromentín, un novelista de éxito.

A propósito de técnica narrativa, sopésese el primer párrafo de La ballena:

-Pero, bueno,¿se puede saber cuándo llega el obispo Cachimba?, dijo el tío Víctor.

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