De la vida feliz
Estos cuatro poemas escritos en tiempos espaciados, el siglo I, el XVI, el XVIII y el XX, hablan de lo mismo, de la vida feliz. Se leen bien de corrido.
Epigrama 47 —Marcial
Las cosas que hacen feliz, amigo Marcial, la vida
Son el caudal heredado, no adquirido con fatiga
Tierra al cultivo no ingrata, hogar con lumbre continua
Ningún pleito, poca corte, la mente siempre tranquila
Sobradas fuerzas, salud, prudencia pero sencilla
Igualdad en los amigos, mesa sin arte, exquisita
Noche libre de tristezas, sin exceso en la bebida
Mujer casta, alegre, y sueño que acorte la noche fría
Contentarse con su suerte, sin aspirar a la dicha
Y finalmente no temer ni anhelar el postrer día.
Soneto —Plantino
Tener una casa cómoda, limpia y hermosa
Un jardín tapizado de fragantes rosas
Buen vino, buena fruta, poco jaleo, pocos hijos
Poseer solo, sin hacer ruido, una mujer fiel.
No tener deudas, amores, pleitos ni querellas
Ni reparto que hacer con los parientes
Contentarse con poco, no esperar nada de los grandes
Acompasarse con un buen modelo.
Vivir holgadamente y sin ambición
Practicar la devoción
Dominar las pasiones, hacerlas obedientes.
Conservar el espíritu libre y el juicio firme
Repetir su rosario cultivando injertos
Y esperar en casa dulcemente la muerte.
Para ser feliz —Voltaire
Es preciso pensar, de otra manera el hombre se convierte, a pesar de su alma, en una bestia de carga. Es preciso amar, es lo que nos sostiene. Sin amor es triste ser hombre.
Es preciso hacer amigos, personas sabias, cultas, modestas. Y permitirse muchos placeres, de otra manera los días se hacen largos.
Es preciso tener un amigo a quien escuchar y consultar cada vez que sea necesario, para que disminuya los males e incremente el placer de nuestra alma tumultuosa.
Es preciso, de noche, hacer una cena deliciosa en donde sentirse libre, donde se pruebe a gusto la buena comida, los buenos vinos, la conversación amena y, sin llegar a estar ebrio, levantarse de la mesa.
Es preciso, de noche, sostener entre las sábanas el dulce objeto que nuestro corazón adora, acariciarlo y dormirse en sus brazos, y recomenzar por la mañana.
De vita beata —Jaime Gil de Biedma
En un viejo país ineficiente
Algo así como España entre dos guerras
Civiles, en un pueblo junto al mar
Poseer una casa y poca hacienda
Y memoria ninguna. No leer
No sufrir, no escribir, no pagar cuentas
Y vivir como un noble arruinado
Entre las ruinas de mi inteligencia.