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Camino de Santiago
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19 janvier 2014

La mejor película de Woody Allen no la hizo Woody Allen

Después del apocalipsis, los sobrevivientes suelen preguntarse: ¿y ahora qué? Le ocurrió a Francis Coppola, tras su versión del Corazón de las tinieblas, conocida como Apocalypse now.

Lo que siguió fue otra sobre corazones, One from the heart (Corazonada o Golpe al corazón).

La vemos ahora, treinta años después de su estreno, y disparamos los fuegos artificiales. Una historia de menos que nada (una pareja se ama y se detesta, ella sueña con unas vacaciones en Bora Bora y él con comprarse la casa donde viven, y echan, cada uno por su lado, una cana al aire, ella con un camarero sudaca, él con una eslava circense, para acabar abrazados en un final feliz), tratada a punta de cartón piedra y de neón colorido, de trompe l'oeil descarado, a punta de pura ilusión, con una maestría total.

El resultado es que la mejor película de Woody Allen no la hizo Woody Allen.

Un ejercicio de estilo impecable de cabo a rabo, en el que sólo desentona en parte la música melosa de Tom Waits.

La película tiene el valor añadido de haber sido un estrepitoso fracaso de público y de crítica y haber llevado a Coppola a la quiebra. Como se sabe, su obra es una sucesión de taquillazos y de patinazos. A ver si las veo todas para confirmar lo que presumo. Que las malas de Coppola son tan buenas como las mejores.

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13 janvier 2014

Una película recomendada por Coetzee

Le hacemos caso a Coetzee y vemos Le Temps qui reste, de François Ozon. ¿Qué hace un hombre de 30 años cuando se entera de que le quedan tres meses de vida? Es el caso de Romain, fotógrafo de moda parisino, y bien equipado con todos los tics que se suelen asociar con el perfil.

¿Qué hace? Intenta recuperar el contacto con el niño que fue. Va a visitar a su abuela -privilegio suyo, su abuela es la Jeanne Moreau. Durante el viaje, una pareja le hace una proposición inesperada, que termina por aceptar. Parece, por esa vía, distanciarse de su narcisismo algo primario pero tal vez no haga más que aferrarse a él, como un náufrago al mástil que sobresale.

El estilo de Ozon es efectista, ciertamente resultón. No es lo que prefiero en estas materias. Pero la película venía muy bien recomendada.

7 janvier 2014

I prefer π

De esta lista de las 35 mejores películas de 2013 vi tres de las cuatro primeras, The Master, Camille Claudel y Mud, y, curiosamente, ninguna de las treinta siguientes, hasta la penúltima, No.

Las que menciono son todas más o menos buenas. De algunas he escrito alguna línea aquí o en Twitter. Mud, por ejemplo, me pareció muy buena hasta antes del happy end a balazos. Claro que sin el happy end a balazos no la iba a ver ni yo, que era el único en el cine.

Buenas películas a las que estropea un mal desenlace hay unas cuantas. Tantas como películas más o menos cuyo final las sube de categoría.

Pi

Como Pi, que es pintosa, sin más, hasta el momento en que se cierra y ahí, justo ahí, se abre. A la hora de saber que esa historia de animales a la deriva en medio del océano era una fábula y Depardieu era la hiena.

29 décembre 2013

El cocodrilo

La cosa comienza así: el explorador portugués está tan triste que, tras comérselo, el cocodrilo se queda tristísimo. Después de algunos sobresaltos, la cosa termina peor. Todos tristes, no sólo el cocodrilo.

El filme, Tabú, de Miguel Gomes, comienza por donde acaba: en Lisboa, una ciudad envejecida, donde una mujer avejentada dilapida en el casino de Estoril el último dinero que le queda de lo que la fue la fortuna familiar colonial.

Pura saudade portuguesa de un África de cine de aventuras.

27 décembre 2013

La piedra

Ese espacio de tiempo que media entre una herida de muerte -una bala alojada en la cabeza- y la muerte definitiva. Una mujer procura mantener con vida a su marido, herido de muerte, sacarlo del coma en que está sumido en una barriada de Kabul. En el intento, va descubriendo que, por una vez, puede decir lo que siempre ha debido callar porque el hombre está inane y no la puede interrumpir ni acallar. Se trata de una tradición, la de cargar a una piedra con los secretos inconfesables hasta hacerla estallar.

Syngué sabour (Piedra de paciencia) se llama la novela del afgano Atiq Rahimi que lo cuenta. La novela tuvo una recepción mayúscula en Francia, al punto de que ganó el Goncourt en 2008. El propio Rahimi la lleva ahora al cine, con el apoyo de Jean-Claude Carrière, con quien escribe el guión. La película, filmada entre Casablanca y Kabul, es una buena historia que tiene mucho de intemporal -el hombre es crístico, la mujer es magdalénica- y está a la vez plenamente anclada en los años sombríos que viven Afganistán y el mundo musulmán.

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21 décembre 2013

En qué no se parecen Woody Allen y The Wire

No hay negros en las películas de Allen. Caigo en cuenta de este detalle viendo a esos italianos tan jocosos que aparecen en Broadway Danny Rose.

Alguien parece haberse dado cuenta de esta ausencia y la comenta en la red. Respuesta inmediata del cineasta, que incorpora a Justin y a su mamá durante unos brevísimos segundos en Si la cosa funciona.

No digo que debería haberlos. Digo que de no haberlos, no haylos.

8 décembre 2013

El avión de la Sabena

El cine y el sueño van de la mano. Acomodarse en la oscuridad de un lugar apacible y dejarse llevar por unas imágenes que combinan lo  nuevo y lo consabido de manera inesperada..., no debe de haber nada más parecido al sueño que el cine. Así las cosas, que entre dos escenas mi tío descabece un sueñecito no tiene nada de raro. Hablando de esto recordé aquí días atrás a nuestra amiga A en el cine de mi pueblo y al niño del avión de la Sabena.

A es una sobreviviente del genocidio ruandés. Lo que vivió en Ruanda no es de contarlo, por inverosímil. Lo cierto es que a poco de encontrar refugio en Bélgica, la invitamos un domingo por la tarde al cine. Escogimos una película familiar y el cine al que fuimos era el último en conservar la modalidad antigua del entreacto entre las sinopsis y la película, entreacto que aprovechaba el acomodador para vender golosinas circulando por la sala con una bandeja colgada al cuello. Era invierno, como ahora, hacía mucho frío fuera y un agradable calorcillo reinaba en la sala, calorcillo reforzado por los abrigos que los espectadores acomodábamos en los regazos. En cuanto apagaron las luces y aparecieron las primeras imágenes en la pantalla, nuestra A se durmió como una bendita. Despertó en el entreacto al paso del vendedor de golosinas e inició el movimiento de levantarse del asiento y ponerse el abrigo. Nos miró entonces y, para agradecernos la invitación, con los ojos pesados de sueño, exclamó: ¡Pero qué película más hermosa!

El recuerdo del niño data del mismo periodo, mediados de los años noventa. El avión de la Sabena, ese pájaro blanco inmaculado posado sobre el pavimento sucio del aeropuerto de Luanda, embarcó a los pasajeros en los rangos de asientos laterales. Los rangos centrales estaban reservados para un centenar de niños heridos de guerra que una ONG alemana traía a curar a Europa. Venían del interior de ese enorme país, por lo que el viaje de esos niños había comenzado mucho antes de abordar el avión de la Sabena. En cuanto estuvieron instalados en sus asientos, el avión decoló y el pequeño que estaba sentado cerca de mí, separado sólo por el pasillo, se durmió en seguida profundamente. A poco andar, las pantallas del avión comenzaron a mostrar una película, Jumanji. En un momento de ésta, unos niños abren un baúl y, por arte de birlibirloque, ese baúl desata unas inundaciones tempestuosas que de pronto se revierten y la fuerza del agua arrastra hacia el baúl todo lo que arrambla a su paso, árboles, casas, animales y seres humanos. Unas imágenes propiamente alucinantes. Pues bien, fue ese momento el que el niño angoleño, mi vecino de asiento, escogió para abrir los ojos. Y los abrió bien grandes cuando vio lo que veía, esa tragadera tremenda. Mirándolo, pensé que, siendo como era un niño venido del interior de un pobrísimo país en guerra, esas eran tal vez las primeras imágenes animadas que veía en una pantalla. El niño mantuvo los ojos muy abiertos durante unos segundos, asombrado de ver al mundo desaparecer dentro de un baúl, de a poco fue dejando que los  ojos se cerraran y ya no volvió a abrirlos hasta Zaventem.

2 décembre 2013

El dandy místico

Y puesto que me ha dado últimamente por consignar aquí las películas que vemos en esta temporada otoño-invierno, digamos que he visto Camille Claudel 1915. Gran película, tristísima. Duda uno entre deshacerse en elogios al autor, Bruno Dumont, y a la intérprete, Juliette Binoche, o en insultos al coprotagonista, el famoso hermano escritor de la escultora, Paul Claudel, responsable de su encierro en esa casa de locas ('dandy místico' lo llama Mandelbaum), esas pobres locas tan humanas y tan cargantes.

19 novembre 2013

Una buena ocasión para ver «No»

Ayer fue día electoral en Chile, una buena ocasión para ver No.

Como se sabe, la película cuenta la campaña del plebiscito de 1988, una consulta que buscaba prolongar la dictadura de Pinochet por vías electorales.

La película está bien. Sobre todo en cuanto integra felizmente material documental de la época con la historia que cuenta, la de un publicista exitoso que se embarca en la campaña publicitaria a favor de la opción del voto No en ese plebiscito. En torno a él, varios protagonistas históricos de los hechos de 1988 se representan a sí mismos en el filme dos décadas más tarde, y sus figuras avejentadas enlazan con la época y marcan, al mismo tiempo, la distancia que media ya con ella.

El tono de las imágenes, su coloración, es la propia de la televisión de esos años, ese deslavazamiento como de polaroid. Y no sólo los colores, también el pulso de la película es el de la tele de ese entonces, la que vería Larraín cuando niño.

Y luego está la tensión argumental entre la eficacia de la comunicación publicitaria y la ineficacia del discurso ideológico, tensión que expresa otro enfrentamiento, el de una sociedad cavernaria versus una sociedad llamémosla moderna. En medio de ese tira y afloja, la circunstancia personal del publicista se juega también al sí o al no, al ser o no ser del protagonista.

Por ponerle uno, le pongo un pero y, como soy el último en ver la película no seré el primero en ponérselo: según el planteamiento inicial del filme, fue la presión internacional, encabezada por Norteamérica, la que llevó a Pinochet a convocar ese plebiscito y a correr el riesgo de perderlo, y, otra vez, fue esa misma presión internacional, y sólo ella, la que obligó a un sector del pinochetismo, representado por Matthei, a reconocer la derrota electoral en el mismo momento en que el entorno más próximo a Pinochet se disponía a negarla.

Lo que equivale a decir que los norteamericanos estuvieron detrás del golpe en el 73 y también tras la caída de Pinochet, en el 88. Lo que es innegable. La presión popular, sin embargo, que se desató de manera más o menos espontánea e inesperada a mediados de 1983, pilló desprevenido al pinochetismo y, sobre todo, le demostró que la pura represión, por violenta que fuese, no era argumento suficiente para ganar la batalla de las imágenes.

Esa batalla Pinochet la tenía perdida, pero aún hacía falta saber ganarla.

2 novembre 2013

Adèle en «plan poitrine»

La vie d'Adèle, chapitres 1 & 2, de Abdellatif Kechiche, en el cine. Por una vez, hay gente en la sala. No tanto como la que habrá al lado viendo Thor o Gravity, pero hay. Lo digo porque tenemos por costumbre ver las películas solos, con la compañía que llevamos puesta, no más.

Pero es normal que haya gente, porque esta Adèle se llevó la Palma de oro en Cannes esta primavera y los filmes de Kechiche, cuál más, cuál menos, dan siempre que hablar. Ahora que he visto el último, Adèle, me gustaría ver el primero, La faute à Voltaire, y es que el mejor momento de este Adèle es cuando los muchachos leen por turnos una pieza de Marivaux en clase de literatura, y La faute à Voltaire, por lo que veo, va de eso, de citar a los clásicos en relación a la historia que se cuenta, de suerte que la platitud de la vida coja relieve. El procedimiento mal llevado puede sonar hueco y pedante, pero Kechiche consigue traer a Sófocles, a Marivaux o a Sartre y ampliar el espacio de la historia. Que su personaje sea una liceana que tiene que bregar con libros le ayuda, claro.

Adèle es un personaje desamparado. Tiene una buena familia y un lugar en ella, estudia y encuentra un trabajo que le gusta y hace bien, vive una historia de amor apasionado con la intensidad de sus años -18 en adelante- y, sin embargo, siempre parece estar sola, desprovista, perdida en el mundo. Como todos, tal vez, como muchos, sin duda, pero es a ella a quien Kechiche enfoca muy de cerca, hasta abusar casi del famoso plan poitrine del cinéma verité.

Supongo que la duración y la febrilidad de los polvos entre Adèle y Emma no serán ajenos al éxito de público de la película. La gente querrá, querremos, hacerse una idea cabal de un contacto sexual entre chicas. Kechiche podría abreviar en ese terreno, el segundo y el tercer polvo no añaden nada en relación al primero, y la película ganaría en concisión.  ¿Qué nota me podrías?, le pregunta Adèle a Emma en la cama. Catorce, responde ésta. Te falta un poco de práctica.

Bueno, pues eso, 14.

(Un detalle de talla, el plátano oriental bajo el cual se sienta Adèle al borde del Sena, qué esplendor de árbol. Imposible filmarlo en plan poitrine.)

31 août 2013

Otro verano

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Cualquier australopiteco recién llegado sabe que el verano se termina en el hemisferio norte en el mismo momento en que despunta en el sur. El verano no alcanza para todos, o sea, como el anticiclón de las Azores, y esto vale incluso para los trópicos, donde el estado de verano perpetuo hace que el verano no sea verano.

Lo cierto es que el regreso de los veraneantes y los preparativos para la famosa rentrée, el fresco que gana las mañanas y el pardo que asoma por las hojas de las hayas, el sol que carga al este y se pone cada día más temprano no dejan lugar a dudas. Se acaba el verano. Lo digo sin asomo de tristeza. Cada vez que en medio de un anochecer mirábamos al cielo tratando de retenerlo, sabíamos que ya lo habíamos dejado ir.

Hay una película, que no he visto, que se llama Fin aout, début septembre, y contará lo que ocurre en estos días en que andamos algo sensibles por lo que el verano fue y sobre todo por lo que no fue. También hay otra película que sí vi cuando tenía 17 años, ese Verano del 42. Entonces no tenía ninguna razón para añorar un verano que no había vivido. Debería haberlo olvidado por lo tanto, y, sin embargo, lo recuerdo.

Cualquier australopiteco sabe que no hay lugar para la nostalgia ni aun durante la última tarde de domingo del verano, porque en cuanto acaba un verano despunta el siguiente. Habrá que cuidar de no resbalar en el invierno, pero, como dice Heaney, que ha muerto en estos días, este año tengo, para el hielo, el bastón de mi padre.

Oleo de Sybilla Merian

10 août 2013

Un Allen balzaciano

Blue Jasmine, la ùltima de Woody Allen. 

Se sabe còmo trabaja el hombre, un filme por año. Cuando lo estrena, ya està filmando el siguiente. Lo pasa tan bien filmando y montando que luego, cuando ve el resultado, se siente algo decepcionado. Pero es probable que ni siquiera lo vea. 

Blue Jasmine, filmada en San Francisco, le ha salido balzaciana. Es la crisis, o ha sido, y Allen filma la deriva de una nueva rica convertida en nueva pobre, Jasmine, en la que todo es incierto, si no falso, comenzando por el nombre.

Si el personaje de Jasmine està muy bien compuesto, tanto en las situaciones en que brilla en el mundillo de los ricos, como en las que se resiste a ser lo que se ha convertido, una loser, o sea, como dice ella misma a menudo hablando de los demàs, què decir de su hermana, modélica en su medianìa.

Esto de las hermanas es decidor de lo manera còmo trabaja Allen. Una es alta, rubia y guapa, la otra morena, pequeña y màs bien fea. Como no colarìan como hermanas biològicas, Allen las convierte en hermanas de adopciòn. Y tanto mejor. Cualquier familia tiene algo de hechizo y las de Allen ni qué decir.

31 mars 2013

¿Bonsái?...

Bonsái, de Alejandro Zambra, está en el penúltimo lugar de la biblioteca de esta casa desde que decidí ordenarla alfabéticamente. Después de él, sólo está Nana, de Zola. Leí Bonsái tiempo atrás y anoche vi la película. Una novela tiene cien mil palabras y un guión de cine diez veces menos. El paso de uno al otro depende de la ley del embudo. De un embudo que funciona al revés en este caso, porque la novela de Zambra no llega a las cien páginas (es un bonsái) y la película de Cristián Jiménez dura lo que la mayoría de los largometrajes, una hora y media.

Sobre la voz que da título al libro compuse una vez un palíndromo: ¿Bonsái?... Ya, snob. Curioso porque, como se trata de una historia de literatos, la acusación de snobismo no anda lejos e incluso en uno de los diálogos los protagonistas, que leen a Proust diciendo que lo releen, se autoinculpan de ese pecado venial. Pero no. No suele haber snobismo en el primer amor. Los amores juveniles, que es de lo que trata Bonsái, están siempre entre lo sublime y lo ridículo. A esa edad, hay que ser ridículo para ser sublime. Y al revés.


19 février 2013

El radioescucha

Los Caballos de Dios es un filme marroquí de Nabil Ayouch que cuenta cómo un grupo de muchachos de una barriada de Casablanca se convierten en terroristas kamikazes y desatan una matanza en el barrio cosmopolita de la ciudad, barrio que algunos de ellos ven por primera vez el día de su explosión suicida, en mayo de 2003.

El filme sigue de cerca a dos hermanos y a su familia. Un tercer hermano es sólo parte del decorado y no tiene más protagonismo que el de pasarse los días pegado a una radio portátil escuchando las noticias. En inglés, francés y árabe, precisa él. Así, cuando en su casa se viven momentos cruciales en el camino que lleva a sus hermanos al terrorismo islamista, el filoautista de la radio portátil exclama: ¡Los rusos han invadido Grozny!

Recordándolo, me digo que no la tenemos todas con nosotros los lectores de diarios. Creo que era Borges quien decía que de haber habido periódicos el día del nacimiento de Cristo no hubiesen dado esa noticia. Pero no sólo por eso lo digo, sino también porque apegarse tanto a la actualidad tal vez sea una manera como otra cualquiera de huir de la realidad.

La realidad es una sala de espera y el periódico es un caleidoscopio que alguien ha dejado a mano para que te entretengas mientras tanto. Mientras tanto.

También el estado anímico de la madre de los terroristas resulta preocupante. Qué contenta se pone viéndolos abandonar los vicios modernos y entrar en las órdenes del yihadismo. El caso de esta familia da para otra cita, ésta de Sabato: Mientras se derrumba su casa siempre habrá un hombre preocupado por el estado del mundo y mientras se derrumba el mundo siempre habrá una mujer preocupada por el estado de su casa.

10 février 2013

La niña saudí

¿De qué puede tratar una película sobre una niña saudí? ¿De una niña que quiere ser feliz y no la dejan?

Fui a ver Wadjda casi que arrastrando los pies, de tan previsible que me la imaginaba.

Y no. O sí, pero no. Es el primer filme saudí, la primera película filmada en aquel reino inverosímil que, como dice Sotinel, produce diez millones de barriles de petróleo cada día y un filme cada cien años. Una película que no será vista en su propio país, entre otros detalles porque allí no hay salas de cine. Esa circunstancia radical abre, paradójicamente, un espacio de libertad que Wadjda aprovecha. El problema que evoca —la neurosis patógena que afecta a esa sociedad y condena a sus mujeres a la inexistencia social— es más grave incluso de lo que uno cree saber. Y, sin embargo, la existencia misma de Wadjda, esta película de Haifaa Al-Mansour, esboza una apertura concebible.

Porque, por más drástica que sea la opresión, la libertad siempre está al alcance de la mano, al menos hasta que no te la arrebaten.

Sobre Haifaa Al Mansor, la primera mujer que.
20 novembre 2012

La candidez

Fui a ver Après mai. Nadie en el cine. Me quejo de que no pongan las películas que me gustan, pero admito que cuando ponen una no va nadie. Será porque voy los domingos tarde por la noche.

Après mai cuenta las aventuras juveniles de un muchacho parisino a comienzos de los años setenta. A quien tenga la edad de quien cuenta la historia y haya vivido días parecidos a esos, le resultará difícil hacerse el desinteresado. Es mi caso, por lo que diría que la película me gustó. Sin más.

Pero sí hay una imagen en el filme que me conmovió. Una muchacha decide abortar, por lo que viaja a Holanda. Prefiere ir sola. A la hora de tomar el autobús, su novio le dice que se pase por el museo de Haarlem, que le queda a un paso de la clínica, y se detenga frente los cuadros de Frans Hals. La cámara la muestra entonces, después del aborto, frente a los regentes y a las regentas del hospital y del hospicio de la ciudad en el siglo XVII.

La muchacha es cándida. O lo era hasta unas horas antes.

5 juillet 2012

La puttana

To Rome with love se llama la última de Allen, que persevera en la tarea de embarcarnos en sus city trips por la vieja Europa. El envío de postales se le da bien, ese color calabaza de los palacios romanos mejora sobre el celuloide o su sucedáneo.

Las historias de Allen suelen ser siempre las mismas, las parejas jóvenes, maduras o viejas, ricas o menos ricas, gringas o menos gringas se frotan entre ellas con resultado de abundantes equívocos, numerosas risas e incluso alguna arruga en el alma. Marivaudages entre preciosas ridículas y galanes declinantes, o al revés.

Se sabe que Allen produce un filme cada año y que él mismo no los ve tras su estreno, ocupado como está con el siguiente. También, que esta última serie europea ha sido un éxito de público y de crítica.

Este, romano, tras Barcelona, Londres y París, parece el peor de los cuatro filmes. Los costurones que sostienen el entramado de las historias que el cineasta cuenta en paralelo son bastos y, en un par de ellas, los recursos argumentales resultan demasiado gordos. Lo mejor probablemente (mucho más que Begnini haciendo de Allen mediterráneo), sea el propio Allen haciendo de Allen, resistiéndose a la jubilación y a la muerte al precio de darle la tabarra a la concurrencia, perfectamente desenmascarado por su psiquiatra de mujer.

Y, quien lo iba a decir, quien sale mejor parada es la puttana romana, Penélope Cruz en persona. Ya en Volver, de Almodóvar, Cruz componía un personaje directamente sacado de lo mejor del neorrealismo italiano. En To Rome with love da un paso más en su propósito de demostrar que es ella, hoy por hoy, lo más parecido a Sofía Loren de cuanto se mueve por las pantallas. En contraste con las gringuitas sosas o insufribles, Penélope tiene un efecto tónico o, mejor aún, gazpáchico.

31 mai 2012

Un grupo de amigotes

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Llego a La Belle équipe por las imágenes. Es una historia de otra crisis, la de los años treinta. Un grupo de amigotes sin trabajo ganan un premio de la lotería e instalan un chiringuito al borde del Marne. Una especie de Full Monty, como quien dice. Con música también, Jean Gabin cantando Quand on se promène au bord de l'eau. Cuando el negocio van bien, muere uno de ellos y a partir de ahí las cosas se tuercen. Et in Arcadia ego. Los dos últimos, Juanito y Carlitos, están enamorados de la misma mujer y el asunto acaba en crimen. Los productores le imponen al director que cambie el final por uno más optimista. O al menos no tan triste. El director asiente, pero desde entonces hay pleito entre las partes por los dos finales. Y aún así, la película es un fracaso comercial. A otra escala, sin embargo, el filme funciona en referencia a la suerte del Frente popular, que consigue por entonces ilusionar al personal pero acaba mordiendo el polvo de la guerra.

Ahora que sé todo esto, debería verla.

19 mai 2012

Salmon y los salmones

La pesca de salmón en Yemen no es una comedia de gran cosa, pero reúne lo justo para mantener la atención, algo de geopolítica y una amourette entre dos brits queribles. Tiene eso sí un momento que está bien del todo: el rencuentro, teleguiado por el poder -por la eminencia gris detrás del poder, la asesora de prensa del primer ministro-, de un soldado rescatado de la guerra de Afganistán con su novia, sobre el terreno y frente a las cámaras. Una trampa tanto para los protagonistas como para el pueblo espectador, como las hay tantas y tan cosidas con hilo negro y sin embargo tan rentables para los mandamases.

Esta combinación de la teatralidad del ejercicio de la autoridad con la telerealidad como vía para cautivar a la opinión la describe hoy perfectamente Christian Salmon a propósito de las ceremonias eleccionarias francesas, en particular la escena del diálogo de François Hollande con su primogénito en directo televisivo la noche de su elección.

Como decíamos ayer, las dictaduras utilizan bombas lacrimógenas y gases hilarantes. Las democracias sólo las echan por la tele.

PS/ Una pena que las escenas yemeníes de La pesca... hayan sido filmadas en Marruecos. No porque yo tenga nada contra Marruecos ni contra las alegres cuentas de la industria del espectáculo. Es que esta constatación -la imposibilidad de filmar una película británica en el Yemen- anula per se la conclusion del propio filme. Y también porque, habiendo sido feliz brevemente en la Arabia feliz, me encanta volver a verla.



8 mai 2012

La yapa

(Tres días en Luxemburgo, 4 + 1)

Se me quedan tres detalles, que liquido ahora mismo. La yapa, the remnant.

Luxemburgo es un país muy verde y la gente pinta las casas de colores (en contraste con el sur de Bélgica, donde prima la piedra natural y el ladrillo). Sin embargo, no parece haber ni una sola casa pintada de verde. Terracotas, cremas, y cúrcumas a tutiplén, o azules, o incluso grises, pero ninguna verde. 

En el restorán de Urspelt, la camarera es brasilera, de São Luiz de Maranhão. Aparte lo verde, Maranhão será la antípoda de Urspelt.

De tan templados que son, los luxemburgueses parecen haber inventado el concepto del sauna tibio. Tal vez por eso, y por el número, no parece haber luxemburgueses que hayan marcado el imaginario colectivo. Y en cuanto al imaginario personal, al único luxemburgués que recuerdo es a Julien, el pianista de Rendez-vous à Bray. Y con esta nana me despido, que a eso quería llegar.

Six, cinq, quatre, trois, deux, un et une
Mon oiseau a perdu ses plumes
Plumes de bois et plumes de fer
Nous nous retrouverons en enfer
Plumes de fer et plumes de bois
Le paradis n'est pas pour toi
[Le paradis est pour le Roi.]



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