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Camino de Santiago
4 juin 2011

Uno a uno

 B

 Waar is de feestje? Hier is de feestje! gritábamos anoche desde la tribuna durante el partido Bélgica-Turquía, previo al Euro 2012, que acabó empatado a uno.

Waar is de feestje? Hier is de feestje! (¿Dónde es la fiestita? !Aquí es la fiestita!). No fue total la fiesta para los belgas, los turcos se la estropearon en parte. No es su culpa, sino la del timorato de Georges Leekens, el entrenador belga, gran hacedor de uno a unos.

Tous ensemble, tous ensemble, tous, tous, tous!, gritaban también los belgas, que en estas lides se muestran bilingües y unidos. Ahora bien, cómo estar todos a una, cómo ser uno a uno, más allá de la ilusión más o menos regresiva de serlo sólo por estarlo. Echando mano a los códigos consabidos, voceando a los de nosotros cuando llevan la pelota, silbando a los otros cuando suena su himno y atacan. Eramos cincuenta mil los belgas y los pro-belgas y cinco mil los turcos en su tribuna particular. Éramos más y queríamos que nuestra presencia contara. Éramos locales. ¿Cómo ser uno a uno y, sin embargo, desempatar?

Suelo ver el fútbol por la tele y me dejo impresionar por el menú del director del programa. En el estadio, es uno el que selecciona lo que puede, se concentra en ello, y se pierde lo que se le escapa. La realidad no espera ni se repite. Por eso es embriagadora de tan real y de tan inminente. Durante un momento todo parece posible. Y todos los momentos parecen posibles sucesivos, y así hasta que ya es demasiado tarde.

Desde arriba de la tribuna se ve mejor el juego que en la superficie de la tele, pero en el estadio hay mucho para ver además de la pelota, como esos stewards que tienen la ingrata tarea de pararse al borde del terreno para vigilar a los aficionados, de espaldas al partido. Alguno hace trampa y acaba con tortícolis. Y alguno también recibe el resultado de la frustración de la muchachada en la forma de un vaso de cerveza. El hombre pierde el equilibrio y se va al suelo. Sólo unos pocos contemplan la escena, porque hay cientos de escenas sucesivas y una sola pelota, que es pequeña y veloz. Y esquiva, las más de las veces. Así fue cómo la que pateó Axel Witsel a la hora del penalti se fue a las nubes, y la victoria tan buscada por los belgas se quedó en un ramplón uno a uno.

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