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Camino de Santiago
16 juillet 2008

Tres días en Amsterdam

La gente se mueve por la ciudad en bicicleta, con una mano en el móvil y la otra en el paraguas.

El tipo medio que campa entre la fauna urbana es atípico en sus formas. Grande, colorido, razonable.

En el Vondel, poesía en el parque. Cien postes naranjas señalan el nombre de un poeta y un número que marcar con el móvil para oír uno de sus poemas. 0,25 el minuto.

Por la tarde, siesta en el Hortus botanicus.

Al anochecer, Smetana, Richard Strauss, Brahms, los últimos románticos, en el Concertgebouw. La Orquesta nacional de Bélgica, flamencos, valones y extranjeros al unísono.

Los holandeses hablan en casa sus dialectos. Fuera de ella hablan la lengua común y nadie hace cuestión de esto. Suelen ser políglotas y tampoco hacen cuestión de esto.

En los lugares consabidos hay turistas españoles. Me doy de cara con dos autobuses cartagineses. No digo más por el amor que le tengo a Murcia.

Al tercer día me duermo en Amsterdam y despierto no en Lisboa, como en el relato de Nooteboom, sino en casa.

Amsterdam

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24 mars 2008

Un buey sobre mi torre

El Antiguo Testamento está poblado de animales, el espíritu santo es una paloma, el diablo una serpiente. En el Nuevo, la fauna se diversifica, Cristo nace en un establo y entra en Jerusalén a lomos de burro. Más tarde, los constructores de las catedrales  medievales esculpieron en sus torres y frontispicios los bichos que en su mundo alucinado simbolizaban el bien y el mal.

Los constructores de la catedral de Laon, en la Picardía francesa, quisieron en el siglo XIII agradecer a las bestias que les permitieron construir esa hermosa torta de piedra sobre su promontorio. Ayer, que los vi subidos allí para siempre, me llenaron de una especie de alegría bovina.

Animaux

12 mars 2008

DSC00113

23 février 2008

¿Quién? ...El puquén

Puqu_nfotodelaFuente

El puquén está a unos doscientos kilómetros al norte de Santiago, a unos cien de Valparaíso. Islotes y peñascos se suceden a lo largo de la accidentada costa y por ellos trepan los lobos de mar. Esperan la ola, la buena ola que los deposite entre las rocas. Y otro tanto hacen para echarse al mar. Cuando salen del agua están oscuros. Al cabo de una media hora al sol se han secado y se ponen rubios. A lo lejos, parecen limacos reptando por una piedra de jardín. Pero son lobos oceánicos y abren el hocico para vocear y dejar su grito retumbando entre los farallones. Desde el lado marino vuelan pelícanos, gaviotas y patos cormoranes. Desde el lado terrestre incursionan jotes, carroñeros de menor monta que los cóndores, con la cabeza colorada, la cresta insignificante y el renegrido plumaje. Los cochayuyos parecen melenas de sirena. Por un forado natural entre las rocas sube la ola con mucho ruido y espumarajos. Es el puquén. Durante la marea alta, un pavo puede perder unas cuantas plumas.

19 janvier 2008

En viaje a Natalia

Este sábado entro por un extremo del túnel y, si todo va bien, mañana domingo salgo por el otro y pongo pie en Natalia, que fue mi tierra y tal vez aún lo sea.

Durante las próximas semanas espero colgar aquí los textos que vaya publicando el diario. De no ser así, y de querer leerlos, los pueden encontrar en la sección Opinión de La Nación de los días jueves, o en la última pàgina, si compran el diario en el quiosco.

Gracias por la asiduidad, un abrazo.

Avi_n

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7 janvier 2008

Polobi y Mudeya en el Moulin Rouge

En Le Monde de hoy se cuenta del paseo por Francia de dos primos míos papúes, Polobi y Mudeya. Sus opiniones frente a la vida gabacha no tienen desperdicio. Los franceses están obsesionados con las mujeres, dicen, por eso pusieron a Marianne como símbolo nacional. Delante de la mesa del restorán opinan que a los galos les hacen falta tantas herramientas para comer como para reparar el coche. El mejor momento del paseo es, desde luego, la visita al Moulin Rouge. Que las bailarinas muestren pechos, nalgas y piernas, vale. Pero que muestren plumas, menudo descaro. Las plumas, en Papuasia, sólo las portamos nosotros.

Pap_

4 novembre 2007

Dos días en Amsterdam

Las noticias son amenazadoras y los lectores somos impresionables. Por fortuna, Sarkozy endereza cualquier entuerto con su tarjeta Visa.

Dos días caminando por Amsterdam, intentando no prestar atención a las noticias. A la entrada de la ciudad, impresiona el baile de las autopistas con los edificios metálicos, paleto que es uno. En la ciudad, por las calles que bordean y cruzan los canales, asombra el ballet incesante de las bicicletas.

Dos días caminando con zapatos nuevos. Aprietan los viejos pies dentro de los zapatos nuevos. A los viejos zapatos se les había abierto una vía de agua. Cuando yo era niño y mi padre vendía zapatos en la Zapatería La Reina, podía pagársele a alguien para que amansara los zapatos recién comprados.

Tres paradas en la caminata por Amsterdam: la Iglesia nueva, la Sinagoga portuguesa, el Mercado de las flores.

Los protestantes eran gente iconoclasta y la emprendieron contra las imágenes que a los católicos les había llevado siglos imaginar, confeccionar y venerar. Abajo con ellas. La última flecha, la definitiva,  para San Sebastián. Muerte para  cada una de las once mil vírgenes que acompañaron a Santa Úrsula. La Iglesia nueva (Nieuwe Kerk) fue católica hasta que la reforma protestante se la apropió. Ahora es lugar de exposiciones. Las imágenes están de vuelta. La exposición presente se llama Held (héroe).

La Sinagoga portuguesa fue edificada por los sefardíes, huidos de la península ibérica, en el XVII. Su interior es tan descarnado como el de una iglesia protestante. Tal vez la reforma protestante haya sido una fuga adelante de regreso  al judaísmo, a la abstracción y al préstamo con intereses. Lo más próximo a una imagen en la sinagoga son los caracteres y los candelabros. Dios es invisible y su nombre impronunciable. Como el dinero, es inodoro, incoloro e insípido.

Vondel_Park_Amsterdam

El Mercado de las flores permite el reencuentro con las formas, los colores, los olores. Como lo permitirían las imágenes del Rijksmuseum o del Museo Van Gogh, de no ser por esas filas tan largas que se forman a la entrada. Los colores del otoño quedan reflejados en el agua de los canales, en las plantas que trepan por los ladrillos de las casas, en los jardines entrevistos detras de las ventanas, como el Vondel Park se entrevé por los resquicios de las calles.

El Hortus Botanicus queda a la espera. I amsterdam, dice la chaperona.

12 octobre 2007

Estampas del territorio de la tribu

Adolfo Estrella

Extrañamiento y entrañamiento

En el siglo diecinueve dos visitantes extranjeros, Rugendas y Graham, describieron la sociedad chilena en los primeros años de su vida independiente. Rugendas, pintor, permaneció once años en el país y dibujó con trazo romántico escenas de la vida urbana y rural de las clases sociales de la época. Graham, escritora, se queda en el país un poco menos tiempo pero lo estudia y lo describe con detalle después de ver morir a su marido, un oficial británico, en la travesía por el Cabo de Hornos. Dicen que para evitar que se descompusiera el cadáver del marino, lo llevaron a Santiago dentro un barril de ron: técnica de conservación tan poco fina como eficaz.

Rugendas y Graham expresan la mirada del extranjero sobre un espacio exótico sobre el cual sabían poco y querían menos. Para los que nacimos, pero que voluntariamente hemos optado por no vivir allí, sin embargo, mirar, describir y analizar a Chile, es bastante más complejo. El país en el cual nacimos y crecimos es, al mismo tiempo, propio y ajeno, cercano y lejano,  “entraño” y extraño. Cada viaje es, a la vez,  un regreso a la patria y una primera incursión solitaria en territorio comanche. Por eso, a veces salimos de allí gorditos y colmados de cariño y otras veces traemos el alma y el cuerpo llenos de heridas. Por mi parte, esta vez, he vuelto afónico...

El país nos importa, imposible negarlo pero, simultáneamente, no podemos dejar de comportarnos como naturalistas observando bichitos o como antropólogos participando en los rituales de una tribu a la que conocemos, porque es nuestra tribu, pero a la cual observamos con la distancia emocional que nos concede la lejanía intencionalmente mantenida a través de los años. La tribu salta, canta, se pintarrajea la cara y nos invita a la danza común pero declinamos la invitación y preferimos mantenernos a la orilla del ruedo.

Hay un deber de pertenencia que directa o indirectamente se nos exige cumplir a los que dejamos el país. “Tú eres chileno” se nos espeta. Y uno responde que sí, que obviamente, pero sintiendo, a la vez, que no lo es en absoluto, y que, incluso, no sabe si quiere serlo, como tampoco sabe si quiere ser español, boliviano, belga, chino o lapón, porque rechaza la categoría nacional como un criterio de identidad relevante. En realidad, no tiene idea qué es lo que significa ser chileno. Pero nuestro interlocutor no nos hace caso y defiende una pertenencia eterna que nos ataría de por vida a esa tierra y a esa cultura y que no podríamos desatar sin incurrir en traición o deslealtad. Uno, inútilmente, trata de mostrar que es posible buscar identidades electivas o adquiridas y desconfiar de aquellas adscritas, innatas o pretendidamente naturales. Nuestro interlocutor sencillamente no nos escucha. Por nuestra parte, tampoco realizamos más esfuerzos por hacernos entender. Entonces, pergeñamos estas estampas, después de nuestro reciente viaje al territorio de la tribu sin estar muy seguro de nuestro derecho a realizarlas.

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Nacionalismo

El surrealista Matta les proponía a los chilenos que vendieran el país y se compraran un terrenito cerca de París (otros afirman que era una propuesta del poeta Molina). La idea, aunque cara en su ejecución, no es mala pero, por supuesto, no es bienvenida en una sociedad con un nacionalismo en alza. Nacionalismo de camiseta tricolor y gritos de “Viva Chile” a la primera oportunidad. Nacionalismo transideológico, orgulloso de los “éxitos” del país. Nacionalismo iracundo, gritón, grosero y feo como todos cuando se junta la manada. El nacionalismo chileno, enfermedad infantil del desarrollismo salvaje, no es peor que otros, ni mejor, pero a este cronista se le antoja “rasca”, con estética de barra brava e ideología de primer curso de escuela militar.

Como todos los nacionalismos nace más de las frustraciones que de los éxitos colectivos. Como todos, expresa más la inseguridad del débil que la certidumbre del fuerte. La soberbia es su máscara. En la actualidad, es más social que político, más folklórico que programático. Pero, vaya uno a saber si, cuando lleguen las vacas flacas, no aparecerá el caudillo de pacotilla que se ofrezca redimir a las masas invitándolas a un camino de gloria.

Pobres

“Los pobres están poblando el paraíso”, dijo alguna vez el poeta Zurita. Y es rigurosamente cierto. La dinámica de los percentiles, objeto sagrado de la religión de los economistas, muestra una disminución de la miseria. Pero eso significa que los miserables dejan de serlo y pasan a ser pobres; nadie transita desde un campamento o una población marginal a La Dehesa, salvo para ir a limpiar casas. Por lo tanto, hay más pobres. Eso sí, pobres con tarjeta de crédito de Almacenes París, es decir, pobres en el paraíso. Pobres que creen que han dejado de serlo cuando pagan el televisor de treinta pulgadas en cuotas infinitas. Aleluya: el paraíso sobre la tierra chilena ha llegado. Dios existe, Zurita es su profeta y los bancos son su Iglesia.

Deudas y créditos

Chile es una gran deuda. La externa, la que se tenía con los acreedores extranjeros se ha ido pagando a costa de los sacrificios de los de siempre. El pago de las deudas internas, las financieras y las morales, continua diferido. Las deudas financieras individuales más bien crecen y crecen. El capitalismo periférico chileno, subordinado y sumiso se sostiene, entre otras cosas, por el endeudamiento generalizado de la población: puede usted pagar a plazos desde la compra diaria del supermercado, pasando por unas zapatillas deportivas, hasta una casa. Todo es comprable porque todo es financiable: sólo hace falta tener el tiempo vital para pagar las deudas: muérase usted cuando le corresponda, ni antes ni después, el sistema se lo agradecerá.

Las deudas morales, las que el país tiene con sus pobres, sus desaparecidos, sus torturados, se pagan en pequeñas cuotas y a largo plazo. No están en la agenda de casi nadie porque lo importante es no “hacer olitas”, no poner en peligro lo conseguido, aceptar que todo se hará “en la medida de lo posible”. La ética del posibilismo carcome los liderazgos y entristece los sueños comunes.

Autopista

Autopistas

En Chile las autopistas son estupendas y los chilenos se enorgullecen de ellas, como se enorgullecen de los centros comerciales y de los barrios de los ricos en los que nunca vivirán pero que consideran como propios. Eso sí, en las privadísimas autopistas nacionales, hay que pagar múltiples peajes para seguir la senda del desarrollo. Las autopistas son excelentes metáforas del país. Las autopistas de Chile, rectas, ordenadas, bien señalizadas nos advierten de los peligros y cuidan a los automovilistas. Pueden ser, sin embargo, trampas mortales para los miserables (todavía quedan algunos) y pobres (hay muchos) que viven a su vera y tratan de cruzarlas. Los diseñadores de las autopistas han dispuesto pasarelas cada cierta cantidad de kilómetros para que éstos transiten, ordenadamente, de un lado a otro. Pero algunos testarudos o incivilizados que, mire que mala pata, tienen su trabajo o sus familiares al otro lado de la vía, no lo hacen y se lanzan a cruzarlas. Algunos mueren en el intento. ¿Qué haría usted si le pusieran una barrera entre su casa y el colegio de los niños o entre su casa y el trabajo?  Pero no se preocupe, si usted no es pobre o miserable eso nunca le sucederá.  Eso sí, le podrán plantar un edificio de quince pisos junto a su casa de manera que cuando salga a colgar los calzoncillos recién lavados los vecinos del piso ocho lo comentarán mientras comen.

Farmacias

Por todas partes farmacias y más farmacias. Por doquier emergen estos bazares de la abundancia consumista. Las esquinas son su hábitat preferido. Ofrecen desde chocolates hasta “fierritos para anticuchos”; desde mantas térmicas y pañales hasta analgésicos y ansiolíticos. Sin legislación que limite el giro de su negocio, las farmacias chilenas, propiedad de grandes cadenas comerciales, cubren todo el espectro del consumo y se integran perfectamente en sus espacios. Dentro de los supermercados son su complemento perfecto. La sociedad chilena consume pastillas con voracidad. El engranaje funciona a la perfección: el sistema seduce con sus objetos, la imposibilidad de acceder a ellos o el alto coste que implica hacerlo genera frustración y ansiedad. Pero allí están los analgésicos, para los males del cuerpo y los ansióliticos para los males del alma, inmediatamente a la salida, después de pasar por caja.

Transantiago

Ingenieros, políticos, consultores y funcionarios consiguieron convertir algo pésimo en algo aún peor. Esto tiene su mérito, no podemos negarlo. Lo que pudo ser una gran acción civilizadora para una ciudad con un transporte público salvaje acabó convertido en un desastre histórico de grandes proporciones, suma de despropósitos, errores de bulto, irresponsabilidades e ineficiencias sin límite. Todos ellos impunes, por supuesto. Pocas veces una política social ha sido tan desastrosa que sus beneficiarios han acabado añorando la situación anterior. Pocas veces la acción del Estado ha quedado desprestigiada de manera tan absoluta y brutal.

Santiago

Amigos

Uno tiene amigos para que lo quieran: de lo contrario, bastaría con tener confidentes,  psicoterapeutas, asesores personales o jefes. Los amigos dignifican al país y a la especie humana y justifican viajar cada cierto tiempo y aguantar, más o menos estoicamente, trece horas de avión inmovilizado en unos asientos a escala liliputiense.

Los amigos nos reciben con amor y soportan la distancia,  la ironía y el cinismo con la que tratamos las cuestiones patrias. Nos quieren a pesar de nuestra ingratitud, displicencia o frialdad que mostramos hacia el país en el que ellos viven y, a su manera, aman. Por eso, la patria es al final cuestión de libros, recuerdos y amigos.

23 septembre 2007

Diario del monte de los olivos

Escrito e ilustrado en Sicilia en septiembre de 2007
Para la Tita


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Las piedras son mudas y los guías elocuentes

Según Empédocles de Agrigento, los antiguos sicilianos construían como si fueran inmortales y comían como si fueran a morir al día siguiente. 25 siglos más tarde, los sicilianos siguen comiendo de la misma manera. Ahora también construyen como si fueran a morir al día siguiente.

Agrigento, el valle de los templos griegos. Columnas dóricas, concepción europea, mano de obra cartaginesa. 25 siglos más tarde seguimos donde mismo.

Para proteger a los jóvenes de los sueños del alba, los griegos sacrificaban animales en el altar de Zeus. Parece tiempo perdido, 25 siglos después.

¿Por qué los dioses permiten a los hombres prosperar, crecer y multiplicarse? Porque los hombres les ofrecen las mejores piedras, las sobrevivientes, las que fueron griegas y romanas, y luego fueron árabes y después normandas. 25 siglos más tarde, las piedras todavía dan de comer a los guías turísticos.

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Un juego de video

Para llegar a Monreale, hay que atravesar el calvario, el purgatorio y el limbo, esto es un barrio palermitano, oír bocinas, oler bencina, sortear motos,  ambulancias, peatones, carros de bomberos. Atravesar un barrio palermitano es como probar suerte en un juego de video, pero con adrenalina de verdad. En Monreale, las historias que cuentan los mosaicos de la catedral y los capiteles de las 228 columnas del claustro valen la travesía del calvario y la del purgatorio y la de Palermo. Y son mucho más divertidas que un juego de video.

Avispas al almuerzo

Quien dijo que los dinosaurios desaparecieron no se ha dado de cara con un lagarto siciliano. Los dinosaurios no han desaparecido. Sólo que con el cambio climático han ido encogiendo.

Es de noche y despierta el ladrido de los perros. Una pareja de jabalíes pretende comerse su comida. Los jabalíes dan un paso adelante y los perros dan dos pasos atrás. Ladrando, para que no se note.

Se dice que el pez grande se come al pequeño, pero los peces sicilianos son vegetarianos y no se apartan del bañista, más bien lo siguen como si éste fuese un pez y supiese del lugar donde está el tesoro.

Primer trabajo del domingo, salvar bichos de la piscina. Prioridad a las abejas. Segundo trabajo del domingo, espantar a las avispas del almuerzo.

El bosque para el que lo queme

Ciclámenes en el sotobosque. Malas yerbas que huelen bien. Maná, miel de la resina del fresno. El ágave florece a los 25 años y muere. El olivo es milenario y sigue ovulando. Al fuego con ellos. Que termine cuanto antes tanto pastoreo. Que el mundo se hominice cuanto antes. El bosque para el que lo queme.

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El día del Señor

Procesión de San Gandolfo. Estricta jerarquía siciliana. Delante del santo, el monaguillo y el cura. Detrás, el propietario con su cuidada estola, luego el funcionario y, cerrando el cortejo, el campesino, el pueblo llano. Pobres y ricos se muestran en su mejor tenida y se consideran unos a otros, de arriba abajo, sin escatimar miradas. Domingo de fiesta en un pueblo de montaña.

 

 

En siciliano, playa se dice plaia

Cuerpos por el suelo. Un cuerpo sólo se humaniza cuando se levanta, se sacude la arena y junta sus efectos personales.

La novedad del verano, de lo queda de verano, la ponen las masajistas chinas. Massaggio, massaggio, proponen, con su dicción nasal. Cinco euros la aceitada. Las masajistas son muchas. O será un efecto óptico, de tan parecidas que son. El jefe de la cuadrilla las dirige a través de un celular.

Otra profesión que no da abasto es la de tatuador, o como se llame. Casi no hay quien no tenga un asunto tatuado en el pellejo. Estos artistas visuales tendrán un catálogo de huarifaifas para proponer a su distinguida clientela. Y los unos se inspirarán de los otros. La joven lleva un tatuaje en un pecho, la vieja quiere dos en cada uno.

Piedras en la playa. El niño junta las pulidas, las jaspeadas, las lustrosas, las bruñidas, las brillantes y luego las devuelve a la mar. Ya sabe que lejos de la mar son mudas.

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Las siete diferencias

1 Los europeos vienen a Sicilia de vacaciones. Los sicilianos van a Bélgica a trabajar. Sanduichero en Brujas, veraneante en Sicilia.

2 En Sicilia, cuando se pone el sol, aparece la luna, los planetas, las constelaciones. Las últimas en aparecer son las estrellas fugaces y también son las primeras en irse.

3 Las nubes son más vistosas desde arriba. Desde arriba del avión, quiero decir, desde arriba del Etna, desde arriba del monte de los olivos.

4 Viejos en las calles de los pueblos. Y algunos niños, menos. Pero viejos y niños están en el centro del escenario. En la Europa del norte, los niños y los viejos están detrás de las bambalinas.

5 De lejos parecen cuervos pero de cerca se conoce que son curas.

6 Sicilia no es el tercer mundo. Es Europa, con un tercio de tercer mundo en cada tercio. Vomitonas de basura a orillas del camino. Bosque quemado. Vomitonas de basura entre los peces de la mar.

7 La séptima diferencia es por el estilo.

 

Wilkommen in België

El avión se dispone a aterrizar. Hace frío en Zaventem. Los turistas le añadimos la parte inferior al pantalón. La señora siciliana, de regreso después de pasar el verano en la isla, pasa la mano por la gelsemina que trae desde su pueblo para plantarla en Bélgica. Y el jazmín le devuelve el cariño con una vaharada de su olor.

25 juillet 2007

Camino de Santiago

Hoy es 25 de julio, Santiago.

Hace mil años la gente peregrinaba hacia el este, hacia Jerusalén y los santos lugares. Los peregrinos seguían la estela abierta por los cruzados. Esos cruzados eran gente de armas tomar. El primero de ellos, Godofredo de Bouillon, nació a dos leguas de aquí, de donde escribo. Una legua es el camino que se anda en una hora, 5,5 km más o menos, según el estado de la cojera.

Los godos, que le disputaban por esos entonces la península ibérica a los sarracenos, tuvieron la idea de de crear un lugar de peregrinación al extremo occidente del continente y equilibrar el mundo de entonces. Así fue como se inventaron una mistificación tremenda. Contaron que los despojos de Santiago Apóstol habían derivado en una barca desde Jerusalén hasta Galicia. Y levantaron una catedral en honor a tal prodigio. La piedra nace del relato. Y al revés.

Así se fue haciendo el Camino y las catedrales que lo jalonan. A muchas de ellas he llegado caminando (después de bajarme del auto). A algunas de ellas, a Vézelay, hecha de pura luz, volvería a diario si pudiera.

A Santiago se puede partir de cualquier punto de Europa, tirando al oeste, siguiendo el Compostela, el campo de estrellas, la Vía láctea. Todos los caminos llevan.

En Bélgica basta con echarse a andar para encontrar el Camino que lleva a Santiago. Algunos trechos están marcados por la concha, otros por dos líneas pintadas de amarillo y azul, a cada legua. El placer es doble caminando por una calzada romana, empedrada, hundida entre los campos, rodeado por una tierra plana y redonda como tonsura de monje, bajo un cielo pintado por los primitivos flamencos (atención a la tautología). Se ve que la tierra se ha ido llenando de polvo de estrellas porque todo lo antiguo ha ido quedando sepultado.

Dónde termina el Camino de Santiago. Parece una pregunta del tipo de la del caballo blanco de Napoleón. Pero hay muchos peregrinos que llegan a Santiago y continúan caminando hasta el Finisterre, donde cuelgan los zapatos.

Una vez creíamos estar en Querétaro, en el centro de México. Casi sin querer llegamos a una hacienda donde los tunos cantaban a Santiago. Venían de Santiago de Chile, del Estero, de Compostela, de Cuba, no sé de dónde más. Así fue como supimos que estábamos en Santiago de Querétaro.

No sé si voy o vuelvo de Santiago, escribió Gonzalo Millán. La única etapa del Camino que hemos hecho propiamente a pie mi hijo y yo fue en el sentido contrario, treinta kilómetros entre Dinant y Namur, siguiendo el Mosa. Se hace en un rato, silbando. Pero duelen los pies. Desde hace años arrastro una cojera de la que intento curarme con medicina para caballos. Cuando veo estrellas, literalmente, cierro los ojos, me veo caminando hacia Santiago y el camino se me hace menos largo.

Camino de Santiago. No soy santiaguino, soy sanvicentano, y los provincianos, como dijo Parra, nunca terminamos de llegar a Santiago. Siempre estamos a medio camino. Viví veinte años en Santiago y desde hace otros veinte vivo lejos de Santiago. Cuando escribí una columna para un diario de Santiago de Chile la llamé Camino de Santiago porque escribirla me acercaba a Santiago, me ponía en camino. Además, soy gallego de ultramar y Santiago siempre ha estado ahí, esperando. El Camino también, a campo traviesa, siguiendo las estrellas.

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13 juillet 2007

Camino de Pekín

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La China
de los últimos hutong (conventillos) y la China de los primeros rascacielos muestran estas fotos de Miguel Ángel Larrea. Después del recorrido, parece evidente que hay en China una operación en curso. ¿Se trata de maquillaje, de cirugía estética o de cirugía genética?

3 juillet 2007

Masacre en Marib

En el camino que lleva de Saana, la capital del Yemen, a la ciudad en ruinas de Marib, donde una gigantesca presa en medio del desierto ha permitido que durante siglos surja lo que los romanos llamaron la Arabia feliz y que fue, según se dice, la tierra de la reina de Saba, las tribus locales retienen con alguna frecuencia a los turistas para usarlos como moneda de cambio con el Gobierno. El templo circular de la reina de Saba está también en ruinas y de las numerosas columnas que contaba, la islamización sólo dejó cinco en pie, para representar los cinco principios del Islam. Por ellas se trepan los niños, vestidos, como los hombres, con faldón y chaqueta, llevando al cinto la daga curva, la jambia. Fue allí donde Al Qaeda lanzó ayer un coche-bomba contra un convoy de turistas españoles, con saldo de nueve muertos.

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El Yemen es un país paradójico (como todos, a su manera). Las viejas kalachnikofs aporreadas apuntan a diestra y siniestra y, sin embargo, en los pocos días en que allí estuvimos, nunca nos sentimosen peligro. Pero la masacre de ayer demuestra, como si hiciera falta, que las amenazas de Al Qaeda, por delirantes que parezcan, reconquistar Ceuta, Melilla y Andalucía entera, castigar a quienes juzgan a los asesinos de la masacre de Atocha, tienen la gravedad de la imbecilidad. Ay de mi Alhama, como dice el romance. Asoman criminales majaderos, cargados de explosivos, por arriba y por debajo.

______________

Un detalle apenas. Los lectores del principal periódico yemení en línea, Yemen Times, se enterarán de la matanza mañana 4 de julio.

16 mai 2007

Rumbo al Caribe

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La última publicidad de Iberia vuela alto presentando al turista europeo como un niño de pecho, pecho que ponen por cierto las caribeñas. Una agrupación de consumidores pide que retiren el aviso por considerarlo discriminatorio con las morenas. Sin duda que lo es. Pero, ya que estamos, también lo es con los niños de pecho. Ahora bien, lo más probable es que el niño de pecho parta con retraso, rebote en dos o tres aeropuertos imprevistos, sea mordido por las azafatas, extravíe las maletas y llegue al Caribe con los pañales hechos un asco. Eso sí, si sobrevive al síndrome de la clase ecónomica, recibirá, en su tarjeta Travel plus, unos cuantos puntos que no tardarán en serle descontados.

7 mai 2007

Lunes por la mañana

En autómovil por las calles por fin mojadas de lluvia, la masa laboral busca retomar sus puestos de trabajo. No parece haber otra realidad a la vista.

22 avril 2007

Brújulas

Atardeceres de primavera septentrional. El juego consiste en mirar la panza asoleada de los aviones en el cielo y adivinar adónde van. Gana el jugador más joven, el que creció con Mappy, Google Earth y el cambio climático.

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3 avril 2007

África hecha de emociones

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Lejos de la pintura colonial u orientalista, el África de Michel Elias no es la de los safaris ni los campos de refugiados, sino aquella de la vida simple y de las emociones que aporta un rostro, un espacio y la luz.

« Pinto rápido, confiesa Michel, en una especie de frenesí y con ganas de acabar pronto, lo que me deja agotado al cabo de tres horas. Pinto al acrílico, que se aplica y se seca rápido. Temo que me falte el tiempo y  trabajo con urgencia antes de la que realidad cambie y mientras me quede energía, como una manera de correr contra la muerte.

Me interesan los paisajes y los modelos vivos. Últimamente pinto a partir de fotografías que he tomado en África. Mi técnica cambia también. Pinto sobre pedazos de revistas pegados en la hoja de papel de manera aleatoria. Me gusta partir de una especie de caos para dejar asomar una imagen, simplificando una superficie que parte en todas direcciones. Que se parezca a la vida, donde todo se mezcla constantemente, las palabras, las sensaciones, los recuerdos. Hago mi camino en ese desorden ».

Michel Elias vivió cuatro años como cooperante en Ruanda y vuelve al África negra constantemente. Trabajamos juntos durante diez años y en mi despacho en Bruselas cuelga un retrato suyo de un niño africano, con una expresión a medio camino entre la alegría y la tristeza.

Visitar la galería >

19 mars 2007

Angola, Angola...

Angola, Angola
qué pueblo formidable
pero no moriré de contento
porque sólo estoy aquí de paso
(RM)

Tantas veces se abrazaron el presidente de Angola, José Eduardo dos Santos y el líder de la oposición armada Unita, Jonás Sabimbi, en la capital de la vecina Zambia, a comienzos del mes de mayo de 1995, que el fin de la guerra parecía súbitamente próximo. Incluso se llamaron « hermano », rodeados por los mismos estados mayores de una guerra que dura más de veinte años y que fue calificada por el secretario general de las Naciones unidas como « la peor del mundo ».

Aquel día de los abrazos, los angoleños no se echaron a la calle a celebrar la paz, porque ya lo hicieron otras veces y la guerra acabó siempre por recomenzar. La gente salió a la calle, como cualquier día, caminó mucho, vendió o compró lo que pudo en medio de aquella permanente agitación de las ciudades africanas.

Como en Lubango, la principal ciudad del sur de Angola, que celebra al ganador de una carrera de coches por las calles perturbadas de la que fue una apacible ciudad colonial. Emulando las proezas mecánicas del ganador, los angoleños parecen vivir otra euforia, tal vez la mera posibilidad de tener algo que celebrar en medio de las ruinas.

« Amigo, amigo »
Como en el mercado de Vale tudo (nombre de una telenovela brasilera), en las afueras de Luanda, donde los vendedores son mayoritariamente zaireños, o más bien angoleños que un día huyeron hasta el vecino Zaire (hoy Congo) y luego regresaron en busca de mejores días. Uno de ellos comienza a hacer sonar una marimba, su vecino agrega un corno y el de más allá unas maracas. Un comprador rozagante, probablemente funcionario de una de las múltiples agencias de ayuda de emergencia, se contagia y comienza a bailar. Los zaireños lo rodean y bailan con él al grito de «amigo, amigo».Un perro comienza a ladrar al ufano funcionario. Un pequeño rengo, con una pierna tocada por la polio, tropieza y cae, en medio de las risas de la banda de niños.

Al fondo de la escena, el sol se hunde en el Atlántico. Las islas estiradas de la costa luandense y el perfil barroco de los baobabs desaparecen hasta el amanecer. En los charcos de las inmediaciones los temibles anofeles, cuya mordida transmite el paludismo, despiertan con hambre.

Un poco más lejos, junto a la playa donde duermen decenas de huérfanos de guerra, a poca distancia de donde los bebedores de cerveza orinan el excedente, un grupo de músicos caboverdianos sentados en círculo, bajo una acacia florida, cantan mornas y coladeras, y el sentimiento indecible que despide esa música unta con un bálsamo imaginario la piel de la ciudad costrosa.

Ni una humilde prótesis
Vista desde la altura del altiplano central del país, la geografía angoleña mostraría los gruesos costurones de las trochas ferroviarias que acarreaban antiguamente las riquezas mineras y agrícolas del interior hacia los puertos costeros y las metrópolis coloniales. Angola siempre ha abierto sus venas frente al océano.

Hoy, con los ingresos de la extracción del petróleo submarino, que explotan las multinacionales, el gobierno financia la guerra, mientras que el comercio de diamantes que la Unita trafica por el vecino Zaire sirve a la misma tarea. Los angoleños esperan, refugiados mayoritariamente en la franja costera, la llegada de siete mil cascos azules prometida por las Naciones unidas, lo más claro del tiempo privados de agua y luz.

Angola no escogió como vecinos a la agresiva Sudáfrica del apartheid ni al Congo de Mobutu, ni tuvo suerte dejándose enzarzar por la guerra fría que norteamericanos y soviéticos libraban por procuración sobre su tierra rojiza. El apartheid parece ahora agonizar y el desenlace de la guerra fría se juega de otra manera y bajo otros cielos, pero las venas de Angola siguen bien abiertas.

Como las manos de esas decenas de reclutas jóvenes inválidos que mendigan al paso de los autos en las calles de Luanda, con boina y uniforme de camuflaje. Pasan, sin apenas disminuir la velocidad, camiones cargados con ayuda alimentaria, autos humeantes, motos atronadoras, omnibuses maltrechos, y los reclutas inválidos apuran el paso de la única pierna que la explosión de una mina les dejó, apoyados sobre muletas, en pos de algunos kuanzas archidesvalorizados. El ejército prefiere dejarlos mendigar en uniforme, falto de poder asegurarles una cura de rehabilitación, una pensión de invalidez, una humilde prótesis.

Nada está perdido
En el museo de antropología, o senhor José Teca, tan pobre como elegante, se ofrece para mostrar las salas donde la cultura agrícola ombundu, las armas bacongo o la metalurgia chokwé esconden sus secretos. Una fragua en arcilla reproduce las formas de un cuerpo de mujer ardiendo por dentro, por cuya vulva se derrama el metal fundido. En la cultura chokwé, la mujer no puede ver el fundido del metal, tal como el hombre no puede presenciar el nacimiento de un niño, porque el niño, al nacer, es como hierro fundiéndose.

Al despedirnos, José Teca nos cede un ejemplar de una monografía sobre la evolución de los tronos lunda-chokwé, luego de explicarnos, impulsado por nuestras preguntas, las virtudes profilácticas de la circuncisión, tradicionalmente practicada entre los pueblos africanos.

Angola es un país minado por todas las corrupciones, grandes y pequeñas. Cuentan que una víctima de una inundación salvada de las aguas por un policía en servicio debe, desde entonces, abonarle cada mes quince millones de kuanzas, el salario de un profesor de escuela, el precio de siete cervezas y media. Pero José Teca nos dedica una hora de su tiempo sin intentar vendernos nada, menos aún su monografía.

Desde Bruselas, una ciudad al abrigo del paludismo pero no de la saudade, una postal dirigida al museo de antropología de Luanda, porta esta leyenda : Nada está perdido.

junio de 1995, publicado por La Epoca y la Revue nouvelle

12 mars 2007

Historias de cibercafé

Alegría caboverdiana. Al atardecer, después de un largo día sin electricidad, vuelve la luz, se ilumina el Bahia, se instalan los parroquianos a beberse unas cervezas y desde uno de los ordenadores súbitamente iluminados alguien envía este mensaje.

En el ordenador contiguo una mujer lo intenta pero no lo logra. Quiere responder a un mensaje pero no da con las teclas. Comienza preguntando cuál es la tecla de la arroba y acaba confesando que tiene un problema. Quiere emigrar a Portugal y no la dejan. Me niegan la matrícula y yo tengo todos los requisitos. El único problema es que no sé usar este jodido teclado. Ayúdeme a escribir esta carta a la Universidad de Minho y todo se arreglará. Ilustrísimo señor profesor:

En otro extremo del archipiélago, en Mindelo, los mozos  juegan uril sobre el mostrador, moviendo con destreza las piezas por los doce cuencos, mientras cuentan mentalemente. Las cuentas son semillas de uril. La madera del banco es de uril. También puede jugarse uril desde el ordenador del Bahia si vuelve la luz, pero a quién se le ocurre.

A dos pasos de allí, en el restorán, el cocinero cierra la cocina y se dispone a beberse el primer cuba libre del día. Llega un forastero desde Santiago. El cocinero cambia de opinión, está dispuesto a reabrir la cocina e insiste en que no sólo puede sino que quiere preparar cualquiera de los platos de la minuta. Salmón, pulpo, cachupa. El forastero acaba tomándose unos huevos duros. Está con prisa, dice, tiene que trabajar. Dice que volverá cuando tenga tiempo. El cocinero saborea el primer cuba libre del día y se ríe para sus adentros: el forastero dice que volverá cuando tenga tiempo.

En Santo Antão, entre Paúl y Sinagoga, el conductor de la combi recibe una piedra que ha rodado ladera abajo y le descoyunta el brazo. El mismo no sabe cómo consigue detener la combi y llegar al hospital sin desvanecerse. En Sinagoga vive ahora muy poca gente. Los judíos, que dieron nombre al lugar, emigraron lejos. Emigrar, emigrar, siempre se emigra lejos.

La ciudad se queda otra vez a oscuras. El mensaje queda trunco. Continuará. Comienza otro largo día sin electricidad.

Praia

17 février 2007

Medina de Chauén

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Julio de 2005

12 février 2007

Cinco días en Dublín

Jueves
Hay que viajar lejos para encontrar un déjà vu... Y oler Dublín, y oler a papel en Dublín, en la sala larga del Trinity Collegue, o en la planta baja, donde se exhibe el libro de Kells, escrito y pintado por cuatro monjes del siglo octavo, de cuando los cuadros se encuadernaban y los libros se contemplaban. Y las arpas tañían (pero ésa es otra historia)... Y entre tanto libro, ordenado en rangos en la sala larga, rangos en los que no cabe la letra jota (ni la jota, ni la ka, ni la u, ni la uve doble usaban los romanos, pero sólo me apena la ausencia de la jota), mirando los libros y las largas escaleras para llegar hasta los altos estantes, y la hilera de bustos de los escritores, Irlanda tiene el porcentaje más alto de Premios Nobel por habitante... Descabezo un sueñecito delicioso, que dura apenas unos largos segundos y alcanzan para repasar las imágenes del centro de Dublín y descubrir cuánta gente hay bajo el sol y cuánto puede el sol en el ánimo de la gente... Como en el terreno de rugby y en el de críquet, en torno a los cuales los estudiantes irlandeses y los «erasmus» se abandonan al calor del astro escaso y hablan y ríen y repletan de latas de cerveza los basureros y de cerveza procesada los meaderos, como simpáticos primates sonrosados que son. Y allí donde va, la gente lleva invariablemente una mochila en la espalda o un bolso de mano. Los pocos que no llevan nada en las manos o en la espalda suelen estar locos (un poco más locos) y poner nerviosos a los que llevan mochila o bolso de mano.

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Viernes
Hay que viajar lejos y perseguir curiosidades para encontrar lo consabido. Entre las curiosidades, yogur de ruibarbo, nombres en gaélico, barítonos que ejercen en la calle. Poco más, mínimas variaciones en el gusto de los alimentos, en el sentido de la circulación, en el puente de O’Connell, más ancho que largo. Y en el teclado de los cibercafés, atendidos por inmigrantes venidos del lejanísimo oriente, qzerty por azerty. Otra historia entrevista, gente de hoy, como lo fue la de ayer, que tiene otro pasado y conoce o ignora sus clásicos, que tiene su vida, como otras tantas.

Sábado
Para no hablar de quien no vino, la gente es la misma en todas partes, anda acompañada o huye de sí misma, quiere trabajar, o dejar de trabajar, o cambiar de trabajo y de talla, y no lo logra y se empecina, tiene ganas de reír y de hablar de otra cosa pero no siempre lo consigue y puede que llore por eso o se haga la desentendida. Tanto como quien quiere pasar desapercibido y acaba creando algún vínculo. Y aquí en Dublín, cuánta gente joven disfrazada, en plan qué bien lo pasaremos esta noche, con gana de reír (y se empecina), ahora mismo están haciendo ruido en una discoteca oculta, con el ánimo arriba-abajo, como ascensor en desuso, hablando a gritos una lengua incomprensible aun para ellos.

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Domingo
Para no hablar de la manera como un germano y un eslavo despachan respectivamente la tarea de cerrar unas persianas venecianas. «Respectivamente» indica que no lo hacen igual y con desigualísimo resultado. No cabe abundar en los estereotipos. Y no se debería, pero la tentación es grande de asignar a cada persona un animal, tótem o fetiche, o como se llame, como hacen los scouts y como no hacen las religiones del verbo, un animal que se le parece o que es metáfora o metonimia de su ser. Así la oveja o la grulla. No se debe, retiro lo dicho. En Malahide, a las afueras de Dublín, sólo se ve el jardín botánico por los bordes, pero vale la pena de los pies y el castillo por dentro. Los visitantes parecen solitarios, sentimentales, y más aun en el parque, cubierto de familias que crían sus pequeños en su mejor momento, la tarde del domingo. Y unos mozos que entonan los cantos que infligían muchos años antes otros mozos embriagados acaban por alegrar y entristecer definitivamente el ánima, tanto como otros dos, uno francés, valón el otro, a quienes se oye hablar entre ellos en inglés «para mejorarlo». Al anochecer, los dublinenses cenan cazuela de cordero a la irlandesa (irish lamb stew), que está buenísima, y se preparan (o no) para levantarse al alba menos una: Early to bed, early to rise makes a man healthy, wealthy and wise, escribió Ben Franklin antes de encender la luz.

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Lunes, de alba menos una
Taxi a través de la ciudad desierta, estrés de aeropuerto congestionado, la fila corta o la fila larga, controles, quitarse zapatos y correas, los pasajeros formamos culebras adormecidas y hambrientas pero movedizas, dóciles pero decididas. Esperando subir al Air Lingus, sobre el muro de la sala de espera puede leerse a Shaw, aquél que, a falta de lectura, leía el directorio telefónico local y se quejaba de lo despoblada que era la localidad, cuando esperaba no un avión, sino un tren en la India. Y de Yeats, The lake Isle of Innisfree. En mi tierra llamaban a esta poesía lárica, del hogar perdido de la infancia o por ahí. Nada que ver con el estrés de aeropuerto. Y por eso mismo, ejercicio de traducción:

The lake Isle of Innisfree
I will arise and go now, and go to Innisfree
And a small cabin build there, of clay and wattles made
Nine been rows will I have there, a hive for the honey-bee
And live alone in the bee-loud glade.

And I shall have some peace there, for peace comes dropping slow
Dropping from the wells of the morning to where the cricket sings
There midnight’s all a glimmer, and noon a purple glow
And evening full of the linnet’s wings.

I will arise and go now, for always night and day
I hear lake water lapping with low sound by the shore
While I stand on the roadway, or on the pavement grey
I hear it in the deep heart’s core.

La isla del lago de Innisfree
Me levante y me ponga en marcha hacia Innisfree
Y una choza levante con juncos y arcilla
Nueve hileras de alubias tenga y un panal
Y viva solo arrullado por las abejas.

Y tenga algo de paz allí porque la paz viene gota a gota
Desde las brumas del alba hasta el canto del grillo
Donde la medianoche es tenue luz y el mediodía rubor
Y el atardecer desborda de alas de pájaro.

Me levante y me ponga en marcha noche y día
Escuche el agua chapotear suavemente en la orilla
Esté yo quieto en la carretera o sobre el asfalto gris
La escuche en lo recóndito del corazón.

abril de 2005

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