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Camino de Santiago

10 novembre 2014

El diputado

La noticia del día en Bélgica es el affaire del presidente del parlamento francohablante, sospechoso de atentado a las buenas costumbres, según el fiscal. El hombre, escriben los diarios, tendría la manía de masturbarse en los baños de las gasolineras en presencia de menores. 

En una de las páginas que se han puesto en circulación sobre el asunto se expone que el exhibicionismo recubre un tercio de las infracciones sexuales las que, a su vez, afectarían a entre un 3 y un 6 % de la población. De manera que si alguien se hubiese preguntado ayer cuál era la probabilidad de que un exhibicionista ocupase el estrado de un parlamento la respuesta la hubiese obtenido hoy.

A pesar del respeto de la presunción de inocencia de rigor, inevitablemente le entrará a alguno la risa floja imaginando que el paso al acto del diputado bien pudo haber sobrevenido en pleno parlamento una tarde de sesión plenaria.

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8 novembre 2014

El lustrabotas

El primer hombre que aparece en una fotografía son dos y uno le está limpiando las botas al otro. Así de implacable ha sido desde siempre la fotografía. Implacable y engañosa, dictaminante e interpretable. Bien mirado, sin embargo, puede verse que el lustrabotas y su cliente no están solos, sino acompañados por una mujer y un niño en coche. Y que también hay quien mira desde dentro de la propia imagen, desde una ventana.

Se trata de un daguerrotipo, de una placa grabada por el propio Louis Daguerre, el inventor del procedimiento, en 1838, en el Boulevard du Temple, en París, llamado por los parisinos, «el de los crímenes», por los teatros que allí presentaban dramas policiacos. Daguerre había conseguido disminuir de unas horas a unos cuantos minutos el tiempo de exposición necesario para fijar la imagen. Aun así, esos largos minutos hicieron conque la placa sólo registrase a quienes se estuvieron quietos. El que se mueve no sale en la foto, como bien saben los segundones en cualquier jerarquía.

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3 novembre 2014

Bien saper, bien coiffer, bien parfumer

Esta mañana en Zaventem, el aeropuerto de Bruselas, una pasajera proveniente de Freetown, Sierra Leona, y camino de Londres, debió ser trasladada al hospital, donde los exámenes han mostrado finalmente que no está enferma de ébola.

El ébola parece nuevo pero lleva años incrustado en Africa. El sucedido de hoy me recuerda que en mayo de 1995 fui controlado ocularmente en el mismo Zaventem en similares circunstancias. Volvía de Angola en un vuelo de la entonces Sabena que hacía escala en Kinshasa. Por esos días se había desatado una epidemia de ébola en la ciudad congoleña de Kikwit, lo que hacía dudar si habría vuelo, si éste haría escala en Kinshasa, si nos dejarían en fin desembarcar en Bélgica.

Finalmente hubo vuelo y escala. Los pasajeros que venían desde Luanda temerían que en Kinshasa el avión se llenase de enfermos terminales. Lo que subió al avion, en cambio, fue un desfile de modelos. En Kinshasa está bien implantada la tradicion de los sapeurs (por Société africaine des personnes élégantes), personajes que cuando viajan a Europa redoblan su elegancia. Bien saper, bien coiffer, bien parfumer es su divisa. Así, por los pasillos del avión avanzaban los colores vibrantes de los trópicos portados por unas morenonas con traseros descomunales y unos filiformes ejemplares de la estirpe bantú.

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El avión llegó a Bruselas de madrugada y fue estacionado en un extremo lejano de la pista. Una hora después subió a bordo un médico pequeño y desangelado en bata blanca. Sin mucha fe en lo que hacía, recorrió los pasillos del avión dando miradas furtivas a los adormilados pasajeros. Ese día también fuimos una falsa alarma.

31 octobre 2014

¿Y lo mío, lo mío, lo mío, qué?

Montano me recuerda la carta de Savater a su madre, aquejada de alzheimer, que abre su autobiografía. En las visitas que Savater hacía a su madre, una compañera de achaques de ésta se sentaba al fondo de la sala de visitas y proclamaba a voces: ¿Y lo mío, lo mío, lo mío, qué? 

Me recuerda también unas líneas sobre la enfermedad terminal de Cioran, el propio alzheimer. A pesar de haber perdido la cabeza, Cioran habló francés hasta el final, tal como había decidido hacer medio siglo antes. La prueba de que se puede perder la cabeza manteniendo la cabezonería.

Pero qué raro será perder la conexión con la memoria, apartarse del propio pasado y quedarse aislado en el presente. No sé si previendo un momento como ése, Perec levantó, en Me acuerdo (de las cosas comunes), su lista de recuerdos olvidados. Tal vez esa sea la tarea de cada cual, pasar revista a su lista mientras no se borre del todo.

Hoy el diario publica el resultado de un estudio según el cual los flavonoides contenidos en el chocolate devuelven al hipocampo del sexagenario una lozanía propia del trentenario. El estudio, eso sí, fue financiado por una marca de chocolates y debería llevar su nombre, creo yo, Ferrero-Rocher o Mon chéri.

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26 octobre 2014

Lo peor de todo no es lo que te he contado

Cuenta Savater en sus memorias un chiste de Groucho: «Estoy estupendamente de todo menos de la cabeza, que es lo que menos importa». Lo cuenta a proposito de su abuela materna que había perdido la cabeza, que es como se llamaba antes a los estragos del alzheimer, el parkinson, la arteriosclerosis o la demencia senil, males que no son ningún chiste, ya lo sé, pero de los que se cuentan unos cuantos, como ése que explica por qué el alzheimer es muy preferible al parkinson: «Si tienes parkinson, vas al bar, pides una copa, te la vas a tomar, la vuelcas y tienes que pagarla. Si tienes alzheimer, te tomas tranquilamente la copa y te olvidas de pagarla».

(Chiste y dolor, ya se sabe: -¿Te duele? -Sólo cuando me río.)

Esto porque vi anteayer a Quino, tan viejecillo ahora, recibir el premio Príncipe de Asturias, y me acordé de ese chiste suyo, entrañable:

 

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Y también por esto que cuenta Iñaki Uriarte en un adelanto del tercer volumen de sus Diarios, que publica Clarín:

«Tere me contó ayer su encuentro en el parque con X, un señor mayor al que ella conoce desde hace tiempo. Se saludaron efusivamente y charlaron un rato. El le explicó con detalle sus diversas penalidades físicas y varias operaciones recientes. Estuvieron hablando así un rato largo. Hasta que él le dijo: Y lo peor de todo no es lo que te he contado. Lo peor es que no sé quién eres».

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25 octobre 2014

Nuevas canciones para no llorar en el aeropuerto

Para não chorar no aeroporto / Moço / Não vá no aeroporto / Moço / Nem ao porto vá / Não vá / Não

A abelha pica ali / Dá mel aqui / Eu sei

Então vá no aeroporto / Moço / O voo está na hora / Moço / E aperte os olhos.

 

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19 octobre 2014

La mar estaba serena

Diario de Córcega

La isla donde me fui a leer Así empieza lo malo es un continente por donde se la mire. Un mundo entero, con sus montes y sus pueblos, y así desde la prehistoria, o antes. Los corsos hacen abundante uso de sus formas, de la isla y de su bandera. Baste oírles hablar, y con qué orgullo contenido, du continent, sin embargo, para ver que se trata de un apego paradójicoLo cierto es que en el continente los bonos de Córcega andan por las nubes, según en qué materias. Los franceses pueden elegir qué indicación regional quieren ver en la matrícula de sus automóviles, y son muchos los que, sin ser corsos, eligen el emblema de la isla. Porque trae buena suerte y acojona a los rivales.

Como Napoleón, que comenzó su andadura en Córcega y la acabó en Santa Elena. Subimos al avión en el lugar donde el corso perdió la batalla, hace dos siglos -conmemoraciones a la vista-, con música de Beethoven y de ABBA, y bajamos en el sitio donde nació, o en el pueblo de al lado. Desde el aeropuerto belga vimos al león de Waterloo y desde el corso al de Rocappina.  Y a la hora en que volamos, exactamente, el exprimer ministro francés Lionel Jospin presentaba en mi pueblo su libro llamado Le mal napoléonien.

Y mientras tanto, a mi tío dale con recordarme que cuando niño me vistió de Napoleón y me subió a un escenario a cantar lo siguiente: Yo soy Napoleón, Napoleón. ¿Por qué reís, por qué reís? ¿Dudáis acaso de que soy yo Napoleón? Ya admiraréis de mi brazo el empuje atronador. ¿Por qué reís, dudáis, repito, de que soy yo Napoleón?

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La forma de la isla vista desde el interior de una cueva en Bonifacio

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Si Dios soltase a una banda de macacos en el sur de Córcega, seguro que escogían para vivir el sitio de Filitosa. Aquel montículo, ese paraje. Desde donde, cuentan los arquéologos, los primeros corsos presenciaron la invasiòn de la isla y erigieron menhires con la imagen del jefe de los invasores -la cara de emoticón, los atributos sexuales a la base, y la espada a la espalda, faltaría más- para fijar su poder, atraparlo y apropiárselo. Cuando los invasores se hiceron con Filitosa, el jefe se encontró con el problema de decidir qué hacer con su propio santuario levantado por el enemigo. Tomó entonces una decisión: le quitó la cabeza a su efigie, la reformateó y se la volvió a poner. 

Lo que recuerda la técnica ésa de los romanos de levantar las estatuas de los mandamases atrornillando la cabeza, para poder quitarla sin destruir la estatua cuando había que remplazar al mandamás por el siguiente. 

Pregunta para el arquéologo: cuántas Filitosas han desaparecido bajo la pica de los emprendedores o quedado simplemente cubiertas por la capa de tierra que año a año echa la propia tierra sobre sí misma, diez centímetros por siglo. Ni tantas, ni tan pocas.

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En el borde sur, Córcega cambia de carácter, y de granítica se convierte en calcárea. Y los acantilados sobre los que se asienta Bonifacio, desde donde Córcega mira a Cerdeña, son blancos. Bonifacio, ciudad cortomaltesca, imán para piratas. La leyenda cuenta que para tomarla, allá por 1420, los impetuosos soldados del rey de Aragón cavaron en el acantilado en una noche una escala de 190 peldaños. Puede ser. O bien fueron los pacientes frailes franciscanos quienes lo hicieron, para llegar a una fuente de agua dulce al borde del mar. 

Mucho después, en 1855, una tormenta lanzó contra las rocas de la isla Lavezzi, frente a Bonifacio, a la goleta La Sémillante -La Alegre-, que había zarpado la noche anterior desde Marsella llevando 700 hombres y un cargamento de pólvora a la guerra de Crimea, esa península putinesca, como cuenta Alphonse Daudet en sus Cartas de mi molino.

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Desde el mirador se ven hileras de montes, verdes, azules, y en ellos la forma de los pueblos, unos desparramados, como estrellas, otros recogidos, como ovejas. Y por todos lados el maquis corso, bajo y espeso, y las formas inconstantes de las rocas, como si fueran nubes: un simio se agacha a beber y se transforma en perro, una tortuga levanta el hocico y parece dinosaurio, un bestiario de piedra en movimiento.

Al lado, los vecinos, cuyos gestos o ruidos uno sigue instintivamente por si acaso se les fuese la olla. Y no. Son unos viejecillos que vuelven de prisa a su casa para no perderse el concurso de la tele, frente a la que se sientan como niños obedientes.

Por el horizonte se aleja el ferry que vuelve al continente. Por esa mar que cabría mirar con malos ojos porque se ha ido convirtiendo en una frontera mortífera. Pero no, para qué.

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11 octobre 2014

La mejor novela de Marías suele ser la última

Source: Externe

Javier Marías parece escribir siempre la misma novela, una variación sobre la novela de Javier Marías. Y ya son doce. Así empieza lo malo tal vez sea la mejor de la docena, no sólo por ser la última -se conoce la propensión de ciertos clientes a preferir lo más reciente. También porque siendo el suyo un proyecto de novela única o de variación sobre el tema de una misma novela, es natural que la versión vaya mejorando, con la excepción notable de Mañana en la batalla piensa en mí, que sigue siendo, en el horizonte de este proyecto, una cumbre anticipada. 

En esta última, más y mejor que en otras anteriores, la intriga, la gana de conocer lo que viene y de saber por qué lo que sucede ocurre así y no de otra manera, la comparte el lector con el narrador, de manera que por ahí la novela avanza como la arena por la cintura del reloj, sin que las consideraciones del autor en torno al comportamiento de los protagonistas, sus repeticiones incluso, demoren la acción. Más bien, le hacen ganar espesura. La literatura, afirma el narrador, es la única manera de explicar lo que por otra parte resulta inexplicable.

Tampoco es que no sobren un par de páginas de las 535 que cubre la obra, lo que no afea sin embargo el conjunto, notable en toda la línea. Así, cuando la intriga afloja porque la verdad llega, el desenlace sorprende y se asienta con aplomo. Como soy porfiado, detrás de este desenlace veo, tal como vi en Mañana..., el asuntillo de la paternidad, del cómo y por qué enrevesados caminos se convierte uno en padre, o en el padre. Y, desde luego, podría el lector ponerse pesado y hacer una lectura marcadamente psicoanalítica. Pero para qué. Baste con decirse que también en este terreno el narrador, el joven Juan de Vere, no esconde su repertorio para que el resultado sea elocuente.

No le falta humor a Así..., aunque tampoco le sobra. O será que no a todos nos hacen gracia las mismas cosas. El personaje del profesor Rico, por ejemplo, debe de ser desternillante para el profesor Rico. A mí, en cambio, me hizo gracia la escena del narrador frente a un santuario pinochetista trepado a un árbol (a un árbol madrileño, de los mismos que pierden sus ramas con tan trágica frecuencia últimamente, a un árbol y no a un plátano oriental, ni a una acacia, ni a un arce), obligado a explicarse luego con una monja tocada por una cofia como de pájaro de papiroflexia, muy felliniano todo.

Hay repeticiones, ya está dicho, y algunas son muy logradas, como este diálogo del hombre mayor con el que fue cuando joven, una suerte de concentrado del Otro borgeano. Así sea sólo por él, vale el libro entero. Pero es que hay mucho más:

« Fíjate bien en esa experiencia y no pierdas detalle, vívela pensando en mí y como si supieras que nunca va a repetirse más que en tu evocación, que es la mía; no podrás conservar la excitación, ni revivirla, pero sí la sensación de triunfo, y sobre todo el conocimiento: sabrás que esto ha ocurrido y lo sabrás para siempre; cáptalo todo intensamente, mira con atención a esa mujer y guárdalo a buen recaudo, porque más adelante te lo reclamaré, y me lo tendrás que ofrecer como consuelo ».

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Lista de las últimas ocho novelas de Marías ordenadas según la preferencia de este lector:

Mañana en la batalla piensa en mí
Así empieza lo malo
Negra espalda del tiempo
Tu rostro mañana 
Los enamoramientos
Corazón tan blanco
Todas las almas
El hombre sentimental.

28 septembre 2014

El bosque

También vuelvo del bosque. Todo lleno de criaturas.

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28 septembre 2014

Voy y vuelvo

Vengo de comprar una guía de la isla donde me iré a leer Así empieza lo malo, que también compré, así como un libro de Coetzee, el único que aún no he leìdo. Cuando acabe El Maestro de Petersburgo tal vez escriba unas líneas que llame Para leer a Coetzee, o Leer a Coetzee, o Coetzee. El primer capítulo del Maestro... debe de estar entre lo más triste que he leído en mi vida, y esto último es un elogio. Para alegrías, ya tenemos suficientes con las que nos trae el día a día. 

De paso me detuve a observar a la gente que, como dice Marías, así, en general, está loca.

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20 septembre 2014

La mano izquierda

PAUL WITTGENSTEIN, EL hermano mayor de Ludwig, perdió el brazo derecho en Polonia durante la Gran Guerra. Era pianista. Se decidió entonces a adaptar piezas para poder tocarlas con la mano izquierda y les pidió a varios maestros que compusiesen especialmente para él. Ravel aceptó y compuso el famoso Concert pour la main gauche.

Corría 1932 y Ravel estaba en la cima. Cuanto componía era recibido con admiración y el Bolero se había convertido en un éxito mayúsculo. Vasco francés, Ravel era pequeño y atildado. Y tenía genio. El día del estreno del Concierto, escuchando lo que Wittgenstein hacía con él, multiplicar arabescos y florituras para mostrar lo bien que sobrellevaba su minusvalía, lo mandó a buena parte. 

Pudo escucharlo una vez, tiempo después, tal como lo había compuesto, pero por entonces ya había perdido la cabeza. La leyenda dice que al final del concierto Ravel comentó: Pas mal... C'est qui le compositeur ?

La leyenda quiere también que Ravel, empedernido fumador, compuso el Concierto para la mano izquierda para poder fumar mientras lo tocaba. A no ser que fuera para tocarse...

PS / Me entero de lo que no invento por la lectura de Musicophilia, d'Olivier Sacks, y, sobre todo, de Ravel, de Jean Echenoz.

5 septembre 2014

Azí zoy yo

Nicanor Parra cumple cien años. J'ai cent ans, qui dit mieux, cantaba el otro.

Me pregunto qué añade a su figura alcanzar esa edad improbable, asomarse así por la cima de la piràmide demográfica. No le falta singularidad a Parra, ni a la hora de escribir, ni a la de contar.

Una de las páginas que le dedica la prensa recuerda que Parra escribió una tesis sobre Descartes en 1940. Su publicación era un requisito para conseguir una plaza como profesor y está dedicada a su maestro en el Internado Barros Arana, Amador Alcayaga. Parra se mueve con soltura en varios terrenos, ensayo, traducciòn, discurso, plástica. Por otra parte, Descartes conviene perfectamente como título de un libro suyo, descartes en el sentido de textos dejados de lado un momento y recuperados luego. Como Cachureos o Sobras de arte.

Hay quien sostiene que si Parra ha vivido cien años ha sido para compensar el medio siglo escaso que vivió su hermana Violeta. Puede ser. En materia de poder ser, Parra se las trae y se las lleva. Una vez lo llamaron del diario La Tercera. Querían entrevistarlo para una sección llamada Así soy yo. Respondió que encantado, que cero problema. A condición de que la sección pasara a llamarse Azí zoy yo. La señora o señorita le dijo que esperara un momentito, que iba a preguntarle al jefe y lo volvía a llamar en seguida.

29 août 2014

La lechuza

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Tres días recorriendo el bosque ardenés y uno puede autorizarse una que otra observación naturalista, a lo Goëthe. La naturaleza está muy bien, y mejora domesticada. Lo mejor del bosque es el castillo, y del castillo el show del cetrero, y de éste, la fuga de la lechuza Stella, que a la carne de pollo que le tiende el domesticador prefire los cielos cubiertos de la Lorena belga y se despide del público espectador moviendo el plumaje.

Otro artista muy aplaudido por niños y abueletes es un buitre africano. Darwin consideraba al buitre un pájaro asqueroso. Tal vez lo sea, pero es un excelente basurero que, de paso, ayuda a detectar la faena de los furtivos: el tiempo que les toma a estos quitar el marfil de un elefante o de un rinoceronte, y los buitres ya están girando en el cielo, alertando a las fuerzas de orden. Para quitarse los buitres de encima, los furtivos envenenan con pesticida la carcasa de las presas. 

Imagen desoladora la de una carcasa de paquidermo rodeada de una docena de buitres muertos. Al otro extremo de la estampa, otro domesticador que llama la atención es éste, que consigue injertar cuarenta variedades de frutales en un mismo pie. Tampoco se necesita que los fresnos y los abetos del bosque ardenés se conviertan de golpe en un mostrador de fruta; al contrario, la fruta se acumula en Europa a causa del oso ruso.

Llevaba unos libritos para leer en la Gauma y, como suele ser en estos casos, acabé leyendo los libritos que encontré allí donde iba. Un Simenon, de 1967, La Mudanza. Un buen Simenon es como una serie; buena o mala, siempre está cosida con hilo negro.

También me enteré de esta polémica: Antoine Compagnon afirma que un obrero trabaja mejor si lee a Proust. Julien Suaudeau le responde que los obreros están cansados al cabo de un día de dura la labor y sólo les apetece beber cerveza fría viendo la tele. En esas circunstancias, leer a Proust no es un consuelo razonable. Y si las élites arrogantes no se enteran, acabarán con la Le Pen en el Elíseo en 2017.

Bueno, bueno. A ver si la culpa va a ser de Proust, por levantarse temprano.

Para volver a la lechuza, el pàjaro presenta sìmbolos contrastados, de lector sabido, de mal agüero. Como el buitre africano ahora, es vìctima de la acumulaciòn de pesticidas en la cadena alimentaria, como explica la canciòn esa de la Fiera de l'est. En francés, chouette (lechuza) es sinònimo de simpàtico. En español, en cambio, un lechuzo es un mal bicho, uno «que anda en comisiones, y se envía a los lugares a ejecutar los despachos de apremios y otros semejantes».

21 août 2014

Un romanzetto romano

Los padres mueren en un accidente y la pareja de hijos adolescentes (19 y 17, màs o menos) quedan solos en Roma. Huérfanos, a cargo de ellos mismos, contando sólo con el vago soporte de una asistente social. Poco a poco abandonan los estudios, ella hace pinitos en una peluquería, él en un gimnasio, se van dejando manipular por un par de amigotes mayores y a punto están de delinquir.

Es la historia que cuenta Roberto Bolaño en Una novelita lumpen y retoma Alicia Scherson en su filme Il Futuro. Bianca, la muchacha, frecuenta la casa de Maciste, del actor que encarnó a Maciste en los años sesenta, con quien vive su iniciaciòn sexual. Bolaño a la edad de los protagonistas debe de haber visto los peplum de Maciste -algunos filmados por Jesús Franco- en algùn rotativo de Santiago de Chile o de Ciudad de México, e imaginado vagamente esta historia, la última que publicó mientras vivía. La película hace sitio a los fantasmas que las imàgenes despliegan o despiertan y funciona como puesta en imágenes precisamente. Rodada en italiano e inglés, hay un único momento en que los muchachos echan mano a su español materno -son chilenos- para hablar entre ellos, en un diálogo clave de su nueva vida.

17 août 2014

Gerona, 1978

Source: Externe

-¿Me guardarías un secreto?

-Si no eres capaz de guardarlo tú, ¿por qué voy a guardarlo yo?

El inspector Cuenca recuerda este diálogo de novela en Las leyes de la frontera, de Javier Cercas, una historia de charnegos que va del tardofranquismo al presente, con la verdad escurridiza como vértice: ¿Quién entregó al Zarco, un delincuente juvenil en la Gerona de 1978? ¿El Gafitas, su compinche, reconvertido luego en exitoso picapleitos? ¿O Tere, novia o hermana del Zarco?

Un relato sobre la base de tres puntos de vista orquestados por el narrador, que dosifica el suspenso, no rehúye los golpes de efecto y cuenta una verdad que no se puede decir sólo con la verdad, según el propio autor.

Tal vez sólo quepa reprochar a Cercas que aparezca en la foto de la contratapa tan enfoscado que casi se asemeja a Arcadi Espada.

11 août 2014

Fin del mundo con jardín y arroyo

El fin del mundo, End der Welt, no está lejos. Se puede subir en funicular desde el lago de Biena, dos estaciones, quinientos metros de desnivel, y luego andar veinte minutos. End der Welt no tiene mucho que mostrar, unos campos deportivos a cielo abierto y un restaurant, cerrado por vacaciones.

Al otro extremo del lago de Biena está la isla Saint-Pierre, istmo más que isla, donde Rousseau, viejo ya y descreido, escribió las famosas Rêveries du promeneur solitaire. Ese nombre le dieron también al camino que bordea el lago o laguna que recoge el agua de lluvia del pueblo donde vivo.

Biena es conocida por ser la cuna de la relojería. La reforma protestante dio un impulso a esta fabricación, parece, porque dejó súbitamente sin trabajo a muchos orfebres, que de hacedores de crucifijos se reconvirtieron en relojeros. De Biena es el reloj que llevo, que era de mi padre.

Hay quien teme ahora que esa industria relojera deslocalice su producción hacia otras plazas en Europa del este. Biena es la ciudad más pobre de Suiza, me dice un bernés. En los clubes de ricos siempre habrá un miembro más pobre pero no es seguro que se note desde fuera. Como sea, en la iglesia de San Benito, en la ciudad vieja, el aprendiz de organista hace sus gamas una mañana cualquiera entre semana y el resultado parece un concierto de categoría. O será el espíritu de las vacaciones el que hace que todo parezca un peldaño por encima, el propio veraneante incluido, sin ir más lejos. Biena, por otra parte, es la avanzadilla del habla germana hacia el oeste, y de la francesa hacia el este. La ciudad estuvo bajo el dominio del príncipe-obispo de Basilea desde el s.XI hasta la Revolución francesa, y fue francesa durante 17 años, antes de integrarse a la Confederación suiza.

Source: Externe

Más podría decirse de estos lugares pero es bueno no excederse. El bernés Paul Klee advertía hace cien años: Se yerra intentando expresarse con más medios que la naturaleza, cuando cabría intentar hacerlo con menos. Lo decía en relación a los cuadritos que pintaba, como el que ilustra esta página, Jardín junto al arroyo.

Bueno, sí, cabría añadir que al cabo del viaje la Ardena estaba bonica, toda florecida de adelfillas.

Y sobre lo que dice S abajo, ordenaba la maleta y del bolsillo perro del pantalón cayó un franco. Creía haber gastado yo hasta el último, y no. La economía siempre te da una oportunidad.

2 août 2014

Voy y vuelvo

Eso. Saludos.

1 août 2014

El hombre de la foto

Esta foto del cerro Santa Lucía, en el centro de Santiago de Chile, hace un siglo y medio.

El hombre de la foto me hace pensar en el hombre de Tiananmén, el que detenía a los tanques. Nuestro hombre del Santa Lucía hace frente a lo que viene, al tiempo que pondrá en lo alto del cerro un cañón, una bandera y un castillo donde se celebran matrimonios.

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28 juillet 2014

La buena, la mala y la fea

Más cine.

Las mejores intenciones, la vida de Ingmar Bergman desde que sus padres se conocen hasta que el cineasta nace. Suena raro esto de contar la vida de alguien antes de nacer, pero el resultado se consigue contando la historia de la familia. No sería simple ser el hijo de un pastor luterano iconoclasta en el norte sueco y convertirse en un gran hacedor de imágenes. Bergman escribió el guión y el filme lo dirigió el danés Bille August. El relato es lineal y su factura impecable. Las palmas de oro que se llevó en Cannes 1992 -a la mejor película y a la mejor actriz, Pernilla August, en el papel de la madre de Bergman-, parecen muy merecidas dos décadas más tarde.

Otra cosa acontecerá dentro de veinte años, creo yo, con La Gran belleza, el filme de Pablo Sorrentino, muy premiado en 2013. La propia encargada de la mediateca de mi pueblo me tendió el DVD diciendo: grand film. Y no creo que una película tan fatua aguante bien el paso del tiempo. Confieso, eso sí, que aguanté sin moverme del asiento las dos largas horas que dura, no me dormí, ni me ahogué en bostezos. Porque el filme está hecho sobre la base de una estética publicitaria y abunda en guiños culturetas, fellinismos y allenismos comprendidos. Tiene, así, todo para atrapar la atención. Y le sobra pretensión, por lo que derrocha kitsch. Le doy la razón al amigo Sámuel que hace unos meses la calificó de mejunje infumable.

Esas eran la buena y la mala. La fea es Post mortem, de Pablo Larraín. Que es, también, a su manera, buena y mala. La autopsia de Allende la firman dos médicos conocidos y una tercera persona, un tal Mario Cornejo. La pregunta del filme entonces es ésta: quién es Mario Cornejo, el funcionario de la morgue que transcribe los resultados de las autopsias. Post mortem nos lo presenta enamorado de su vecina, una bailarina del Bim Bam Bum, un cabaret del centro de Santiago. Los diálogos entre Mario y la vedette son tal vez lo mejor del filme, en el registro del cine que hacía por entonces Raúl Ruiz. Hay unas cuantas imágenes que suenan justas, también. Pero no es difícil entender que cadáveres acumulados y autopsias en cadena compongan un cuadro inevitablemente feo.

21 juillet 2014

La vejez no es para cobardes

Temporada de cine en Maeterlinck.

Ilo Ilo, de Anthony Chen. Una familia china en Singapur aloja a una criada filipina. ¿Por qué vía se enteraría uno de la vida en Singapur? A pesar del desarrollo, parece incómoda la vida de la gente en aquella isla, al menos de la gente sobreexigida que aparece en la pantalla. No parece soplar aire por allí, salvo en el cementerio, adonde la familia lleva, a la tumba del abuelo, un pollo cocinado que habían criado en el balcón. 

En Quartet, de Dustin Hoffman, la historia transcurre en una casa de reposo para músicos jubilados en la campiña inglesa. Se trata de una comedia bien llevada, con el atractivo añadido de la música y el bel canto. A la divisa de esos divos seniles supongo que tendré que referirme a menudo en el futuro, si lo hay: la vejez no es para cobardes.

De la Kermesse heroïque, de Jacques Feyder, un clásico del cine francés de los años treinta, cuya historia se sitúa en Flandes durante la ocupación española, creía recordar que a los españoles los pintaban propiamente como a unos salvajes. Y ni tanto así. Son los hombres, en general, y los flamencos de Boom, en particular, quienes quedan como chalecos de mono (salvo el joven Bruegel, que anda en la luna). Las mujeres, en cambio, resultan ser valientes y emprendedoras. Emprendedorazas.

Lo mejor, con todo, asoma por la pantalla grande. Boyhood, de Richard Linklater, me atrapa por el título (el coetzismo) y me retiene por las formas: un crío actor filmado durante doce años, desde los seis hasta los 18. Salgo de la sala pensando que los yanquis son como todo el mundo, marcianos.

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