La última hora
Viernes 11 de marzo de 2011, 8:04, una hora después del sismo nipón, la última hora de Le Monde: 'Un violento sismo de magnitud 8.9 se ha registrado en la costa noreste de Japón provocando numerosos heridos y desatando un sunami de cuatro metros. Varias personas han sido víctimas de un corrimiento de tierras y una nube de humo negro escapa ahora mismo de un edificio en la periferia de Tokio...'.
La primera noticia, también llamada última hora, anuncia la calamidad y de paso se cubre de ridículo. El dato duro en este caso era la magnitud del sismo. El resto podía ahorrárselo. Alguno debería explicarle a alguien qué es un terremoto de esa magnitud. Por lo visto, para quien no ha vivido un 8.8, un 8.9 parece impensable. Para quien lo ha vivido, también.
Mi tío Pepe cuenta que en la radio donde él era aprendiz el locutor desplegaba el diario que se acababa de comprar, tomaba la bagueta, golpeaba el gong sobre el escritorio, miraba el reloj en el muro y, cuando la luz roja se encendía, se aclaraba la voz y exclamaba: 'La señal horaria indica las diez de la noche en todo el territorio nacional. A continuación, les presentamos las noticias de última hora'. Y pasaba a resumir los titulares del diario (que se llamaba precisamente Última hora) como si estuviese leyendo un guión afanosamente preparado. Las noticias solían ser tristísimas. No tanto como las de hoy, eso sí.
Desconfía de los encuadradores, me advierte, y de los redactores de noticias de última hora. Cuando no exageran y anuncian que el mundo ya se acabó, omiten interrumpir la transmisión para anunciar el nacimiento de Cristo.