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Camino de Santiago
1 novembre 2011

El viejo y el muchacho

Ir en tren es lo que tiene, se conversa o se escuchan conversaciones. Esta señora morena es del Este del Congo, donde tenía un restaurante. Años atrás, un grupo de hombres armados irrumpieron en su local exigiendo comida y bebida. Ella obedeció, qué más podía hacer. Hasta que, como temía, apareció su hijo, que contaba con 23 años. Sin que ella alcanzara a impedírselo, el muchacho fue a exigir a los irregulares que pagaran si querían seguir bebiendo. Lo mataron de un tiro en la cabeza.

El señor de más adelante saluda a todo aquel que pasa por su lado. Parece estar de excelente humor. Su mujer va de pie, como si intentase evitar que él se levante y se marche. Tiene alzheimer, explica. Me di cuenta el día que tuvimos que tomar un avión. En cuanto subimos y nos sentamos, él miró la pantalla frente al asiento, se levantó y dijo: Aquí nos bajamos, hasta aquí no más llega este autobús.

O

Corot, Viejo con niño

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Commentaires
J
Vaya, pero si es mi amigo Schultz. Bilbao es un pueblo pequeño pero con un museo grande. Lo que hace Uriarte con Bilbao es más o menos lo que hizo Borges con Buenos Aires, que fue 'marcar con una estrella roja el sitio en que ayunó Juan Díaz y los indios comieron'.<br /> <br /> Yo tengo una relación afectiva con Bilbao por varias razones, pero la principal es porque mi primera novieta se apellidaba Bilbao, aunque su padre era santanderino. Así que suerte esta tarde con el San Burgos, como llama al Salzburgo una bilbaína pequeña.
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S
Veo tarde, como de costumbre, lo que cuenta usted de los bilbainos y los Diarios de Uriarte. No sabe hasta qué punto es verdad.Pueblo pequeño es lo que tiene.
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J
En cuanto a los trenes, amigo Plaza, Parra que, como buen sureño, llegó a Santiago por la Estación Central, decía que los provincianos no terminamos nunca de llegar a Santiago. Habría que actualizar el verso porque ahora los provincianos se atascan en San Bernardo, sin conseguir salir de Santiago.
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J
Gracias, S. Sólo ahora veo tu comentario. Se dice que los males ajenos disminuyen la importancia que damos a los males nuestros. Uriarte tiene unos buenos versos sobre eso:<br /> <br /> Ocuparse de los enfermos es una de las pocas cosas que da sentido a la vida.<br /> A veces basta con un solo enfermo: tú mismo.<br /> Hoy días, como ayer, en que uno se convierte en el hombre de la Cruz Roja, en la monja, en la ambulancia de sí mismo. Ya sé que lo correcto es no dar demasiado la tabarra, ni armar mucho ruido con la sirena. Pero ahí hay un hombre accidentado, un enfermo, alguien a quien atender urgentemente. ¿No se dan cuenta?
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R
A propósito de trenes, amigo. De vuelta en este pedazo de tierra, me informan que el servicio de trenes lo terminó de sepultar el mismísimo Lagos. Hoy no existe nada de lo que antes hubo. Me corrijo: existe un servicio que va hasta... ¡San Bernardo! Imagínese usted, qué lejos hemos llegao!
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