La ilusión (2)
Lo que cuenta es la ilusión, no sólo para los artistas, también para el público. Lo cuenta Ignacio Vidal-Folch en su libro, a propósito de un secretillo que le confesó Selen, una estrella porno italiana. Como las ventas de una revista que se publicaba con su nombre decaían, decidió proponer un canje: por seis cupones recortados de la revista los lectores recibirían un regalo íntimamente personal de la actriz.
Ya se imaginan cuál sería el regalito. Pues sí, eso mismo, un vello pubiano de la estrella. Certificado y autografiado. Como hay más fetichistas que pelos en el pubis, la iniciativa tuvo tanto éxito que la pilosidad de Selen no daba abasto y los redactores de la revista, desbordados por la demanda, tuvieron que contribuir con lo que tenían más a mano.
Así fue como los admiradores de Selen recibían dentro de la cariñosa cartita firmada por la pornoestrella («Me hace mucha ilusión que tengas y conserves el resto de tu vida un regalo tan personal y tan exclusivo: una parte de mi cuerpo») un viril pectiniculus de algún redactor de la revista.
Lo contemplarían excitadísimos. Ya lo dice el título, lo que cuenta es la ilusión.
Óleo de Robin Rosenthal