11 septembre 2009
Otro once de septiembre
Un año, mi tío Pepe cayó en la cuenta de que era 11 de septiembre leyendo la fecha de vencimiento en la cáscara de los huevos. Ese día se dio el alta y salió a la calle silbando una tarantela. Desde entonces, sólo muy de tarde en tarde se acuerda de aquel tiempo absurdo y por fortuna remoto. Y de los endecasílabos que pintó en esos muros que se vinieron abajo. De esos, este es el único que se mantiene en pie: Los niños nacen para ser felices.
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