El parque central
Los pasajeros se duermen a la ida y despiertan a la vuelta, entremedio trabajan sus 7h30 y hacen sus recados. Intermitentemente intercambian opiniones sobre la litera del gato, leen el diario, leen superventas (Las ardillas del parque central están tristes los lunes por la mañana), escuchan tambores sordos en el MP3, en circunstancias que para sacarse una canción de la cabeza, lo mejor es silbarla.
Los mozos comprueban que llevan el peinado convenientemente de atrás para adelante, se mueven como Cristiano Ronaldo ante la zaga rival. Algunos son orgánicos, otros contienen organismos genéticamente maltratados.
Dos asientos más allá, dos señoras han resuelto el problema que pone toda conversación: hablan ambas simultáneamente.
Para neutralizarlas, mi tío desenreda los hilos de sus audífonos inalámbricos, mientras su vecina se deja trabajosamente resolver por el crucigrama: Locos completamente normales (siete letras). Incluso un joven canoso lee la Psicopatología de la vida cotidiana.