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Camino de Santiago
20 juin 2015

Un chiste de la señora Goldstein

Consecuencia del affaire del chiste zafio de Zapata: todo quisque se pone a contar chistes de judíos y a explicar cómo hay que contarlos y dónde. Peor aun: cómo hay que entenderlos.

El chiste es la forma verbal del humor interpersonal, sostiene Freud. Es el inconsciente el que siente la necesidad de contarlos, explica, si le entiendo bien. La necesidad de reír o no, en cambio, corre por cuenta del inconsciente colectivo. No te prives de decirlo, parafraseo a Bolaño, si no quieres privarte de escuchar lo que te dirán.

Cuando éramos juveniles, cuando el corazón batía fuerte, lo cool entre nosotros era saber contar los chistes. Y lo despreciable era contarlos mal. Lo he contado otras veces: cuando me enteré de que mi amigo RF se había pegado un tiro, no pude dejar de recordar aquella vez en que se atrevió a dar un paso al frente y contar un chiste delante de la jauría. Las carcajadas que recibió de vuelta fueron tan destempladas que en seguida entendió que no se reían del chiste sino de él.

Pero bueno, no vamos a desaprovechar la ocasión de contar uno de la señora Goldstein. Va la señora Goldstein por la avenida llevando de la mano a sus dos nietecitos. Un conocido se detiene a saludarla. ¿Qué edad tienen los niños?, pregunta. Bueno, dice la señora Goldstein, el médico tiene cinco y el abogado siete.

Source: Externe

Óleo de Nathan Goldstein

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