El mirlo
La nieve sería muy monótona si Dios no hubiese creado las cornejas. Antes se decía esto en relación a los cuervos, pero cuervos ya no quedan. Antes, en tiempos de Jules Renard.
Cuando ya no queden cornejas (dificulto que un día no queden cornejas) habrá que decirlo en relación a los mirlos. Antes no se podía decir esto en relación a los mirlos, porque en invierno emigraban. Ahora no emigran porque apegándose a las casas consiguen algo de calor y de comida, lo suficiente como para que les salga a cuenta no hacer ese viaje tan largo que antes emprendían rumbo a Almería y más allá. Admiro al mirlo que vive en el jardín de Maeterlinck, me alegra el día verlo remover la nieve para llegar a lo que va. La nieve sería muy monótona si Dios no hubiese creado los mirlos.
Velázquez, San Antonio abad y San Pablo ermitaño, detalle