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Camino de Santiago
12 novembre 2012

Los de Harss

Hace quinientos años un europeo descubrió el océano Pacífico, hoy es martes 13 y hace cincuenta otros rebuscadores redescubrieron la literatura sudamericana y a lo que encontraron lo llamaron boom. Bastante tinta correrá por estos días a cuenta de esta conmemoración, no habrá mucho que agregar. Sólo que he leído una entrevista de Tomás Eloy Martínez a Luis Harss, quien escribió por ese entonces un libro que se llamó Los Nuestros, un hito en la materia. La entrevista en cuestión es de 2008 y las opiniones de Haars no tienen desperdicio. Quien quiera leer la entrevista completa puede pulsar el enlace. Quien no, puede contentarse con estos recortes que trazan unos perfiles impagables de las figuras del boom.

¿Carpentier?

No me gustó cuando lo conocí. Era untuoso, rimbombante. Me pareció un oportunista encabalgado en la montura de la revolución cubana. Un tipo muy pretencioso, pero erudito, musicólogo, historiador, un típico intelectual latinoamericano con aspiración a la trascendencia universal.

¿Asturias?

Era un viejo farsante, y lo digo con cariño y admiración. Daba a entender que tenía un inconsciente maya, o maya quiché ¿no?, que reflejaba en su obra el inconsciente colectivo de los indios. Era una fantasía, porque se trataba de un surrealismo adaptado a la ansiedad literaria por explotar esa mitología indígena. 

¿Donoso?

Siempre me pareció que Donoso era muy torpe como escritor. Soy -es una cosa mía- muy sensible a la gente que tiene habilidad para hacer no sólo algo que importa sino para manejar bien el idioma. Cuando llegué a Donoso me pareció un autor de lengua muy trabada. No se entendía bien lo que decía, sus frases eran dificultosas, luchaba y perdía sus batallas con el idioma. Me pareció ambicioso y mediocre.

¿Cabrera Infante?

Abrumador. De cada palabra sacaba ríos de sonidos iguales, nuevos sentidos y contrasentidos. Jamás descansaba. El único alivio era tener cerca a Miriam Gómez, su esposa, una mujer extraña y encantadora que había dejado su carrera de actriz en Cuba por él.

F

¿Felisberto Hernández?

Escribía con el piano. Como había sido acompañante de películas mudas, me parece que todos los libros de Felisberto -hechos de misteriosas imágenes casi de sueño- son los de un tipo que está escribiendo al piano. En la pantalla de sus historias se proyectan las imágenes de lo que él va viendo mientras toca el piano. Felisberto no tenía cantidad ni variedad, pero tenía calidad: pocas cosas, muy intensas, muy lindas. Te podés llegar a enamorar de un escritor así sin necesariamente engañarte.

¿Onetti?

Para mí La vida breve, su gran novela [1950], es el eje de la literatura narrativa del Río de la Plata. En ella se tocan y se encuentran Roberto Arlt y Cortázar.

¿Sabato? 

Como novelista, me parecía de un dramatismo banal y estereotipado. En cambio leía con gusto sus ensayos.

¿Lezama Lima?

Cortázar lo puso de moda. A mí no me impresionó. Hay que decir que la primera edición de Paradiso fue muy confusa, casi ilegible. Y ya nunca le tomé el gusto. Me encontré con una prosa libresca y farragosa, como de un adolescente onanista atragantado de lecturas. Una especie de ostentación tropical, afiebrada, de cultura. En eso se parecía a Carpentier.

¿Arguedas?

Arguedas nunca salió de la sombra, fue un escritor tan perdido en su vida, tan desamparado, como si traducir su mundo en palabras lo perdiera.

¿Vargas Llosa?

Vargas Llosa es un escritor apasionado, aunque algo mecánico a veces.

¿Cortázar?

Era un tipo muy distante, de una cortesía muy de un empleado de las Naciones Unidas -de la Unesco, como él era. Es decir, no era un tipo que había soltado el ovillo como se supone que ocurrió después. Gran parte de sus lucubraciones eran mentales, libertades y pesadillas mentales.

¿García Márquez?

Un tipo simpatiquísimo. Muy campechano, buen conversador, con una especie de gracia infusa y un aura angelical.

¿Bolaño?

Tiene un enorme talento pero es algo monocorde. Casi todo lo resuelve con monólogos, algo semejante a lo que en el jazz se llaman riffes, arranques, improvisaciones. Igual que Felisberto Hernández, cuando advierte que hizo algo bien, lo vuelve a hacer. Pero es muy extraño cómo Bolaño maneja la ambigüedad entre crimen, impostura y poesía. Los detectives salvajes (1998) es una sinfonía de voces que alcanza una poesía infernal.

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Commentaires
S
En efecto! Las líneas sobre el celta las dejo para cuando lo termine.
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M
Vaya, veo que escribí en su momento unas líneas sobre el celta: <br /> <br /> <br /> <br /> http://caminodesantiago.canalblog.com/archives/2011/07/31/21697433.html
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M
Harss opina aquí tanto sobre los autores como sobre los libros, y lo hace con bastante tino para mi gusto y sobre todo con una franqueza, inhabitual en el medio, que le da probablemente su posición peculiar, la de haber estado cerca del asunto y ahora tenerlo a distancia. También, se ve que el entrevistador, Tomás Eloy Martínez, consiguió crear unas condiciones que permiten al entrevistado decir lo que piensa. Esta semana Harss fue entrevistado por los lectores de EP en una de esas entrevistas que llaman digitales. El resultado está muy por debajo de éste.<br /> <br /> <br /> <br /> El Vargas Llosa al que se refiere será El Sueño del celta. A mí me gustó. VLL ha escrito varias novelas históricas como ésa, con el mismo formato. Del punto de vista formal, las escribe ya con el piloto automático puesto. Sólo cambia lo que vuelca en ellas, lo que ha averiguado. En este caso, la vida de Roger Casement, interesante en sí y también porque aparecen en ella con mucha intensidad África, Sudamérica, los nacionalismos europeos.<br /> <br /> <br /> <br /> VLL no escribe libros malos, pero sus buenos libros ya empiezan a estar distantes. A mí me encanta uno, menos conocido que sus grandes libros, una joyita tanto por lo que cuenta cuanto por la manera: El Hablador.
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S
Buf, reconozco que me faltan lecturas para contrastar mis impresiones con las de Harss. Pero por sus opiniones sobre Carpentier, García Márquez y Cortázar, diría que tiene buen ojo. Sobre Onetti quiero volver porque leí un libro de relatos suyo hace años y creo que me dejó más indiferente de lo que debiera. Por cierto que sólo ahora empiezo mi primera novela de Vargas Llosa y creo que lo hago sólo porque andaba por casa y porque creo que habla de pasada del colonialismo belga. De momento más mecánica que apasionada, pero es que hace mucho que no leo fiction.
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