El mirlo
Un mirlo joven caído del nido. Lo alimentamos con lombrices y fruta. Parece satisfecho y nos sigue, pidiendo más, como si fuésemos Konrad Lorenz o su madre. Al mediodía, sin embargo, lo enterramos al pie del manzano.
Desde entonces cantamos sin cantar la Plegaria, de Brassens, del Rosario, de Francis Jammes.
Agonía
Por el niño que muere al lado de su madre / Mientras los demás juegan en la calle / Y por el pájaro herido que no sabe cómo de golpe sangra su ala y cae / Por el hambre y la sed y el delirio ardiente / Dios te salve María.
Flagelación
Por los niños golpeados / Por el ebrio que vuelve / Por el burro al que golpean en el vientre / Y por la humillación del inocente castigado / Por la virgen vendida y desnudada / Por el hijo cuya madre fue insultada / Dios te salve María.
Calvario
Por la vieja que al tropezar exclama Dios mío / Por el desgraciado que no encuentra apoyo en un amor humano como la cruz del Hijo en Simón de Cirene / Por el caballo que cae bajo el peso del carro / Dios te salve María.
Crucifixión
Por los cuatro horizontes que crucifican el mundo / Por todos cuya carne se rompe o sucumbe / Por los que no tienen pies y los que no tienen manos / Por el enfermo operado que gime / Y por el justo condenado como asesino / Dios te salve María.
Reencuentro
Por la madre que sabe que se ha salvado su hijo / Por el pájaro que llama al que cayó del nido / Por la hierba sedienta que recibe el riego / Por el mendigo que recobra su moneda / Por el beso perdido / Por el amor reencontrado / Dios te salve María.