El rey que llegó tarde
El Reino, 8
Mateo es el único evangelista que habla de ellos: «De Oriente vinieron a Jerusalén unos magos preguntando por el rey de los judíos que acababa de nacer».
El evangelista no dice que fueran reyes. Tampoco dice Mateo que fueran tres ni que se llamaran Gaspar, Melchor y Baltazar. Son las imágenes, fueron los pintores quienes los coronaron.
Lo cierto es que venían de lejos, de Oriente, y no eran judíos. Esos nombres les fueron dados en el siglo V cuando el número tres pasó a ser canónico para hacerlo coincidir con los regalos que traían, oro, mirra e incienso.
En los relatos legendarios los reyes magos llegaban a ser doce o más y en la Edad media era común la historia del cuarto rey que llega tarde a la cita con el Mesías. Michel Tournier cuenta que ese cuarto rey venía de Mangalore y quería regarle a Jesús el mejor dulce turco de pistacho y se había perdido buscando la receta. Así fue como llegó 33 años tarde a la cita, en el propio momento en que Jesús y sus apóstoles se acababan de levantar de la última cena, y como traía hambre y sed bebió del vino y tomó del pan que sobraban en la mesa y fue así sin saberlo el primer cristiano que comulgó.
Andrea Mantegna, La adoración de los magos, fines del s. XV. Texto adaptado del Dictionnaire amoureux de la Bible, de Didier Decoin.