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Camino de Santiago

9 janvier 2012

El puerto

Le Havre, la última de Kaurismaki. Tristes paisajes portuarios del norte de Francia, tristísima actualidad salida de un Simenon de tercera fila -la inmigración, etcétera- tratada como una fotonovela de los años cincuenta, con Jean-Pierre Léaud envejecido y convertido en soplón y, para rematar, dos dedos de distanciamiento brechtiano.

Si después de todos esos ingredientes queda alguien en la sala, supongo que ése soy yo.

Es la segunda película que veo en lo que va de año y ya es la primera de lista.

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8 janvier 2012

Chile y algo +

Diario de Chile (10 + 1)

ASOCIAR LOS TÉRMINOS Parra y Chile es un ejercicio probablemente ocioso. Todo lo que Parra ha escrito está asociado de antemano a Chile, al habla chilena y, por consecuencia, al espíritu de Chile, que, de existir y de estar en alguna parte, estará en la antipoesía. Incluso cuando Parra traduce poesía rusa o inglesa se está refiriendo a Chile, así se refiera al Olimpo o a los quintos infiernos.

Sin embargo, no debe de haber otro autor en Chile más cosmopolita que Parra, que ha aguzado su brújula en los cuatro puntos cardinales a la búsqueda de Lao TsE y de Cervantes, de Shakespeare, Nietzsche, el Martín Fierro y las Páginas Amarillas.

Por eso mismo precisamente, cuando Parra escribe la palabra Chile hay que prestar particularmente atención a lo que sigue. Lo hace a menudo. Memorable es el poema con ese título que cierra la Obra gruesa, uno de aquellos que varias generaciones de nativos nos sabemos de memoria.

A fines del 2o11 se publicó el segundo tomo de las Obras completas y algo +, consistente trabajo editado por Ignacio Echevarría y Niall Binns, que reúne el conjunto de la obra parriana entre 1975 y 2006. El volumen se cierra con las Obras públicas, expuestas ese último año en Santiago. Como se recordará, en ese sonado evento Parra colgó la imagen de los presidentes de la República en el propio palacio de Gobierno bajo el título de El pago de Chile.

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De los textos contenidos en Obras públicas, que son lo último publicado por el poeta de Las Cruces, reproduzco aquí aquellos en que Parra dice explícitamente Chile. Y algo +:

NADA DE QUE ADMIRARSE / Estamos en Chile / La puñalada siempre por la espalda.

____

NADA DE QUE ADMIRARSE / Estamos en Chile /La ley se acata pero no se cumple.

____

—MAMÁ / yo sé que usted me desprecia / —Qué tiene eso de particular / en Chile todos nos despreciamos mutuamente.

____

TU NO ERES NADA / tú no eres mapuche ni español.

4 janvier 2012

El zygocactus

Diario de Chile (y 10)

Atravesar el mundo según el eje suroeste - noreste consiste en dejar atrás la luz. Una operación que cuesta un par de lagrimones en Pudahuel y un largo pasaje por el túnel estrecho del Iberia. Cuesta olvidarse de los días sin nubes de San Esteban, de la luz poniente sobre el Manquehue, de las alamedas en los valles transversales y concentrarse en los patinazos sobre el hielo, en el pago de las facturas, en los imperativos randevús. No somos para despedirnos, me dijo una vez Joaquina, y nos pasamos la vida despidiéndonos. Con todo, no se trata de quemar la nave, una felicidad belga se mantiene abierta y posible, está disponible.

Se quedan unas cuantas anotaciones en el moleskine que no alcanzo a transcribir aquí. Sobre la prensa local, sobre el humor y el habla de nanas y patronas, de emprendedores y emprendidos. Algunas irán apareciendo al ritmo de los días y otras preferiría que no. Como he contado alguna vez, tengo dos blogs: uno que no lee nadie y otro que ni siquiera escribo.

Lo cierto es que estoy desde hace cinco días en Bélgica y es hora de que cierre este Diario de Chile. Voy a lo esencial, entonces, al zygocactus. Cuando lo dejé a inicios de diciembre se disponía a florecer. Y eso hizo en la soledad del despacho. Un mes más tarde luce una tristeza como de sauce y en el piso quedan unas cuantas flores con sus pistilos cargados de polen seco, una mancha rosa pálida escapada del celo de la brigada de la limpieza.

El viaje ha servido también para saber que en la naturaleza (iba a decir en libertad) el zygocactus crece en la copa de los árboles, parasitándolos. Que lo suyo es florecer sin que lo vean.

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Pintura de Muñoz Vera en la estación La Moneda del Metro de Santiago

2 janvier 2012

El colchón

Diario de Chile (9)

La escena tiene lugar en la terraza de un restorán de moda. Aparece un muchacho, un niño casi, se sienta en un extremo de la mesa donde han terminado de cenar su padre con la novia de su padre y otra pareja. Padre e hijo no tardan en enzarzarse en una agria disputa con reproches mutuos sobre el uso y abuso de un colchón. Hay que joderse. Lo tremendo del caso es que gracias a estas redes sociales los conozco y no me sorprende el tenor de la disputa ni su objeto, el colchón.

Años ha, cuando yo vivía en Santiago, recuerdo haber defendido esta postura: el uso que se le dé al colchón es un asunto que debe tratarse abiertamente. Ahora que ese día ha llegado, que los asuntos personales se ventilan en las redes sociales y en las terrazas de los restoranes, me veo cerrando los ojos, esperando a que la escena termine y se ahorren ellos el dolor y nosotros la spanish shame.

Por suerte los camareros nos distraen. Son peruanos o chilenos pero intercalan en su habla expresiones en gabacho puesto que se trata de un restorán francés, tal como el día anterior nos habían atendido en peninsular en un restorán español. Pero la eurofilia se limita al rubro culiniario. Como decía Pamuk, ya lo he citado antes, Santiago es un suburbio norteamericano con un barrio europeo en medio. El suburbio gringo no cesa de extenderse mientras que el barrio europeo se evapora como los frescos en la Roma de Fellini. 

Al día siguiente, el chofer del taxi escucha a Los Vásquez y tamborilea sobre el volante esas canciones de protesta, ese autollamado pop cebolla, mientras echa miraditas por el retrovisor a ver qué efecto le producen al pasajero. Bajamos hacia la ciudad por Francisco Bulnes Correa, por donde se lanzan calle abajo en patines los adolescentes del pop inodoro de Dënver, y yo pienso en la paradoja que supone el hecho de que haya tenido que ser elegido un Gobierno de derecha para que los estudiantes se echaran a la calle y las canciones de protesta volviesen a sonar en las radios de los taxis.

Escribo esto en el Starbucks de Pudahuel mientras espero turno para embarcar. Antes de soltar la lágrima de la despedida voy a las casitas. La prosa de los retretes sigue siendo la misma, con alguna excepción. Un adepto del opensource ha tenido la buena idea de escribir el código del wifi del café del frente.

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Foto de Pablo Avilés

26 décembre 2011

Los pormenores

Diario de Chile (8)

Hace treinta años, tal día como hoy, un mediodía como éste, se mató Rodrigo Lira. Como se sabe, Lira esperó el día y la hora de su nacimiento, su cumpleaños número 32, para abrirse las venas y dejarse ir. 

En Los Malditos, una colección de perfiles de escritores regrupados bajo tan bendito rótulo, conté mis pormenores sobre ese 26 de diciembre de 1981. Son estos:

«En los días previos, le había encargado una traducción para La Bicicleta. Me dijo que esperaba que esa pega lo sacaría del pozo en el que se sentía. El día en cuestión, y como era su cumpleaños, compré una docena de chilenitos y me fui a su casa a saludarlo, a media tarde. Hacía muchísimo calor. Hice como siempre, fui por detrás del edificio y silbé hacia el balcón la melodía ritual, el inicio de los Cuadros de una exposición, de Mussorgsky. Pero no se asomó, como hacía, para intercambiar un gesto de reconocimiento antes de abrir la puerta. Entré al edificio entonces y golpeé a la puerta. Desde dentro, escuché ruidos y a una voz formular una frase ininteligible. Supongo que era uno de sus hermanos. Salí a la calle y me di cuenta de que en la esquina había una pareja de carabineros. A todo esto, yo seguía con mi paquete de chilenitos en la mano, un paquete de papel blanco amarrado con blanca pitilla.

«En la última novela de Javier Marías, Los Enamoramientos, un personaje muere justo el día en que cumplía años, como Lira. «El mundo deja entrar y hace salir a las personas demasiado en desorden para que alguien nazca y muera en la misma fecha», dice alguien. «No tiene el menor sentido, precisamente por parecer que lo tiene». El caso de Lira es tal vez diferente porque él decidió morir el mismo día y a la misma hora en que había nacido.

«El funeral fue en una iglesia de calle Manuel Montt y el entierro en el Cementerio general de Santiago. Frente a la tumba, según su voluntad, la familia plantó un ilang-ilang. Unos días más tarde, sus padres nos invitaron a Roberto Merino y a mí a su casa y nos obsequiaron con un par de libros suyos como recuerdo. En mi caso, un tratado de tipografía y El pensamiento salvaje, de Lévi-Strauss.

L

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24 décembre 2011

La pascua

Diario de Chile (7)

A la Nochebuena y a la Navidad en Chile las llamamos la Pascua. Y la fiesta abarca e integra desde San Nicolás hasta los Reyes Magos. Hace calor, estamos en verano, pero la gente no renuncia a los pinos nevados, ni a los trineos, ni a los renos, ni siquiera a los frutos del acebo y al muérdago florido. La Navidad vino de Europa, la reformateó Norteamérica y esta noche la celebramos. Feliz pascua, decimos.

De la profusión de imágenes navideñas en circulación quiero decir algo sobre un par de ellas. La foto de un viejo pascuero (un San Nicolás) reducido por tres policías, tomada hace un par de días en el centro de Santiago en la que se llamó la Última manifestación del año. Tanto el pascuero como los policías se vistieron para aparecer en los diarios y lo consiguieron. 

La segunda es una caricatura sobre la escena del pesebre. Es una niña!, exclama el bueno de San José.

La idea es buena pero no nueva. Nicanor Parra ya la puso en unos versos de una serie que llamó Pichanga. No hay otro lugar en la Red donde lo encuentren. Es un regalo de pascua.

Entonces fue cuando le preguntaron / Si se acordaba de Nuestro Señor Jesucristo. / Las preguntas de ustedes respondió el Padre Eterno / Por más viejo que sea / ¿Cómo podría haberlo olvidado? / No se olvida tan fácilmente a un hijo único. / ¿Y no le hubiera gustado tener una niñita? / Y al Padre Eterno se le llenaron los ojos de lágrimas.

24 décembre 2011

El villancico

Diario de Chile (6)

El Niño mira a la Virgen
La Virgen a San José
San José que mira al Niño
Y se sonríen los tres.

22 décembre 2011

El taxista

Diario de Chile (5)

El tráfico está tan denso en Santiago que en los trayectos cortos queda tiempo para pegar la hebra con el taxista. Su abuelo desembarcó de un submarino en el puerto de Buenos Aires. Era alemán y estábamos en 1945, al fin de la Segunda Guerra. O sea.

Nuestro taxista nació en Santiago, de donde se ha movido sólo una vez para viajar a Hamburgo a conocer a su familia teutona. Luego, a través de Facebook ha ido tomando contacto con otros primos cercanos y lejanos repartidos por el mundo.

De su estadía en Alemania recuerda haber visto a mendigos y borrachines en torno a las estaciones de trenes. En contra de la idea que él se hacía de Alemania, el país perfecto. En los trenes, en cambio, la mayoría de la gente leía libros. Al revés de lo que pasa en Chile, donde borrachines hay por todos lados y lo único que lee la gente es el horóscopo.

Llego a mi destino, nos despedimos y el taxi se pierde en la densidad del tráfico. Me doy cuenta entonces de que me he dejado olvidado el bolso en el taxi. Dentro del bolso está este ordenador, el moleskine, el pasaporte. Scheiße!

No tengo su teléfono ni su matrícula. Apenas conozco su apellido, el pasado de su abuelo. Espero unos largos minutos sobre la acera. Ya no recuerdo ni siquiera el color del coche.

De pronto suena una bocina. El taxista levanta el bolso con la mano, como si se tratase de un trofeo.

Y tiene razón, es un trofeo. 

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Óleo de Stephen Wiltshire

21 décembre 2011

El sol quieto

Diario de Chile (5)

Por estos días la gente anda preocupada de sus cosas, y con justa razón. El sol, por su parte, está como detenido y la luz redobla en intensidad, y es tan viva que los sentidos están alumbrados desde temprano hasta tarde. Y viceversa. Aquí ha caído mucha luz, me decía años atrás un amigo en pleno cenit de su misticismo andino, y le deba risa a él decirlo y a mí oírselo decir.

Tanta luz hace de nosotros unos seres vagamente oscurantistas, como comprueba quien enciende la televisión o se entinta los dedos con el diario, o incluso se detiene mínimamente a escuchar las conversaciones en el Transantiago. La luz es un bien escaso, mientras que la niebla alcanza para todos, escribía tiempo atrás mi tío gallego. Estaba en Santiago, pero de Compostela. Durante el solsticio, pero de invierno.

S

Óleo de Stuart Buchanan

19 décembre 2011

Los pájaros

Diario de Chile (4)

Sólo cuando no hay nadie en varios kilómetros a la redonda los pájaros dejan que uno se les acerque. 

Las aproximaciones a los pájaros son múltiples. La hitchcockiana, la ornitológica (la de Oreste Plath y la de mi vieja Emma -la de los ingleses en general), la de los hijos de Gabriel Valdés. La gastronómica, la ornamental.

La mía consiste en alejarme de la gente. No tardan en aparecer los pájaros. Ayer, en la playa de Pichidangui, pilpilenes, pollitos y perdices de mar. Chorlitos, que no son muy sesudos pero sí muy gregarios. Y muy graciosos. El mito cuenta que cuando un cazador le da a uno el resto de la bandada baja a ver qué pasa, con lo que caen todos. Contradiciendo a Marx, que decía que el hombre es el único animal que se vuelve cuando un congénere cae herido.

Lo que me recuerda un viejo verso de Marcelo Charlín: A veces se abre un hoyo grande como un cielo por donde cae un pájaro herido. 

Lo cierto es que estos pájaros de los que hablo gozan de estupenda salud gracias a una dieta rica en omegas tres. Antes había visto una nutria, una estupenda nadadora. Esto fue en las rocas que circundan la caleta. Probablemente sean los pescadores quienes la han aguachado. En seguida asomó un muchachón con piercing y comenzó a lanzarle palos y piedras. La nutria lo miró con perplejidad. De más está decir que inmediatamente tomé partido por la nutria.

Ahora estoy en Santiago. Desde esta balconada veo a los obreros levantar un edificio en cuyo ático han izado la bandera de la U, en la que se pavonea un chuncho.

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16 décembre 2011

Los años

Diario de Chile (3)

Le pregunto a mi amigo E, que tuvo la suerte de cenar con ellos, que cómo están los veteranos del 71. (Esa cena que debió llamarse 'Los veteranos del 71 vuelven a los 17'). ¿Que cómo estamos? En avanzado estado de descomposición, me advierte. Uno de ellos, M, se da tiempo para recordar, sin embargo, que en esta materia la última palabra la tiene Leonardo, según contaba un libro que leímos en la escuela primaria y todos olvidamos menos él. Le preguntaban al maestro toscano qué edad tenía. Tengo quince años, respondió. Porque hay dos maneras de contar los años, y yo cuento los que me quedan por vivir.

De los años hablan a su manera un grupo de añosas señoras durante una cura de rejuvenecimiento en un recinto termal. Las oigo contar que, según Jodorowsky, así como la edad de un árbol se lee en los anillos del tronco, la edad del ser humano se cuenta en las arrugas del ano.

No me extraña. Yo era cliente de Jodo en Twitter pero lo abandoné. Su capacidad para emitir boutades y paradojos es muy superior a mi capacidad para encajarlos. No le resto méritos, claro que no. Que estas matronas se expresen de esa suerte es santo y seña de que vamos avanzando. Añosos somos, pero ya no nos arrugamos a la hora de decir culo en público.

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PS/ Por otra parte leo que un estudio de la Universidad de Milán habría dado con el misterio de la sonrisa de la Jocosa: mientras Leonardo la pintaba, el maestro le exhibía la diuca (contraviniendo el palíndromo de Maturana: A la diuca, cúidala). // Cómo quieren las ancianas que respetemos sus canas si las pintan de tonos subidos, decía Lira.

13 décembre 2011

La rubia

Diario de Chile (2)

A recorrer me dediqué esta tarde las solitarias calles de mi aldea

De solitarias no tienen nada, por ellas se mueve bastante gente, joven mayormente. Lo de aldea tampoco conviene, llamémosla ciudad emergente y todos contentos.

El pueblo tiene muchas cualidades y un par de defectos: el 8.8 y la rubia, ambos enemigos del adobe y de la teja. Digamos que el 8.8 atacó por abajo, por las fundaciones, mientras que la rubia ataca por encima, por la fachada. El 8.8 es estructural y la rubia superficial.

La prosperidad del pueblo descansa en la agricultura, que ahora se llama agroindustria. En el negocio del pollo y el de la fruta. Los productores de pollo se coluden y fijan el precio para su provecho. De la fruta no sé mucho más, salvo que la carretera la lleva al puerto y el contenedor al mercado exterior. Y que está muy buena, dulcísima.

La rubia es el edil del pueblo, pero no se ajusta al palíndromo (la edil ideal). El proyecto edilicio de la rubia consiste naturalmente en teñir al pueblo de rubio. En enchularlo, o sea, en convertirlo en el soporte publicitario para el proyecto de la propia rubia, su reelección.

Para lograrlo, la rubia ha llegado a teñir de rubio el busto de la fundadora del pueblo, que hace apenas un siglo y medio donó dos cuadras cuadradas para que se levantase la iglesia, el teatro, la escuela, la cárcel, el club social. A los que no tardó en sumarse la pulpería de mi tío Pepe.

A la rubia la reeligen cada cuatro años, porque se gana el voto de los ancianos sacándolos a pasear. Es de profesión animadora de televisión, sólo que para su desdicha las cámaras no la siguen cada vez que pone un pie en la calle central del pueblo.

El sistema electoral en Chile presenta la peor combinación posible: inscripción voluntaria y voto obligatorio. Lo que hace que sólo voten las personas mayores. A los partidos consolidados no les conviene cambiar el sistema electoral, y no lo cambiarán, en circunstancias que el buen sentido indica que lo lógico sería la combinación contraria, que la inscripción fuese automática y el voto voluntario.

Los hijos dilectos del pueblo repartidos por el mundo, mi tío y yo mismo, sin ir más lejos, reclamamos el voto contra la rubia.

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9 décembre 2011

La palmera

Diario de Chile

Cuando voy a dejar la oficina me doy cuenta de que el zygocactus está floreciendo. Florecerá para nadie. Da un poco de pena imaginar esos colores vivos en la soledad del despacho. Pero es una pena extemporánea y no hay quien la contemple.

En el avión me pregunto si no habrá gente en segunda clase que, pudiendo viajar en primera, decide invertir la diferencia en proyectos de utilidad pública. Y viceversa, si habrá entre los de la primera alguno que está pagando con recursos públicos la diferencia entre la estrechez y la holgura. La crisis es lo que tiene, que hace desconfiar de los duques. 

Espero eso sí que en primera clase no echen por las pantallas esos programas de cámara indiscreta. Qué vulgaridad. No lo digo por las situaciones, sino por las risotadas.

Ya en tierra todo son buenas noticias. No hace ni frío ni calor y, a pesar de que Piñera sigue subido a la palmera, el país y el paisaje siguen donde mismo. 

 P

6 décembre 2011

Voy y vuelvo

Voy camino de Santiago.

Saludos.

1 décembre 2011

El Cervantes de hoy

Corre que ya te agarra Nicanor Parra.

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30 novembre 2011

El último día de Hugo Claus

El último martes de noviembre suele ser uno de esos días como para quedarse en casa escuchando a Schumann y condoliéndose de la suerte que a uno le toca, según decía Hugo Claus [1].

Casualmente ayer, último martes de noviembre, el diario publicó una entrevista con su viuda, Veerle De Wit. Sabía que ella y su editora, Suzanne Holtzer, habían acompañado a Claus el día de la eutanasia. Sobre Claus ya he puesto unas cuantas líneas.

¿Qué hicieron en la víspera de su muerte?, pregunta la periodista. «Hugo quiso ir al cine a ver París, de Cédric Kaplisch (Si tú mueres primero, yo me iré a vivir a París, solía decirle Claus a Veerle). Sólo estábamos los tres en la sala, Hugo, Suzanne y yo. Habíamos debido correr para alcanzar el tranvía. Hugo me dijo: Qué cosas, hoy corremos tras el tranvía y mañana ya no estaré».

El día aquél, su último día, Hugo Claus repetía a la hora de comer el título de esa canción de Lou Reed: It's a perfect day.

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[1] «Voyager, se dit Maurice, plus jamais, non, plus jamais. Rester à la maison. Entre quatre murs. Ecouter Schumann, s'attendrir sur soi même. Si on tient le coup quelques années, on se fabrique une carapace de croûtes parfaitement étanches. La perfection, un gros oignon comprimé. Mais les glandes, alors ? Ben, les pollutions nocturnes règlent le noble organisme, le premier regard matinal est chaque matin blanc comme neige, ébloui par la neige». Un cercle étrange, dans L'Amour du prochain (De Mensen Hiernaast).

[2] Coetzee sobre Claus: ¿Por qué le presta tanta importancia a sus maestros muertos?

27 novembre 2011

Otra canción con ukelele

Nueve de cada ocho visitantes llegan a este lugar por el asunto del ukelele. Esto se explicaría porque tiempo atrás colgué un vídeo de un hawaiano, Israel Ole Kamakawiwo, que cantaba una versión estupenda del famoso Somewhere over the rainbow, del Mago de Oz, acompañado solo por un ukelele. 

No me imaginaba yo que el ukelele iba a pasar a ser más importante que mis consideraciones sobre toponimia o palindromía. Lo que me parece bien, la vida sería muy triste sin tocar el ukelele de vez en cuando. De manera que he comenzado a interesarme por el ukelele, y he leído incluso un artículo de la Wikipedia sobre la guitarrilla luso-polinésica. También he sacado en claro que ukelele se dice igual en treinta lenguas, lo que lo convierte en un punto de partida o de llegada para el esperanto.

Pero de lo que se trata no es de hablar del ukelele sino de saber si, además de la canción del difunto Kamakawiwo, hay alguna otra canción potable al son del ukelele.

Pues bien, después de oír unas cuantas, yo diría que hay dos y sólo dos: el Presto tango, de la Orquesta de ukeleles de Gran Bretaña, y la Canción sobre el acné, del ameno Charlie McDonnel. Eso, por ahora.

25 novembre 2011

La llamada

Ahora mismo se reúnen en Santiago quienes eran mis compañeros cuando fuimos colegiales. No he podido estar con ellos, pero he seguido los preparativos a través del correo. Habrá misa, oficiada por el que se hizo cura, aperitivo, cena y bajativos en el casino del colegio. 

No han sido las redes sociales las que han reunido al grupo de veteranos sino la voluntad de celebrar la fecha y el recurso al correo electrónico. A través del intercambio de mensajes, me he enterado de un par de fragmentos de la vida de unos y otros. B tenía un hermano, también llamado B, que acaba de morir. B está muy triste, naturalmente, y además está en la bancarrota, que es otra forma de tristeza. Como dice el sambista, tristeza é uma coisa sem graça mais sempre fez parte da canção.

Años atrás, por estas mismas fechas, hubo una celebración equivalente. A la hora de los bajativos, a los presentes les dio por recordar a los ausentes y decidieron hacer uso del teléfono. Sería la medianoche en Santiago, las cinco de la madrugada en mi casa. Cuando el teléfono suena a esas horas, el soñoliento no puede impedirse imaginar tragedias. Me tranquilizó, por lo tanto, escuchar esas achispadas voces remotas. Por suerte, después de hablarme durante una media hora tenían todavía que llamar al negro U, que vive en Australia, así que me dejaron solo frente a la ventana viendo el amanecer.

Ese sábado fui el primer cliente de la panadería. Compré magdalenas.

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22 novembre 2011

La vaca

Un otoño con sol y sin lluvia casi, una curiosidad, un veranito de San Martín. Aprovechando que tarda el hielo, en la tarde del domingo fuimos a saludar a las vacas. Un grupo de tres componía un retablo: el ternero mamando, la vaca rumiando y el toro echando la siesta. La sagrada familia.

El toro belga es una bestia prominente, muy diferente del toro ibérico, ese negro salvaje. El toro belga es rubio y sonrosado, descomunal y domesticado, con el pelo muy corto, salvo en la verga, donde lo lleva largo. En una corrida con un toro de estos, el torero debería azuzarlo con un paño rosado.

En la mitología nórdica el primer hombre, Ymir, un gigantón, fue amamantado por la vaca Auombla, que lamió el hielo para liberarlo. Oyendo estas historias que contaba mi tío, las vacas se echaron a mugir y no había quien las callara. 

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Óleo de Nikolai Abraham Abildgaard

19 novembre 2011

La falda

Lo más de los encuentros de mandatarios de la zona Asia-Pacífico era el día de cierre con la foto de los dignatarios en tenida tradicional del país anfitrión. Sedas chinas, vuelos coreanos, ponchos chilenos. El reciente encuentro de Hawai ha dado al traste con la tradición. Los potentados no se han atrevido con la falda hawaina. Será la crisis.

B

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