¿Qué hago yo aquí?
«Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje».
Genialidad ésta de Nicanor Parra que merecidamente circula mucho e inevitablemente a veces circula mal. En este caso sí que viene al caso. Lo mejor de la pintura chilena —lo que me interesa, o sea lo que más me gusta— son los artistas que pintaron Chile en tanto que paisaje, Antonio Smith, Onofre Jarpa, Pedro Lira.
La naturaleza en Chile, sobre todo en la cordillera y en la costa —y Chile es sobre todo cordillera y costa—, es áspera, abrupta, destemplada incluso. Los valles interiores están algo más domesticados, pero nunca tanto. Nunca tanto como el paisaje toscano, o borgoñón, o brabanzón, al que mis anteojos se han ido acostumbrando.
Su caracter destemplado le confiere al paisaje chileno identidad y belleza, le hace ser él mismo y diferir de todo lo demás. Y nadie lo ha pintado como Antonio Smith, quien nos pone frente al nacimiento de los ríos en la montaña o frente al océano en la costa y nos abandona en ese vértigo con esta pregunta: ¿Qué hago yo aquí?
Jarpa y Lira nos ponen frente a la quietud del valle, nos instalan en él, en ella. El valle nos da un respiro pero no despeja del todo la interrogación existencial: ¿Y ahora qué?
Antonio Smith, Crepúsculo marino y Río Cachapoal, c1860
Onofre Jarpa, Vista del valle con palmas chilenas, c1920
Pedro Lira, Atardecer en el estanque, c1900
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Smith y Jarpa, y Lira en parte, pintaron la Historia de Chile en tanto que geografía. Se podrían decir unas cuantas cosas sobre esta afirmación y sus límites pero esa lata mejor la dejamos para otro día.
Smith fue, tanto en su vida como en su obra, propiamente un romántico, un intrépido aventurero y todo lo demás. Jarpa, en cambio, fue un señor razonable. Lira estuvo probablemente entre los dos.
Reconozco la autoridad en esta materia de Antonio Romera, murciano de Chile.
Para Lucio Anneo