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Camino de Santiago
13 avril 2021

De la vida feliz

Estos cuatro poemas escritos en tiempos espaciados, el siglo I, el XVI, el XVIII y el XX, hablan de lo mismo, de la vida feliz. Se leen bien de corrido.

Epigrama 47  —Marcial

Las cosas que hacen feliz, amigo Marcial, la vida

Son el caudal heredado, no adquirido con fatiga

Tierra al cultivo no ingrata, hogar con lumbre continua

Ningún pleito, poca corte, la mente siempre tranquila

Sobradas fuerzas, salud, prudencia pero sencilla

Igualdad en los amigos, mesa sin arte, exquisita

Noche libre de tristezas, sin exceso en la bebida

Mujer casta, alegre, y sueño que acorte la noche fría

Contentarse con su suerte, sin aspirar a la dicha

Y finalmente no temer ni anhelar el postrer día.

 

Soneto   —Plantino

Tener una casa cómoda, limpia y hermosa

Un jardín tapizado de fragantes rosas

Buen vino, buena fruta, poco jaleo, pocos hijos

Poseer solo, sin hacer ruido, una mujer fiel.

No tener deudas, amores, pleitos ni querellas

Ni reparto que hacer con los parientes

Contentarse con poco, no esperar nada de los grandes

Acompasarse con un  buen modelo.  

Vivir holgadamente y sin ambición

Practicar la devoción

Dominar las pasiones, hacerlas obedientes.

Conservar el espíritu libre y el juicio firme

Repetir su rosario cultivando injertos

Y esperar en casa dulcemente la muerte.  

 

Para ser feliz   —Voltaire

Es preciso pensar, de otra manera el hombre se convierte, a pesar de su alma, en una bestia de carga. Es preciso amar, es lo que nos sostiene. Sin amor es triste ser hombre.

Es preciso hacer amigos, personas sabias, cultas, modestas. Y permitirse muchos placeres, de otra manera los días se hacen largos.

Es preciso tener un amigo a quien escuchar y consultar cada vez que sea necesario, para que disminuya los males e incremente el placer de nuestra alma tumultuosa.

Es preciso, de noche, hacer una cena deliciosa en donde sentirse libre, donde se pruebe a gusto la buena comida, los buenos vinos, la conversación amena y, sin llegar a estar ebrio, levantarse de la mesa.

Es preciso, de noche, sostener entre las sábanas el dulce objeto que nuestro corazón adora, acariciarlo y dormirse en sus brazos, y recomenzar por la mañana.

 

De vita beata   —Jaime Gil de Biedma

En un viejo país ineficiente

Algo así como España entre dos guerras

Civiles, en un pueblo junto al mar

Poseer una casa y poca hacienda

Y memoria ninguna. No leer

No sufrir, no escribir, no pagar cuentas

Y vivir como un noble arruinado

Entre las ruinas de mi inteligencia.

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