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Camino de Santiago
19 octobre 2013

El pinchazo

Confieso que pocas series de televisión he visto en mi vida. Cuando vivía en Sudamérica, a veces me ponían con el almuerzo las imágenes de una mexicana despechada que llamaba papá a su novio o novio a su papá. Y poco más. Hace algunos años, la circulación de comentarios en la Red me alertó sobre un fenómeno novedoso: la gente hacía uso de sus ordenadores ¡para ver series de televisión! Así que para estar yo también en el mundo me puse un episodio de los Tudor, pero la insoportancia de esos caracteres enfáticos me descabalgó en seguida de esa montura.

Paralelamente, mi amigo S se engachó al Pinchazo y, generoso como es, quiso compartir su entusiasmo conmigo. No es el único, por cierto. A la serie ya la enseñan en Harvard y en Nanterra y ha recibido entusiastas comentarios de Albert, de Vargas Llosa y de tantos otros. De manera que me senté anoche a ver el primer episodio.

Salgo de la experiencia con dos observaciones:

1. Parece que no estoy entrenado para captar la manera como se cuentan estas historias, y espero superar pronto esa tara. Ese pimpón constante del que está hecha la narración de la serie (o, al menos, el primer episodio) me descaminaba a medio camino, antes de que la conclusión me trajese la paz del entendimiento.

2. En Baltimore hay más morenos que en Uagadugú.

Hablando de todo esto, la Ce me recuerda a Antolín Cabrales Pellejero, alias Poca Chicha, el personaje de ese relato de Mendoza, El Malentendido, que cuando entró a una prisión a los 21 años sabía leer y escribir pero ignoraba todo lo demás y, tras leerse la biblioteca de la cárcel, descubrió la estrategia con que se disponen los elementos de los relatos -la artimaña, la llamó-, la aplicó y se convirtió en campeón.

O sea que tal vez la falta de series me estaba privando de algo que ya descubriré.

W

Personajes de The Wire, según Andy Rash

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Commentaires
M
He ido a ver lo de Master & Co (que vi en un Iberia rumbo a Santiago y me gustó mucho, sería por eso) y veo que ponen a los doblistas (o doblajistas, a los que ponen la voz para los odiosos doblajes, digo) en el mismo pie que el de los actores de carne y hueso. Aunque, según esa lista, algunos personajes no fueron doblados al español y otros (distintos) no fueron doblados al mexicano. Esto último no sé cómo interpretarlo:<br /> <br /> <br /> <br /> http://es.wikipedia.org/wiki/Master_and_Commander:_The_Far_Side_of_the_World
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S
Jjj es que todo empequeñece comparado con la Argentiiina...<br /> <br /> <br /> <br /> Sobre Eco: O sea que hubo tomate filológico en España. Bien. Yo naturalmente no tenía ni idea de quién era Alarcos: cómo voy a saberlo si casi no quién es Eco y eso que pese a mi legendaria (mitológica, diría) juventud ando ya lejos de los 14 años. En fin, S., ten en cuenta la ventaja que me llevas cuando me dé por ponerme campanudo contigo (por cierto, te prometí una respuesta a un correo que me mandaste hace tiempo...ocasiones de dar la brasa así no dejo escaparlas, así que lo haré algún día). <br /> <br /> <br /> <br /> Muy bueno lo de Enric, incluso recortado. Le tengo perdida la pista desde que está en El Mundo, la verdad. A ver si la gente de mi TL (y no miro a nadie) se anima a colgar sus artículos así con flechitas para que me los lea. <br /> <br /> <br /> <br /> Odio los doblajes, sobre todo los de aquí. Este finde vi Gravity doblada y la tersa Bullock en italiano invitaba a decretar la muerte del cine.
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S
El gran González, incluso en El Mundo mantiene el título.<br /> <br /> <br /> <br /> Hollywood. En la estupenda Master and Commander los malos originales eran yankees. Eso no se podía permitir, los convirtieron en franceses.
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M
JJJ... Raíces, sí. O esa de Espílber que va de morenos donde a los españoles les toca hacer de malos.<br /> <br /> <br /> <br /> Eso de los subtítulos (qué bueno!) es de Enric? Bueno, pues, ya estamos todos.
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S
Pero tú qué carallo de serie estás viendo, Raíces?<br /> <br /> <br /> <br /> Sámuel, para que veas: yo tomaba café con Eco a los 14 años (tal vez fuera Coca Cola). Es lo que tiene haber estudiado con libros de Alarcos. Entre esos dos hubo algo… Siempre à la page.<br /> <br /> <br /> <br /> Sí, con subtítulos, como en Inglaterra. Menos mal que está uno para daros un poco de cordura.<br /> <br /> <br /> <br /> Subtítulos<br /> <br /> <br /> <br /> Arnold Hauser dijo que la obra de arte es algo que nos provoca, pero no llegamos a entender. Hauser fue un crítico de gran influencia. Y sabía lo que decía cuando hablaba de lo incomprensible: intenten leer alguno de sus libros. También en la televisión hay ejemplos de impenetrabilidad. El más brillante, The wire: quizá la mejor serie de todos los tiempos. Nadie, salvo tal vez los narcotraficantes de Baltimore, entiende los diálogos. En Reino Unido se emite con subtítulos. Y ayer, en The Independent, George Pelecanos, novelista y uno de los guionistas, bramaba contra ellos. Admitía que ni los actores ni los guionistas entendían la jerga, pero afirmaba que ésa era una de las claves de The wire: la constatación lingüística de adentrarse en un terreno impenetrable. Pelecanos tiene razón. Los subtítulos no llevan a ninguna parte. Tomemos una frase: “The hopper from Balmer carrying a burner”. ¿Cómo se traduce? Literalmente: “La tolva de Baltimore lleva un quemador”. Y nos quedamos igual. Para ser comprensible, el subtítulo debería decir: “El camello menor de edad de Baltimore lleva un móvil desechable de los que se usan para que la policía no intercepte las conversaciones”. Ahora se entiende, pero no tardamos ni cinco segundos en cambiar de canal.<br /> <br /> <br /> <br /> Hay que respetar la oscuridad artística en cualquier ámbito, incluyendo el político: con un poco de paciencia, el misterio acaba desvelándose.
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