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Camino de Santiago
espana
10 septembre 2016

Vino o no vino

Y 9

Creía haber concluido. Y debo decir que fui bastante feliz allí por donde anduve. Pero resulta que también escribí esto que sigue y no sé cómo tomármelo:

Mañana te vas del pueblo. Suerte que tengo. Y no es porque no quiera quedarme.

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7 septembre 2016

Volverse a mirar

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La sierra de Cameros. Las vacas en la sierra de Cameros. Las cabras en la sierra de Cameros. El habla de Vicente en San Román. El agua del Ebro bajando a Castilla. La catedral de Burgos. La judería de Hervás. Las tablas del Divino Morales en San Martín. Una mata de hortensias en San Martín. El agua corriendo por las calles de San Martín. El viento soplando en la plaza de San Martín. El agua corriendo entre las piedras, en Acebo. Una familia en Acebo. La sierra de Gata. La sierra de Malcata. Los castaños «abuelos» en el castañar de San Martín. El helicóptero apagando el fuego. Los azulejos y vitrales ingenuos en Portugal. La muralla de Sortelha, en Portugal. La iglesia de Santiago, en Belmonte, en Portugal. El dintel de una ventana en Robledillo. Las ventanas. Las puertas. Las puertas-ventanas. El color del aceite en Robledillo. El color de la miel en Robledillo. El color del vino en Chinchón. Las tinajas de vino en Chinchón. La Asunción de la Virgen, por Goya, en Chinchón. La plaza de Chinchón. Los piños de ovejas en el campo extremeño. El atardecer desde el mirador de Llerena. El amanecer desde el mirador de Llerena. El Cristo en la cruz, de Zurbarán, en Llerena. La escultura del «tumbaíto» en Llerena. La sombra de las palmeras en Llerena. La capilla de San Blas en Santa Olalla. La meseta desde arriba. Las montañas desde arriba. 

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3 septembre 2016

El chapurráu

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Extremadura es grande, conviene abordarla por los extremos. La Extremadura alta, por San Martín de Trevejo. La baja, por Llerena.

En San Martín se habla mañegu. Y lagarteiro en el vecino pueblo de Eljas, y chapurráu en Valverde. Los gallegos dicen que el mañegu es galego. Por mi parte, yo creo que España es Asturias y el resto tierra conquistada.

Desde San Martín entramos en Portugal. En un momento de necesidad vimos un castillo medieval muy bien mantenido. Fue construido por «los leoneses» de Don Alfonso para defenderse de «los portugueses» de Don Diniz, rezaba el panel. La historia puede contarse de muchas maneras, y así la prosa patriótica flamea como la bandera en lo alto de la torre.

Como sea, acceso gratuito y baños en excelente estado. Portugal, esa esquina de Portugal, deja una impresión de orden y concierto. Salvo que te descuidas y se te aparece la cara de CR7. Más adelante, en Belmonte, apareció el túmulo de Pedro Álvares Cabral, el «descubridor» de Brasil o, como dicen los brasileros, aquel que se despistó en el camino y llegó a Brasil cargado de espejos, para espanto de la gente fea.

Al regreso, espléndida soledad de las sierras. Recorrer treinta kilómetros sin ver un alma. O una sola, doble: un solitario pescador frente a su imagen. Y en el fondo de la imagen, un pez mirándole.

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Pelourinho y campanario en Sortelha

25 août 2016

El peregrino Ryanair

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El peregrino que imagino en Burgos no ha visto otra virgen que la de su pueblo. Las imágenes que trae en la retina son las de la luna redonda como un queso saliendo entre los montes y otras por el estilo. Los inviernos son largos y tiene el ojo adiestrado para captar la luz. Lo que ve en la catedral lo atesora porque sabe que tal vez no lo vuelva a ver hasta el cielo, y eso si aguanta la larga condena del purgatorio. Y no es que venga de lejos, viene de un pueblo cercano, en las fuentes del Ebro. Burgos es la primera ciudad que atraviesa camino de Santiago. 

El peregrino que veo en la catedral de Burgos —alguno sí que hay entre los peregrinos Ryanair en coche de alquiler— mira las imágenes como un paisaje consabido. Y tal vez lo sea. Al Papamoscas, al menos, lo habrá visto en un folleto, en internet. Lo cierto es que sabe que si hay algo que quiera retener ya está retenido en algún sitio al que no le costará mucho volver. 

Además, la operación de contemplar imágenes en una catedral tiene un desperfecto y es que hay que levantar la cabeza y duele el cuello. La pantalla de la tele y la del ordenador están dispuestas en el eje O-O: la imagen te mira a los ojos y te sostiene la mirada. A lo más, nos hemos habituado a inclinar la testuz para leer la pantalla del teléfono. Si levanta la cabeza para fijar la trama de piedra que filtra la luz del cimborrio la baja en seguida en signo de arrepentimiento. Y ese gesto reúne por fin en Burgos al peregrino que imagino y al peregrino Ryanair.

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 Sagrada familia de Del Piombo y cimborrio en la catedral de Burgos

15 août 2016

Ancha es Castilla

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«Anochecer de verano en Castilla. A un lado trabajan las eólicas. Al otro, el paisano con la cosechadora», escribí durante la semana que estacionamos en Burgos. Un apunte de veraneante que mira a los currantes delinear un paisaje como de óleo sobre tela.

El trasiego de las cosechadoras separando el grano de la paja perturba los tranquilos campos, desde donde una familia de ratoncillos se ve obligada a huir en busca de asilo a la casa que ocupamos, y acaba refugiándose en la oquedad de un muro, detrás del retrato al óleo de un antepasado de la propietaria.

Todo esto a la hora de la sobremesa nocturna. Nos ponemos una copa para decidir si optamos por la paz o por la guerra. Dos copas después, ya estamos armados de bastones intentando darles a los roedores y no darle al antepasado.

No entro en detalles sanguinolentos. Sólo diré que devolví a la familia roedora inane al campo de donde eran originarios y les di sepultura. Cuando levanté la cabeza amanecía, y el paisano ya estaba de vuelta con la cosechadora.

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13 août 2016

La pella de tierra

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En la iglesia de Vadillos de Cameros, frente a la casa de Santi, donde nos reunimos para recordarlo, mi hermana dijo que una palmera se puede transplantar —la prueba es que el mundo se ha ido llenando de palmeras— a condición de que lleve el cepellón, la pella de tierra madre, adherido a las raíces. También dijo que ciertas palmeras datileras en la medida que envejecen van dando frutos cada vez más dulces.

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11 août 2016

El despoblado

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Un viaje se puede contar de un tirón o por etapas. Esta vez voy a ir por etapas. De lo contrario, al ritmo que llevo, publico esto para San Martín.

Los Cameros viejos, la vertiente riojana de la sierra de Cameros, suponen un paisaje impresionante para quien llega de unas tierras llanas y architransitadas. Se trata de unos montes ásperos y de unas formaciones rocosas imponentes, hollados de antiguo por saurios que bebían de sus aguas frías al fondo de las quebradas.

En medio de ese paraje está el despoblado de La Avellaneda. En la soledad de sus calles y de sus casas parecen oírse aún los ecos de las voces vivas que resonaban allí hace apenas medio siglo. 

En otro sitio, en la iglesia de San Martín de Trevejo, el cura nos explicó que antiguamente la gente escuchaba misa desde el lugar debajo del cual estaban enterrados sus muertos. Antes, como se sabe, se sepultaba en las iglesias, y una manera de ver las catedrales e iglesias principales es entender que se trata de cementerios de notables.

En Vadillos de Cameros, pueblo vecino de La Avellaneda, compartimos una misa con los deudos de los que habitaron un día La Avellenada. Se reúnen para Santiago a honrar a los suyos y acercarse hasta el pueblo. La mayoría de ellos vive en Logroño, pero algunos viven mucho más lejos.

En aquél que tuvo que irse lejos y estuvo siempre pensando en volver, y cuando por fin pudo hacerlo encontró su pueblo convertido en despoblado, en ése pensaba yo apartando ortigas y zarzas en La Avellaneda.

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18 juin 2016

El pueblo de al lado

Iba a escribir unas líneas sobre los cinco días que pasamos en Murcia. Pero para qué, si ya las he escrito tantas veces. Para recordarlas, para redondearlas, para eso.

Como sea, viajar por España y ver desfilar los nombres de los pueblos me lleva a la sala de clases de la infancia y a escuchar la voz del profesor pasando lista y a recordar la cara de mis compañeros. Aledo, Andújar, Arancibia, Argemí, Aspe... Vélez Blanco, Vélez Rubio, Urrutia, Zamora, Zúñiga... Alguno de ellos habrá venido a recogerse al pueblo cuyo nombre lleva. Así fue cómo me llevé una sorpresa cuando vi a Argemí encabezar una lista ultraindependentista en unas penúltimas elecciones. Pero si era el más quitadito de bulla de los que no decían nunca nada...

De pueblo en pueblo, la excursión acabaría en Vélez Rubio y en eso estábamos, mirando cómo a esa hora no ocurría nada, la hora bendita en que no ocurre nada, cuando se nos ocurrió preguntarle a una chica, que era del tipo Argemí, adónde llevaría ella a alguien que la fuese a visitar. Al castillo de Vélez Blanco, el pueblo de al lado, dijo sin dudar. Y fuimos. Y desde el castillo vimos la hora bendita en que no ocurre nada estirarse toda la tarde.

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Vélez Blanco desde el castillo

22 décembre 2015

Madre mía

La muerte de la madre desestabiliza hasta al más desmadrado. Nanni Moretti cuenta ese momento —ese antimomento—magníficamente.

Es cineasta, y esa circunstancia lo pilla en plena filmación. En esa filmación, el punto comedia lo pone el actor estrella, mientras que el punto tragedia lo pone la cineasta que lo filma. Todo lo que lleva a Moretti a hacer llorar al espectador ligeras lágrimas de risa y gordas lágrimas de pena. Y también a señalar la artificiosa manera como el cine intenta representar la imagen del mundo en movimiento. Y ese mundo en movimiento, la gente.

Puede ser que Mia madre sea la mejor película de Moretti. Lo digo porque la vi anoche y reconozco mi propensión a dejarme llevar por mi percepción sensorial.

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En tres semanas, he visto otras tres películas: Pasolini, de Abel Ferrera. Paradise now, de Hany Abu-Assad, que me recomendó el amigo Cary Gooper, y sobre la que me propongo decir algo más adelante. Y Los Jardines del rey, que no vale para gran cosa, salvo por la Kate Winslet en tanto que Sabine de Barra. A una y otra las llevo desde entonces en el pensamiento. La cineasta de Mia madre da esta consigna a sus actores: sé tu personaje y sé tú mismo al lado (accanto a) de tu personaje. A la Kate no necesitan decírselo.

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Y sobre el resultado de las elecciones, que por decir no quede:

Que el PP pierda la mayoría absoluta es lo menos que podía ocurrirle. No es de extrañar que un partido conservador, hegemónico en su campo ideológico, obtenga alrededor de un cuarto de los votos. Lo anómalo fue que obtuviese la mayoría absoluta en el 2011. Partiendo de la base de que todas las opiniones son respetables, mi opinión es que el PP no da para más.

Que un partido socialdemócrata, históricamante hegemónico en su campo ideológico, consiga un quinto de los votos dice mucho de este PSOE de hoy, al que tanto lo poco que propone como lo mucho que defiende parece quedarle grande.

Que Ciudadanos acabe alcanzando un honroso cuarto lugar y le sepa a fiasco dice mucho del selfismo en boga, no sé si me explico.

Que Podemos haya hecho un hábil manejo del relato de su propia remontada sobre la base del anti-desahucio y del pro-referéndum dice mucho de la candidez de los votantes de Podemos.

Mis pulsiones me llamaban a votar al Partido animalista. Pero luego no hay melocotones.

26 juin 2014

Una alegría provisoria

De los muchos usos que el Mundial permite, el de mi tío es alegre y melancólico. Se trata de una melancolía artificial eso sí, tanto como de una alegría provisoria. ¿La selección española muerde el polvo en Bahia y Rio de Janeiro? El resultado le trae el recuerdo de la decepción de Viña del Mar, medio siglo atrás, en el mundial de 1962.

Entonces España perdió la serie contra Brasil y Checoslovaquia, que acabaron siendo campeón y subcampeón. Brasil defendía su primera estrella, conquistada cuatro años antes, en Suecia, y dejó en el camino también a México, Inglaterra, Chile y Checoslovaquia, con abultados marcadores. Salvo el del duelo con España, dominado por la Roja, a quien el árbitro anuló un gol perfectamente válido. La larga serie de los no-goles se abrió entonces y ya no cerró hasta el 2008, en Viena.

Viña del Mar estaba a un paso y se ha vuelto a quedar lejos. Al hombre viejo que es mi tío ver que las ciudades en que ha vivido van quedando asociadas a victorias y derrotas le despierta una breve melancolía artificial que deja paso a una alegría cada vez más provisoria.

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6 mai 2014

Cinco días en Murcia

Para sobrellevar el estrés de aeropuerto, nada como concentrarse en un detalle, en la psoriasis incipiente en el codo de la azafata.

En el Puerto, no valen versos frente a la mar, ni frente al sol del atardecer que calienta y no daña, ni bajo al bailoteo eléctrico de los vencejos.

En la Costanera, unas manolas evocan una flor. Hace mucho que no escucho ese nombre. Tal vez nunca antes lo he escuchado. Encantamiento. Y luego olvido. Después, en la terraza del bar, vemos el partido tal como lo habíamos imaginado, al Niño Torres marcar sin celebrar, a Diego Costa empecinarse con la posición de la pelota en el punto del penalti.

Por la noche, la extrañeza del graznido de las gaviotas.

En Calblanque, al mediodía, el olor áspero que emana del plantío de alcachofas. En la cumbre de un cerro hay una estación, como en la canción, desde donde se puede ver el faro a lo lejos y, antes, una cala para pasar la tarde, la arena acogedora, la protección de las rocas, la azulísima agua fresca. 

En Cartagena, el castillo, el teatro romano, el casco viejo. ¿Cómo se llama esa sensación de saber que si no hubieses venido todo sería igual?

En Murcia, la imagen del día estará entre las fotos, sí que hemos tomado muchas, será que Murcia es bien parecida, aunque esté pintarrajeada y vomitada. «Yo soy de Murcia y no rayo los muros», reza un cartel. Y unos muchachos visten, desafiantes, una camiseta estampada con esta divisa: «Mañanas de Ibuprofeno». Si los borrachos son tristes por la noche, por la mañana son tétricos. El alcohol contribuirá al equilibrio de la tribu pero lo cierto es que a la gente tomada de uno en uno la afea, y no necesitan tanto algunos porque ya antes de echarse a beber, a veces desde niños, tampoco es que fueran el ángel de Salzillo.

En la Huerta de Murcia, nada tardará la toponimia en seguir la evolución de la onomástica para que florezcan las calles con nombre de pila inglés y apellidos castellanos. Lo digo contemplando el vuelo de un palomo cuyas plumas fueron teñidas de rojo, según una costumbre local que me explican. Palomo que me recuerda el vuelo del flamenco en la playa del Puerto, él sí rojo de nacimiento.

En Cuevas de Lobos, esta duda: ¿qué es esta moda playera de rasurarse la collonera? Y esta: ¿las páginas de Opinión de El País del domingo tienen más sentido si leídas desnudo sobre la arena caliente? Si los hombres somos monos, en la playa más, leyendo el periódico.

Y en Santa Clara, el verso aprendido de Benarabí: «Mi corazón se ha vuelto capaz de adoptar todas las formas». Prefiero, eso sí, las formas de la cala de Calblanque a las negras sombras de los cipreses del cementerio.

De regreso hace un par de horas, aún llevo tierra murciana en los zapatos. Como llueve en Bélgica, se va convirtiendo en barrillo.

C

Calblanque

30 avril 2014

Voy y vuelvo

Estoy en Murcia. O por ahí.

Saludos.

21 septembre 2013

El maya blanco

¿Cuál es tu nombre de aborigen? (2)

 Hablamos del salvaje blanco y D me pone en la pista de Gonzalo Guerrero.

Hijo del siglo XV, Guerrero combatió en Granada y en Nápoles, y luego se embarcó a América desde su Palos natal. Ya en Panamá, participó en una expedición que se proponía encontrar por fin la famosa ruta a Oriente por Occidente, redescubrir América desde América. La expedición naufragó y Guerrero alcanzó la costa caribe de México, donde fue apresado por los voraces indios cocomes. Enjaulado para engorde, consiguió escapar junto al clérigo Aguilar, con quien  se une a los indios tulúes, enemigos de los cocomes. Guerrero no tarda en convertirse en un guerrero tulú, toma mujer y tiene tres hijos, mientras que Aguilar mantiene sus distancias con las costumbres de los aborígenes. Más tarde, Hernán Cortés se entera de la existencia de ese par de españoles que viven entre los mayas, ve en ellos unos indispensables intérpretes, y parte a su búsqueda. Así es como Aguilar reintegra su bando, mientras que Guerrero prefiere mantenerse fiel a los tulúes y combatir a los que fueron suyos.

Así nace el mito del maya blanco, que está documentado por tres cronistas, que lo llaman Guerrero, Aroza o Aroca. También hay quien lo llame renegado o bien padre del mestizaje, puesto que sus hijos serían los primeros mestizos mejicanos.

Lo que no encuentro por ninguna parte es su nombre maya, su nombre de aborigen.

M

26 juillet 2013

El jinete

(Diario de Cangas de Onís, 2)

El valle es muy verde y a la distancia asoman siete líneas de cerros y montañas que cierran el horizonte, cada una con su particular color azul, del añil al marino. Lo atraviesa un jinete sobre un alazán, al trote, una mano en la rienda. Con la otra va tuiteando.

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19 juillet 2013

Andar por el pueblo

(Diario de Cangas de Onís)

Contaba el escritor Escanlar, uno que oficiaba de maldito en la televisión uruguaya, que cuando llegó al pueblo de su padre en Galicia los paisanos gritaban a su paso: ¡Ha vuelto el hijo de Demetrio, ha vuelto el hijo de Demetrio! Lo decía enumerando las rarezas de su rarísima vida.

Hay quienes no ponemos el episodio en la lista de rarezas sino todo lo contrario. Cuando fue su turno de llegar al pueblo de padre, mi hermana con naturalidad fue enumerando el nombre de cada uno de los vecinos. Se recuerda entre risas cuando la pusieron delante de uno y le preguntaron: ¿Y éste, quién es? Luis, respondió. Pero, ¿cómo lo sabes? Por lo feo...

Por mi parte, estaba una vez curioseando por el campo, a unas cuantas leguas del pueblo de mi padre, y me detuve a observar a unos jatos. No tarda en asomar un paisano y nos ponemos a pegar la hebra. En un momento me pregunta: ¿Pero tú quién eres? Soy Josepepe, el hijo de Josepepe. Podría haber añadido: el que marchó a Chile en el año 29, pero para qué. Se me queda mirando y sin pestañear me dice: Pero tú tienes una prima muy guapina...

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30 juin 2013

Por el Camino del Norte

Camino de Santiago es un buen nombre pero mejor es El Desvío a Santiago, como se llama un libro de Nooteboom. Digo esto porque estoy leyendo Compostelle malgré moi, de Jean-Christophe Rufin. En rigor el libro se llama Immortelle randonnée, título que me parece francamente malo, blandamente oximórico —randonnée se ha ido convirtiendo en un término deportivo e immortelle en un adjetivo trascendentoide—, así que prefiero llamarlo por su subtítulo, Compostelle malgré moi, tan simple como difícil de traducir.

Los locos suelen ser caminadores compulsivos. Pero Rufin es un modelo de cordura. Médico —fundador de Médicos sin fronteras—, escritor —premio Goncourt, miembro de la Academia francesa—, embajador en Senegal y Brasil, decide recorrer a pie el Camino del Norte, de Hendaya a Gijón por la cornisa cantábrica y de allí a Santiago por el Camino primitivo, y escribir este libro. Durante la travesía no toma notas, según cuenta, el libro lo escribe de regreso a Francia siguiendos las marcas que la experiencia ha dejado en su memoria.

Me lo he leído de un tirón hasta la entrada del peregrino en Asturias. Aún no decido si leeré la porción asturiana en la propia Asturias, donde estaré, si todo va bien, dentro de dos semanas. O si sigo adelante y apuro el final, como me pedirá seguramente el cuerpo. Me gustan los relatos de andariegos, recuerdo con entusiasmo los de Thoreau, Herzog, el propio Pedro Páramo, de Rulfo. Compostelle... tiene, hasta ahora, unas cuantas páginas notables sobre la relación que el caminante establece consigo mismo y los demás, con su cuerpo y el pensamiento, con el tiempo y el espacio que se materializan en ese camino al que se aferra con tenacidad. Además, presenta la mirada de un francés ilustrado sobre unos lugares que me son entrañables.

Tendría así mucho material para citar pero, por ahora, arranco sólo esta línea de la descripción de su travesía de Bilbao: Les Espagnols aiment faire tous la même chose au même moment (A los españoles les gusta hacer lo mismo simultáneamente). Afirmación que me hace gracia por varias razones que prefiero no explicitar, justamente para no que no pierda la gracia.

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12 octobre 2012

El lonco Colón

Diario de Madera

Hoy es doce de octubre en toda Hispanoamérica. En Madera, como en el resto de Portugal e incluso en Brasil, es día laboral. Sin embargo que Colón vivió en estas islas, se casó con una maderense, dona Filipa Moniz, y su hijo, Diogo Colón, nació en Porto Santo.

Colón estuvo aquí años antes de la gesta americana, comprando azúcar, que fue la primera riqueza de Madera, su oro blanco, por cuenta de negociantes genoveses. Pernoctó en Funchal en la casa de un belga, Jean d'Esmerault, que entró a la historia local con el nombre de João Esmeralda. Entonces se entraba en las historias locales domesticando los nombres extranjeros, véase el caso de Colón, para volver a él.

Portugal y España se disputaban por ese entonces el dominio del Atlántico y de sus islas. Mi tío Pepe asegura que el primer portugués que llegó a Madera llegó segundo, es decir que el rey de Portugal anunció la posesión en derecho de la isla antes de poseerla en los hechos. Madera y las vecinas Canarias ya estaban en las leyendas marineras medievales. La Atlántida también.

Consecuentemente, los portugueses no andan lejos de sentir que a América la descubrió Pedro Alvares Cabral, el primer luso que hizo pie en la costa brasilera de Porto Seguro.

Andando el tiempo, el imperio español consiguió integrar a Portugal, y por lo tanto a Madera y a Brasil. Los portugueses dan cuenta de esos sesenta años de dominación española, a fines del s. XVI e inicios del XVII, como de un tiempo calamitoso: las potencias enemigas de España -Inglaterra, Francia y Holanda- aprovecharon para atacar Madera y otros territorios de ultramar argumentando su adscripción a la corona española. Sobre esas bases asentó Portugal su posterior independencia, aliándose con los enemigos de España, Inglaterra particularmente.

Con todo, la historia no ha tratado de manera muy diferente a Portugal de España. La invasión napoleónica, el desmembramiento de los imperios coloniales, la abortada experiencia de las primeras repúblicas, la dictadura. Los portugueses se ahorraron un par de guerras, eso sí, la peor la Guerra civil. Y fue de consuno que ambos países ibéricos adhirieron a la Unión europea y vivieron con razonable exaltación los dulces años de la primera integración. Y hoy viven de manera similar las zozobras de la actual crisis del euro. Le preguntas a un portugués cómo anda la cosa y te parece estar oyendo a un baturro.

Hoy es día feriado en Cataluña, como en toda Hispanoamérica, y tal vez sea un buen ocasión para releer la historia portuguesa. Desde esta autonomía periférica de Madera, cualquiera tentativa secesionista parece extravagante, teniendo presente el pasado y contando con lo que trae el presente.

Mirando una réplica de la caravela de Colón que surca la bahía de Funchal cargada de ancianos septentrionales, mi tío me dice que dentro de un siglo mi nieto podrá ser uno de ellos. Me acuerdo remotamente de que mis abuelos solían venir aquí de vacaciones, dirá. Hace muchos años de eso, sería en tiempos de la crisis del euro, de cuando Madera era española y las Canarias portuguesas. O era al revés, ya no me acuerdo.

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PS / Lonco, en mapuche, es el cabecilla.

17 juillet 2012

El morcillismo

(Despeñavírgenes, 2)

Con todo, el mejor chiste de Mémoire espagnole no es el de las vacas. En la cumbre de las Azores, para agradecer la participación de España a la invasión de Irak, Bush presentó a Aznar como presidente de la República española. Enterado de esto, el Rey le habría dicho al embajador norteamericano: Give my best to King George.

Lo que busca Carrière es dar con el alma española, a través de la descripción de sus contactos con la gente y los lugares de España, intento que tiene ilustres predecesores, Potocki, Andersen, Nooteboom, entre los septentrionales. El alma de un país se muestra en sus grandezas y sobre todo en sus pequeñeces. A una de éstas, Buñuel la bautizó como el morcillismo.

Morcillismo por el pintor Morcillo, al que van a visitar De Falla y Lorca en tiempos de la Residencia de Estudiantes. El pintor recibe amablemente al músico y al poeta y les muestra sus obras, que estos juzgan admirables. Cuando ya se van, observan que hay otros tantos cuadros apilados contra un muro y quieren saber de qué se trata. «No son nada, dice Morcillo, no valen la pena». De Falla y Lorca insisten y cuando por fin pueden verlos, exclaman: «Pero si son muy buenos, también». «No, no, protesta Morcillo, no valen nada. Puede ser que la composición no esté mal, pero los fondos no están logrados». «Bueno, tal vez tenga razón, dice De Falla, tal vez los fondos no estén bien acabados», y Lorca asiente. En cuanto los escucha decir esto, el pintor Morcillo se encoleriza, los trata de ignorantes y los echa de su casa.

La actitud de Morcillo tiene un precedente notable en una novela francesa que transcurre en España, Gil Blas de Alain-René Lesage. Gil Blas es un joven cántabro pobre que se convierte en secretario del arzobispo de Granada. Este, ya mayor, le pide un día a Blas que si nota que sus facultades decaen a causa de la edad, se lo haga saber. «Es su deber hacerlo, le dice, vivo rodeado de aduladores y sólo puedo confiar en usted». Un día que la prédica del arzobispo ha sido particularmente deficiente, se queja éste frente a Gil Blas en la sacristía. «No debería predicar más, mire qué mal lo he hecho». Gil Blas lo reconforta diciéndole que su prédica ha sido estupenda. «Tal vez al inicio, dice el arzobispo, pero la conclusión ha resultado un desastre». «Bueno, dice Gil Blas, para llevarle la corriente, tal vez la conclusión ha sido inferior que el inicio pero el conjunto ha estado muy bien». «Imbécil, responde el arzobispo, estás despedido, desaparece de mi vista».

El morcillismo, o su sombra, asoma también en este último chiste: Dos muchachos comienzan a insultarse. «Tu madre es una puta», grita uno. «Y tu padre un cornudo», responde el otro. Así, hasta que se van a las manos. Pasa entonces un francés e intenta separarlos. «Déjelos, interviene un vecino, que no ve que son hermanos».

G                                 

Goya, Niños trepando a un árbol

14 juillet 2012

Despeñavírgenes

España es un país raro. Todos los países son raros, de cerca nadie es normal. Pero España exagera a veces, o a menudo. Yo no me atrevería a decir esto, así como así. Si lo pongo aquí con todas sus letras es porque lo he leído en un libro. El libro es Mémoire espagnole, de Jean-Claude Carrière, quien fue guionista de Buñuel.

¿Y en qué radica el exceso español? Buñuel decía que el sueño de todo español es mantener un harén, con efebos y todo, lo que origina mil y una sordas decepciones. Sin hablar del regionalismo exacerbado, que es lo mismo que querer tener un harén, a otra escala. Todo esto a ojos de un francés, como Carrière, que aplica a España una mirada distanciada de vecino inmediato, puesto que es occitano. Tan frecuente e intenso ha sido mi contacto con España, dice Carrière, que me he convertido en español. Español, sí, ¿pero de qué parte del estado español?, como diría un regionalista.

El exceso español (Spain is different se decía durante el franquismo) linda con el fanatismo. En el camino hacia el fanatismo ordinario no hay nada peor que un converso, decía también Buñuel. Y peor que un converso es un converso con tribuna. ¿Cómo puede ser que un país que en sólo una generación dejó atrás la dictadura y la pobreza a través de un ejercicio de equilibrio preste tanta atención a un puñado de desequilibrados? ¿O, tal vez, son esos excesos verbales la expresión catártica que permite el equilibrio?

Pero, bueno, ¿cómo no va a ser raro un país que venera a tantas vírgenes, cuando no las despeña, como hacen los habitantes de Calanda, tras sacar en procesión a la Virgen del Pilar para que llueva? Y como después de la procesión no llueve, despeñan a la virgen. Tal vez sea eso lo que hacen los conversos que pontifican en los medios: despeñan vírgenes, las mismas que idolatran.

Y si España, la madre patria, se permite estas rarezas, ¿qué queda para los churumbeles?, pregunta mi tío, que es ultramarino.

En fin, para que no quede mal sabor de boca con tanta rareza, acabo con un chiste que le cuenta Jesús Franco a Carrière. Está un pastor cuidando dos vacas. Pasa un francés y le pregunta: ¿Comen bien? ¿Cuál?, responde el pastor. La blanca, dice el francés. La blanca come bien, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

Se queda un rato el francés mirando las vacas y vuelve a preguntar: ¿Dan buena leche? ¿Cuál?, responde el el pastor. La blanca, dice el francés. La blanca da buena leche, sí, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

¿Por qué me preguntas cada vez a cuál me refiero?, pregunta el francés. Te lo pregunto porque la blanca es mía, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

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2 juillet 2012

Los abrazos

El fútbol trae por la tele un poco de todo y sobre todo emociones. La Eurocopa fue una zarabanda para los sentidos y las emociones que desata este juego colectivo. Y el uso que les damos. Decía el otro día que veo los partidos para entender lo que se comenta luego. Y también que el alma humana habla incluso por los pies. Y es verdad que hemos visto el alma de unos cuantos transparentarse.

Ha ganado España otra vez y está muy bien que sea así. Durante mucho tiempo tuvimos que escuchar abundantes tonterías sobre la supuesta incapacidad de los españoles para forzar a través de la victoria el reconocimiento ajeno. Hubiese querido no escucharlas cuando niño pero, cómo tuve que hacerlo y no las he olvidado, hoy día la alegría es doble al ver nuevamente demostrado que no era así, y no sólo para mí (que bien lo sabía) sino también para los otros, para los demás. 

A partir de 2008 ha sido un placer sacarse las ganas de ganar. Y no se trata de ganar por ganar sino de ajustar el valor propio al reconocimiento ajeno. 

Por lo demás, qué alegría ver esos goles, gritarlos con el alma y abrazarme con los míos.

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