El gol del año
No se resume un año en un momento, pero es la ley del género y hay que dar con uno. Es el ecuador del año, a fines de junio, el solsticio de verano, sin duda el mejor periodo vista la cosa desde el exterior. Es la final de la Eurocopa, España se enfrenta a Italia, que ha hecho un torneo memorable y ha barrido en la semifinal a Alemania. Tras un primer gol español propiamente de tiquitaca, hacia el minuto 40 de la primera parte Casillas saca la pelota con el pie, la recibe por la izquierda el lateral, Jordi Alba, un debutante, se la entrega a Xavi y echa a correr por su línea. Xavi retiene el balón y avanza simultáneamente, esperando el momento exacto en que Alba alcance la línea formada por la defensa italiana para entregárselo. Un instante antes y sería demasiado pronto, uno después y Alba estaría fuera de juego. Ambos han visto la jugada antes de realizarla y también mientras la llevan a cabo la ven. De manera que el pase llega en el momento justo, Alba controla la pelota, levanta la mirada, ve la posición del portero y deposita el balón entre el rival y el palo.
Seguirán otros dos goles a fines del partido, pero el gol de Alba sentencia la victoria con una jugada que une las dos porterías en cinco movimientos, sin intervención del rival. Un gol de un defensor, en el que se combinan a la perfección la velocidad de un jugador muy joven (su explosividad se llama en la jerga del fútbol) y la experiencia de uno ya muy fogueado (su inteligencia de juego).
Alba lo celebra enviando un beso al cielo, él sabrá a quién.