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Camino de Santiago
16 janvier 2009

Cornelius Berg

Le he oído decir a mi tío Pepe que él no lee libros de mujeres que no tengan nombre de flor, como Marguerite. Puede sonar a boutade machistoide pero, conociéndolo, apuesto a que se trata de un sincero homenaje a su admirada Yourcenar.

Me he acordado de esto porque llevaba algún tiempo con ganas de releer las Nouvelles orientales. Las leí cuando joven y mucho me impresionaron. Tanto, que me apresuré a regalarle el libro a un amigo (me parece que fue Sarte quien dijo que un libro leído es un cadáver que hay que arrojar cuanto antes por la ventana). Recuerdo haber leído las Nouvelles cuando se veía venir la guerra de los Balcanes, en cuya ocurrencia yo no creía, y tuve que cambiar en seguida de opinión.

El caso es que fui a la librería ayer y salí de allí con mi ejemplar. Como corresponde, comencé a leerlo por la última de la serie, La tristeza de Cornelius Berg, nouvelle que no tiene nada de oriental. Berg es un viejo pintor holandés, contemporáneo de Rembrandt, está de regreso en Amsterdam desde Italia, donde le tomó el gusto al vino, pinta poco y cada vez peor y cuando le piden que cuente sus aventuras por los países polvorientos de sol, Berg tiene que rendirse a la evidencia de que éstos son menos precisos en su memoria de lo que eran en sus proyectos antes de conocerlos.

Después de pasar la jornada pintando, Berg se dirige por la tarde al jardín de un viejo conserje que cultiva en Haarlem tulipanes (uno de esos veteranos que se recluyen en sus jardines a perseguir caracoles, como dice Roberto Merino). A la vista de un magnífico ejemplar de tulipán, cuyos colores hacen pensar en un iris, el viejo conserje dice que Dios es el pintor del universo. Sí, responde Berg, pasando revista a todo lo que ha visto y vivido, Dios es el pintor del universo. Es una pena que no se haya limitado a pintar paisajes.

P

Óleo de pintor desconocido

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5 août 2010

Como cantaban los Beach Boys

Obama ha anunciado el retiro total de las tropas norteamericanas de Irak para fines de 2011. Hay que alegrarse, porque todas las guerras son sucias, como las piedritas de la Campbell, pero ésa lo es particularmente, ya que es la de ahora. O una de las de ahora. Porque lo probable es que las tropas norteamericanas dejen Irak para ir a sumarse al contingente norteamericano en Afganistán.

Y los pocos que vuelvan a Estados Unidos no lo tendrán más fácil. Según el New York Times, los soldados norteamericanos arriesgan más una muerte violenta a su regreso a Estados Unidos que en el campo de batalla. Y cita el caso de una brigada de regreso de Mossul. Uno solo de sus soldados murió en Irak, mientras que, tras su retorno a Norteamérica, siete de ellos han muerto por suicidio, accidente o sobredosis, y otros seis han cometido crímenes con saldo de cuatro civiles muertos. El regreso, como se ve, no sólo es peligroso para los soldados sino también para la población.

Al punto que un diez por ciento de los 3500 miembros de la famosa brigada han sido sancionados con medidas disciplinarias, 39 han sido llevados ante una corte marcial y otros seis purgan penas de prisión de 15 años o más por crímenes cometidos en Estados Unidos.

UComo cantaban los Beach Boys, otros que están de regreso, Well, you're welcome to come.

Z

Foto de Ivan Pierre Aguirre

26 février 2014

Simenon en Lieja

Simenon tiene 16 años cuando deja Lieja por París y 70 cuando vuelve a su ciudad a acompañar a su madre nonagenaria en su lecho de muerte. Henriette Brüll, flamenca de Lieja, le tiende un sobre con todo el dinero que éste le había ido enviando mes a mes a lo largo de cincuenta años. « Temía haber tenido que ocuparlo en la vejez, pero ya ves que no, le dice. No querría deberle nada a nadie, ni tampoco a ti ».

Antes, en otro de sus escasos viajes a Lieja, su madre lo había puesto frente a la foto de sus dos hijos que ilustra esta página, Georges, el célébre escritor de los 260 libros, consagrado en París y rentista en Suiza, y Christian, su preferido, muerto joven, y le dice también: « Comme c'est dommage, Georges, que c'est Christian qui soit mort ».

Esto, de lo que me entero viendo la biografía de Simenon por Assouline, se lo comento a la Josepepa, que levanta los ojos de su libro y me lee en voz alta: « Así como la aguja de una brújula apunta siempre al norte, así el dedo acusador de un hombre se dirige siempre a una mujer ».

S

9 juillet 2014

La final

El Mundial ya casi toca a su final.

Una a una fueron cayendo mis cuatro selecciones. En series, en octavos, en cuartos, en semifinales. La que menos me escoció fue la derrota de la canarinha. Poca gracia me hacen Felipão y algunos de los suyos. Aun así, y por mucho que uno se lo pase pipa riéndole las gracietas a la galería imaginaria en Twitter, no reconforta precisamente presenciar el hundimiento y la humillación.

En el caso de España, por lo que me toca, me devolvió la alegría leer a Diego.

En el caso de Chile, resulta curioso ver como el técnico Sampaoli, habiendo conseguido que su equipo corriera como nadie detrás de la pelota sobre la base de un discurso formateado en la autoayuda  -si nos lo creemos, lo seremos-, dejara escapar la calificación cometiendo un error tan gordo como permitir que el penalti decisivo lo pateara Jara -Jarita-, el propio autor del anterior autogol funesto.

También, sobre el trallazo de Pinilla en el travesaño, que a punto estuvo de apear a los brasileros -más les hubiese valido, a la luz de lo que vendría luego-, alguien hacía notar que el imperfecto oral, por la vía de ser el tiempo del relato, se va subjuntivando. El de Pinilla no fue gol, pero era gol.

En cuanto a los belgas, las uvas estaban verdes.

Ahora bien, una vez que tu equipo ha sido apartado del camino, resulta claro que apoyarlo acarrea una emoción espuria. En cambio, ver un juego cuyo resultado no te va ni te viene sí que procura emociones puras. Así, la final de este domingo. Final que perderán por cuarta vez los holandeses, para que me cuadre el chiste que no entiendo por qué repito tanto.

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15 novembre 2014

Las calles

Cuando pasa el tiempo, lo real adopta un aspecto de ficción, y será ese el sino de nuestros retratos. Eso dice Javier Marías. Lo recuerdo viendo la foto de este hombre caminando por Santiago de Chile.

Esas son las calles por donde anduvo también Antonio después de desembarcar de un navío genovés y del tren trasandino y haber pernoctado los primeros días en el Hotel España de la calle Morandé, a dos pasos del lugar de la foto, tras un mes de travesía de la meseta castellana, el océano Atlántico, la pampa argentina y la cordillera de los Andes, de dejar atrás su pueblo, las ciudades de Oviedo, Madrid y Barcelona y los puertos de Santos y de Buenos Aires.

Mucho hablé con él, años más tarde, caminando precisamente por calles como la de la foto. Ahora que ya no puedo preguntarle nada más, cuánto me gustaría escucharlo contar algún intersticio de ese viaje, cualquiera, el que él eligiese.

Source: Externe

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5 février 2015

Retazos porteños

Diario del Cono Sur, 9

Mira que ir a Buenos Aires y, en lugar de escribir sobre Nisman y Kitschner, ponerse a hablar de zorzales y de fetos en formol. Y luego quieres tener lectores. ¿Y quién te dijo que yo quiero tener lectores?

Al despegar, Buenos Aires es un sinfín de luces de colores junto al río chocolatero. Al aterrizar, Santiago por la mismas, si cambias al río por la cordillera. El avión ha venido buscando la última luz del poniente. No sé si será posible un viaje aéreo que haga durar el crepúsculo largas horas, un día entero. Por lo pronto, esa será mi fantasía erótica a la hora de buscar el sueño. Y como plan B, una navegación por mar entre Montevideo y Valparaíso vía el Cabo de Hornos.

Quién supiera leer la ciudad por sus luces. Entiendo que las luces rojas indican a los pilotos la altura de los edificios, mientras que las demás componen el entramado del tráfico entre los volúmenes edificados. Por otra parte, y para reforzar la sensación de continuidad entre una y otra capital, estos últimos años la cotorra argentina ha venido colonizando Santiago. Menudos cotorreos que hay que oír entre los árboles y los postes de la luz. Lo mismo con los locutores deportivos chilenos, que imitan descaradamente a los argentinos.

También sobre cotorreos, el uso porteño del indefinido en lugar del compuesto es cortocircuitante: «Todavía no almorcé», dicen. «A la Argentina se la robaron tres veces y todavía no murió». Y la señora, concentrada en la cinta giratoria buscando su maleta: «Y, no la vi la maleta». 

El taxista que nos lleva hasta el Gran Rex al espectáculo de Les Luthiers -Viejos hazmerreíres se llama- dice que él no iría a verlo. «Todos los que vienen de fuera, Los Beatles, bueno, Los Beatles, no, Youtube (Youtube dice, queriendo decir U2, supongo), vienen de última». Pero Les Luthiers juegan de locales, replico. «Bueno, igual no iría».

El Gran Rex, sin embargo, está lleno. Un placer ver un teatro lleno de gente sencilla que sabe disfrutar de un espectáculo. Se reconcilia uno no sé con qué, con los porteños puede ser, que andan algo cabizbajos, como asustados frente a lo que viene y a lo que va. El de Les Luthiers es un humor popular inteligente, si eso existe. Y buena música, hecha con califones y bidets. Están viejos y se ríen de su propia vejez con chistes bien hechos. Tal vez demasiado hechos. No sé si olvidan eso de que primero hay que escribir y luego borrar los chistes.

No es que los taxistas sean iguales en todas partes, sólo lo parecen. Los bonaerenses son muy de Macri, y algunos le echan la culpa de todo a los ladrones y a los extranjeros. Y creen que Macri no robará, porque ya tiene. 

Lo dejo por ahora. Mañana digo algo sobre el Ateneo o pongo un autorretrato, si eso.

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Del libro «Santiago desde el aire»

25 février 2015

La música

De una caja de libros viejos, escojo la Sonata a Kreutzer, de Tolstoi. Lo escojo por el barbudo y por la sonata. Claro que, sobre Tolstoi, La canción para pasar el sombrero resume mayormente el cuadro.

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Lo cierto es que el inicio del relato, en un tren, resulta falto de naturalidad, como si estuviese destinado sólo a poner en su centro la retahíla integrista del personaje, Podsnichef, el propietario y padre de familia que apuñaló a su mujer cegado por los celos: dardos contra la concupiscencia de los gochos y la música, en nombre de una pureza bíblica. Pero una vez que Podsnichef comienza a relatar las circunstancias de su crimen, sus horas previas, el relato toma forma y se entrevera felizmente con consideraciones como estas sobre el poder de la música:

«¡Qué cosa tan terrible esa sonata! Sobre todo aquel presto. Y qué cosa tan terrible la música en general. / Bajo su influjo me parece sentir realmente lo que no siento, comprender lo que no comprendo, poder lo que no puedo. / Se comprende que la musica provoque excitaciones que no resuelve. / Por ejemplo, el primer presto de esa Sonata a Kreutzer —y existe mucha musica así— ¿se puede tocar en salones en medio de damas escotadas, o en conciertos, y después de acabado, aplaudir, y pasar a otro tiempo o a otra obra?».

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25 mars 2015

Los Alpes, la Ardena

Dos imágenes sobre la tragedia aérea en los Alpes. La de ABC es grosera. La del Frankfurter Allgemeine es ligera, significativa. De hecho está hecha sólo de signos.

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El tren deja atrás la planicie brabanzona y se adentra por el bosque ardenés. Ver la Ardena por estos días confirma la evidencia de que entre el fin del invierno y el inicio de la primavera hay una estación intermedia que se parece más al fin del invierno que al inicio de la primavera.

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Óleo de Camille Barthelemy

14 mai 2015

Haz de luz en Gante

Caminando hace unos días por el centro de Gante reconocí sobre un muro en altura este retrato de Michaël Borremans. 

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Es un muro raro. Del otro lado cuelga una campana a la que lleva, supongo, el ascensor que está debajo del fresco de Borremans.

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La maestría formal que exhibe Borremans en su obra enigmática impresiona. El detalle del haz de luz saliendo de la mirada de la mujer está al menos en otro cuadro del pintor, que fue convertido en sello postal.

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El fresco gantés y el sello postal son las dos únicas obras de Borremans que están, que yo sepa, fuera de galerías y museos. Curiosamente, sólo esos dos cuadros muestran ese sorprendente haz de luz que sale de la mirada de unos personajes que, sin embargo, no parecen ver otra cosa que su propio haz de luz.

28 juin 2015

Las diez primeras páginas del Caravaggio de Manara

Una web cuelga las diez primeras páginas de Caravaggio, la historieta que Manara le dedica al pintor milanés. Las leo, me entusiasmo, compro la historieta. Muy bien, pero esas diez primeras páginas con la llegada del pintor a Roma son inmejorables. Después, el relato enfila por los días romanos del pintor y todo va demasiado de prisa. Será la ley del género pero, a cuadro por casillero, el resultado es como ir en moto por las salas de un museo.

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Otra cosa es que el Carabacho sale de Roma tan casto como llega. Entiendo que el libreto sea para menores de 14, pero se trata de una biografía de Michelangelo Merisi... No sé, está tan bien pintada Roma y tan bien sugeridos sus embrollos cardenalicios que no consigo despegar la memoria de las Vidas ejemplares.

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Y otra cosa más: Vila-Matas llama ¡burdo! el consejo de Ludwig Börne que alabábamos aquí hace unas semanas.

11 septembre 2011

Otro once de septiembre

Un año, sería 1998 o 1999, mi tío se dio cuenta de que era 11 de septiembre leyendo la fecha de vencimiento en el envase de los huevos. Ahora, en cambio, no hay manera de olvidar el aniversario de ese tiempo absurdo y por fortuna remoto, cuando escribía endecasílabos sobre unos muros que se vinieron abajo. De aquellos, este es el único que recuerda con cariño: Los niños nacen para ser felices.

Chicho

23 mai 2016

El zoológico

Un hombre desnudo se introdujo ayer en la jaula de los leones del zoológico de Santiago de Chile. Las fieras lo contemplaron con asombro, el tipo se les colgó de los pelos, los leones le dieron un par de zarpazos y a otra cosa. En ese momento «se activaron los protocolos de seguridad» como se dice ahora y aparecieron los guardias, mataron a los leones y se llevaron al suicida al hospital, donde está grave.

Se cuenta rápido pero se comenta mucho. Pones a un hombre entre fieras y se desatan imágenes bíbilicas. El animalismo en boga, además, opina que si los zoológicos, que si la castración, que si la comida envasada... El suicida pasa a un segundísimo plan y tal vez sea mejor así. 

Por mi parte agrego que a ese jardín zoológico solía ir yo con mi padre cuando niño en las mañanas de domingo. El recorrido era siempre el mismo. Las fieras enjauladas nos interesaban poco. La elefanta se veía desproporcionada en su reducto, la trompa larga y el rabo corto. Los leones estaban  deprimidos, el león en su media jaula, la leona en la otra. Eso sí, a veces el león soltaba un rugido feroz. La jirafa estaba un poco mejor y conseguía estirar el largo cogote por encima de la reja y atrapar con su lengua suavísima el maní y otras porquerías que la gente le tendía.

Mi padre y yo nos demorábamos frente la gran jaula de los pájaros. Allí nos sentábamos a mirar como volaban plumas. Supongo que mirando esos pájaros multicolores descansábamos de todo lo demás. Cuando me aburría, me daba la vuelta y buscaba en el suelo a las hormigas oscuras, a su trapicheo incesante.

Luego nos íbamos a instalar delante del foso de los papiones. Allí todo era vocinglería. Al bullicio de los monos se sumaba el de los espectadores, contagiados. Dentro del foso también había un padre junto a su hijo mirando a otros monos. Una manada de monos es una sociedad en reducido y representa todas las emociones: la admiración, la envidia, la alegría, la ira. La mímesis: mirar a los monos es como mirar a los mimos sobre un escenario. Son un imán para los ojos. Y nos ponen frente al enigma que John Berger, cuando cuenta sus visitas al zoológico de Basilea con su padre, formula así: ¿Por qué se nos parecen tanto y sin embargo no son como nosotros?

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2 avril 2023

Diario de Benidorm

VINE A ESTE pueblo a hacer lo mismo que  hago en el mío, salvo que aquí camino por el borde costero y si me da calor me doy un baño. Cambiando mi pueblo por éste gano quince o veinte grados según el día y unos cuantos euros por lo que pago de menos en el supermercado. Mientras tanto observo las costumbres de las dos tribus que comparten estos lugares, los lugareños y los desertores de la bruma. De estos últimos diré algo más en la sección de toponimia.

EN EL AEROPUERTO me llama la propietaria de este piso para decirme que los encargados de limpiarlo lo han dejado como seda, lo que confirmo, pero han tenido un contratiempo y no han podido limpiar los vidrios. Le digo que no se preocupe y me escucho decirle que ya los limpiaré yo. 

EN EL MISMO aeropuerto hay una campaña de promoción del turismo en Asturias, con gaitas y cartelones. El aeropuerto de Charleroi no es gran cosa estéticamente hablando y mejora una enormidad metiendo los paisajes de la tierrina en la retina. Unos días después se desata una ola de incendios en el Principado. Me imagino a los animales huyendo de los bosques en llamas y me echo a temblar. Pienso en el sobrín que es guardia forestal y estará combatiendo el fuego… Pregunto y me dicen que ahora está lloviendo y que, al menos por allí, la cosa está tranquila. Otra vez me he dejado ganar por el efecto zoom.

HAY UNA HISTORIA curiosa que se cuenta en este pueblo y es que con el auge del turismo extranjero en 1953 el alcalde de la época se subió a una motoneta y fue a Madrid a pedirle a Franco (que tiene el culo blanco) que autorizara el uso del bikini en estas playas. Años más tarde los vecinos, para atemperar la imagen de frivolidad que la ciudad desprendía, subieron a hombros una cruz de madera hasta las alturas de la sierra que rodea la ciudad y allí la instalaron para que Dios la bendiga.

OTRA HISTORIA POR el estilo, sólo que más antigua, es la que cuenta la llegada al puerto de su patrona, la Virgen del Sufragio. En la playa de Levante naufragó a inicios del siglo XVIII un barco sin tripulantes. Se acercaron los lugareños y por miedo a los piratas y a la peste que por entonces asolaban estas costas le metieron fuego al barco. Cuál no sería su sorpresa al ver que, una vez que el fuego se apagó, entre las cenizas reinaba la preciosa imagen de una Virgen. La llevaron en triunfo hasta la iglesia de San Jaime y Santa Ana, que está en lo alto del promontorio del puerto, y allí la entronizaron reina de las playas de levante y de poniente. Sin embargo llamarla Virgen del Naufragio les pareció a los feligreses fuera de lugar y así fue como fueron transformando Naufragio por Sufragio. Sufragar quiere decir ayudar, favorecer. Y la Virgen del Sufragio ayuda y favorece a quien pide con humildad.

HAY GENTE COMO Víctor que sólo confía en la experiencia directa: He visto que el covid es una enfermedad mala, me dice. A los polacos del quinto los mató a los dos y a un señor mayor del segundo también lo mató.

SÓLO LLEVO AQUÍ una semana y ya aparezco en la prensa local de 1910. Se trata de una iniciativa de una pareja de jóvenes para buscarse la vida entre los turistas. Cuando sé que son ucranianos les digo Slava Ukraini y se emocionan.

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Me abstengo, por cierto, de señalarles la falta de concordancia de género en el título.

MIRO POR EL balcón y veo pasar a un mujer que me recuerda a Joaquina. Vamos por oleadas y la vida dura un cuarto de hora. Y el yoga, la comida sana y la ciencia cristiana a la que adhería Prokófiev permiten alargarla dos minutos…

LIMPIO LOS VIDRIOS y quedan peor que antes. 

RACÓ DE L'OIX se llama este barrio en valenciano. Racó es rincón, claro, pero l’oix, qué puede ser. Suena a ojo pero no, desde que escuchamos a Raimon sabemos que ojo es ull (els ulls al vent, al vent del món). Oix es náusea, asco. Las aguas que dejaban antaño las tormentas se estancaban en este rincón y apestaban. Ahora que ya casi no llueve, lo que apesta y da un poco-mucho de oix no es el agua estancada sino los efluvios de los desertores de la bruma. Es una costumbre detestable atribuir a todo un colectivo las características de algunos de sus miembros. Me resisto por lo tanto a decir que los ingleses beben moderadamente porque he visto a un par de ingleses sobrios.

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Continuará, o eso espero…

27 juillet 2023

El aprendiz al sol

APENAS COMIENZA LA andadura de estos diarios y escribe el autor: «Hace una semana que empecé este cuaderno de bitácora y no pienso seguir con esta colosal mentira». Pero bien que prosigue, al punto de publicar ahora estos diarios escritos entre 1989 a 1999, los últimos años del sXX, como bien subraya. 

Con el sol a las espaldas, la sombra que se proyecta hacia adelante es ridícula. En cambio, la sombra que proyecta el ciclista contra la ladera o contra los muros blancos de las casas del pueblo, la figura del Aprendiz al sol, de Duchamp, es exaltante. Estas dos figuras se combaten y se completan al filo de estas páginas.

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Luces y sombras en los diarios de Montano, un espacio de confesiones y balances: «Una adolescencia algo retraída me ha tenido toda la veintena cojeando; ahora empiezo a enterarme de qué va la historia, pero no puedo incorporarme plenamente a la juventud porque ya he cumplido los treinta». Lo incompleto, la dificultad de precisar qué se quiere y no digamos ya de alcanzarlo. «Nadie se baña dos veces en el mismo río, y afortunados los que al menos se bañaron una», sentencia.

Sobre la adolescencia también, este párrafo es elocuente: «Estaba pensando en el adolescente que fui, tan solitario, tan triste, tan retraído; cuánta torpeza en cada gesto, cuánta coacción. Y miraba con alivio estar ya tan lejos de él, haberlo abandonado; no parecerme hoy en nada a aquel pobre individuo. Pero entonces me he dicho con pena: También tú lo has dejado solo».

Estos son los diarios de un muchacho que se adentra en el mundo de los adultos movido por un rechazo visceral que va lentamente mudando a un acomodo inestable. En estas materias, es una perla esta descripción del perfecto día procrastinado: ««Día de ayuno. Trabajo. Lluvia». Escribí esta anotación al levantarme, y pretendía ajustarme a ella durante la jornada —pero he comido, no he trabajado, ha dejado de llover». «Tal vez ahora soy más dócil pero menos lamentable», concluye más tarde, convertido en guionista de televisión y luego en bibliotecario. «Es fácil ser funcionario. Te haces un esquema de tu vida, y de ese esquema tachas ocho hojas diarias», dirá también.

Y la presencia de los amigos, claro, este diario es también el inventario de los rituales de los últimos años de la juventud y los primeros pasos por la vida adulta de un grupo de amigos que los vaivenes de las mareas acercan y luego alejan. Tanto así que «el valor de un hombre se mide por la cantidad de soledad que es capaz de soportar», una cita Nietzsche que Montano trae a colación y viene al caso.

El autor presenta su indagación sobre la escritura de diarios y su inscripción en el día a día. «El día es una excusa para escribir el diario», llega a decir. «Esta mañana, repasando mis anotaciones de hace unos años, he revivido aquellos días como no los viví entonces». Así expone su tira y afloja con las palabras, que distraen de la realidad: «Aturde saber que nuestras palabras no van a durar, que escribimos en vano». Y también: «Las palabras, su exceso fácil, quincallería que enturbia la relación con la realidad». Al mismo tiempo, las palabras permiten ver la realidad y nombrarla.

Su tira y afloja no es sólo con las palabras, también con los contratiempos que acarrea la realidad: si esperas que en el local de los bajos se instale un comercio tranquilo, una frutería o una tienda de zapatos, lo que se instalará finalmente será un carpintería. Un mérito en esta materia: no hay culpas, a nadie le echa culpas el autor, si no es a sí mismo, y aun así lo hace movido por el amor fati. «Sabiendo que jamás me he equivocado en nada sino en las cosas que yo más quería», diría, echando mano a un verso de Luis Rosales. 

Asoman Málaga, Madrid y Lisboa por estas páginas, tanto en primer plano como en tela de fondo, e incluso Almogía, el pueblo familiar, a cuyo paso encontramos un par de pinceladas costumbristas muy bien dadas.

«Algún día, desde otra edad, miraré estos años con la extrañeza de no haber sabido vivir de un modo diferente», afirma el autor. Treinta años más tarde, ahora que los diarios han sido publicados, dan ganas de preguntarle cómo los ve ahora, pero la respuesta está en los propios diarios: «Me he sentido como si estuviese leyendo el diario de otra persona, furtivamente. Hubiese querido decirle algunas cosas al tipo que lo escribió, pero eso es imposible porque ese tipo ya no existe, o soy yo, en todo caso».

Estos diarios tratan finalmente de la manera como pasa el tiempo por nosotros. No son sólo los años y los días los escurridizos, también las horas son subrepticias, y los momentos ya no digamos: «Somos distintos según las horas: reunirnos es una tarea literaria, no siempre escrupulosa». 

He leído que estos diarios se leen como una novela, o mejor, como el reverso de una novela. Es verdad que el lector sigue el hilo del protagonista con interés creciente y los artificios del diarista son más llevaderos que muchos engrudos novelísticos. He leído también que el spleen, la melancolía, sería el término que describe mejor su contenido anímico. No lo discuto pero digo que también brilla muy fuerte el sol en estas páginas. Y hay momentos de felicidad gratuita, que siempre es la mejor: «Lo decisivo es tener un cuerpo, ser un sitio en el mundo: entonces el aire de la tarde pasará por ahí, trayéndonos su frescor, otorgándonos una felicidad gratuita».

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6 août 2007

Y ese niño podría venir con nosotros

Lectura a tres voces de Mañana en la batalla piensa en mí

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Visitante asiduo como soy del blog de Clonclón, me enteré de que éste había leído recientemente Mañana en la batalla piensa en mí, la muy leída y premiada novela de Javier Marías. Como casualmente yo mismo había comenzado a releerla, se me ocurrió formular cada día un comentario sobre la novela en el blog de Clonclón, comentarios a los que éste fue puntualmente respondiendo. Circe, otra lectora del blog y de la novela, se sumó a este intercambio.

Josepepe: Estoy releyendo, como Circe y usted, según entiendo, Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías. Más que sobre sujetadores, que también, me parece que la novela trata de la paternidad.

Clonclón: Pudiera ser, siempre que se refiera usted al Padre Tiempo de negra espalda que, como la Revolución, devora a sus hijos.

Circe: No creo que el tema sea la paternidad. ¿Sobre las vueltas inesperadas que da la vida, quizás? No sé. Esa novela es como el Dragón Khan.

Clonclón: Pudiera ser sobre las vueltas que da la vida... ¿No aparece varias veces un tiovivo envuelto en niebla del que sólo se ven las cabezas fantasmales de los falsos caballos? ¿No hay unos aviones de mentira colgados sobre la cama inconsciente del niño Eugenio, cuyo mundo ha cambiado sin que él lo sepa? Su hipótesis es de lo más plausible.

Josepepe: Las páginas que Mañana en la batalla piensa en mí dedica al gremio de los negros de negros, de los escritores fantasmas de escritores fantasmas, provistos de prosa campanuda y proveedores de arengas espumantes por encargo, dan que pensar que tal vez otra de las cualidades de los blogs sea la de ser una reserva para este incomprendido sindicato. Con todo, la novela se deja leer muy bien.

Clonclón: Qué me va a contar a mí de negros de negros, si yo fui el creador del clon de un clon. Pero tiene usted toda la razón al decir que  Mañana en la batalla piensa en mí se deja leer muy bien, que no es poco en estos tiempos.

Josepepe: El protagonista de Mañana en la batalla piensa en mí va a Palacio a recibir el encargo de redactar un discurso. Javier Marías pone en boca del Rey una reflexión sobre el destino y la Corona. ¿Le parecen verosímiles esas palabras?

Clonclón: La verdad es que me pareció completamente inverosímil la meditación del Rey, pero no creo que Javier Marías buscara ninguna verosimilitud, así que no puede considerarse un fallo: todos los diálogos que aparecen en la obra se presentan sin disimulo como recreados por el autor. De algún modo, podría decirse que el narrador les escribe los discursos a todos sus personajes, no sólo al Rey.

JosepepeAl contarse, el mundo depende de sus relatores, escribe Javier Marías. No sé si se trata de un reflejo de narrador, de la misma manera como para un carpintero todos son problemas de clavos.

Clonclón
: Pensé lo mismo que usted al leerlo, pero no con tanta sencillez ni tanta gracia. Yo recordé a aquellos filósofos que se dedican a meditar acerca del ideal de hombre para acabar concluyendo, mire usted que suerte, que el ideal de hombre es el filósofo.

Josepepe: En la mitad de Mañana en la batalla piensa en mí nos espera el previsible encuentro con la prostituta. Estábamos avisados y, sin embargo, sostenida por algo de suspense y sobre todo por la escritura, la situación retiene la atención. Un pequeño plus: también vale, para lectores distantes, como paseo por la Castellana.

Clonclón: A ver si es usted capaz de averiguar a qué viene lo de la prostituta. Imagino que será un contrapunto a la trama principal (a la trama, vaya) o algo así de fino, pero la impresión primera, e imborrable, es que esa historia fue metida con calzador y podría ser eliminada sin mayores problemas. También Mañana en la batalla piensa en mí tiene su curioso impertinente.

Josepepe: Me sigue pareciendo que Mañana en la batalla piensa en mí trata de la paternidad.

Clonclón: No acabo de ver claro que esa idea esté presente en la novela, o al menos no con tanta relevancia. ¿Lo dice por el caso del niño Eugenio?

Josepepe: Por cierto. La historia es como una perinola o, como dijo usted mismo, un tiovivo entre la niebla o aun unos aviones de mentira que giran en torno a un niño que duerme.

Clonclón: Es que hay algo de sonámbulo, de nebuloso, en toda la novela. La escena de la puta, que yo sigo sin ver muy bien a qué viene, tiene algo de esto: hay un aire de sueño, o quizá de pesadilla, en ese no saber con certeza si aquella mujer que lleva en el coche es la misma con la que convivió varios meses hace no tanto tiempo.

Josepepe: Qué curioso que lo diga. Me pareció tan inverosímil como supuesto y, sin embargo, eso no me impidió dejarme llevar tras la resolución del falso enigma. ¿Cómo puede dudarse si se trata o no de la mujer con la que se ha vivido hasta hace poco? ¿Porque se ha convertido en otra, en una puta?

Circe: Toda la fabulación sobre la puta y la ex es lo que más me ha aburrido de la novela. Estoy bastante harta de esta fantasía tan extendida consistente en una supuesta equiparación de la mujer legítima con la prostituta. Me molesta que el tratamiento de los personajes femeninos sea inevitablemente tan superficial en muchos autores.

Clonclón: Me da cierta vergüenza reconocerlo, pero no me había dado cuenta de esto que usted dice. En efecto, todo ese capítulo no es más que la típica y tópica fantasía masculina de ver a la legítima como a una prostituta. La única diferencia es que, mientras que la mayoría de los hombres la realizan comprándole unos ligueros a su esposa, Javier Marías prefirió escribir una historieta un poco aburrida que no venía demasiado a cuento. Para mi gusto lo único interesante es esa incapacidad del protagonista para confirmar si es o no su antigua novia esa mujer que se sienta a su lado. A primera vista parece inverosímil, y recuerda un poco a esas comedias del XVII en las que había creer que una mujer disfrazada de hombre daba el pego en cualquier circunstancia, pero si uno lo piensa bien puede llegar a ocurrir: a mí, que soy bastante despistado para caras y nombres, me ha pasado algo parecido con gente no tan cercana como una novia, pero tampoco muy lejana. Quizá hubiera sido mejor que Javier Marías hubiera escrito un relato independiente con esa historia, en lugar de incrustarlo de mala manera en su novela.

Josepepe: Me parece que Circe y usted han dado en el clavo con la historieta de la prostituta. Por otra parte, contando todo a través del narrador, Javier Marías condena a éste a ser un sempiterno husmeador, un espía de su propia causa (a riesgo de resultar un poco cargante). También, imagino que ha de haber más de una relación entre esas películas que el protagonista ve en la televisión y la forma de la novela. Como no he visto esas películas ni conozco el cine al que es aficionado Javier Marías, el de Welles y Wilder, no me atrevo a suponer mucho más, pero sí me atrevo a preguntarle a usted cómo ve a este narrador que parece estar constantemente dentro de una película que él mismo ve a intervalos en la televisión (siempre muy tarde por la noche).

Clonclón: Me temo que no puedo ayudarle en esto: soy muy poco cinéfilo. Mientras leía la novela trataba de recordar algo de Campanadas a medianoche, que había visto hacía años, pero en vano. Sólo puedo sospechar, como usted, que Javier Marías alude a su propia narración, incompleta y fragmentaria (el relato intercalado de la ex novia-prostituta), con esas películas entrevistas a altas horas de la noche que el narrador se promete ver completas algún día. El porqué de esas películas precisamente, sin embargo, es también un secreto para mí. Por cierto, suscribo con entusiasmo su primer párrafo: "Contando todo a través del narrador, Javier Marías condena a éste a ser un sempiterno husmeador, un espía de su propia causa (a riesgo de resultar un poco cargante)".

Josepepe: Javier Marías nos dice que toda muerte puede ser vivida como representación o como espectáculo del que se da noticia, o bien como encantamiento. La novela va de una a la otra, lo que puede explicar a la vez su calidad y su éxito masivo. En cuanto al asunto de los connovios o conyacentes, tal vez quepa recordar que Lévi-Strauss ve la circulación de las mujeres como un sistema de comunicación entre hombres.

Clonclón: Completamente de acuerdo con lo primero: la teatralidad de la muerte, su carácter espectacular, es lo que hace tan eficaces los primeros capítulos. En cuanto a lo segundo, gracias por la referencia de Levi-Strauss, de la que no tenía noticia. Me gustó esa parte filológica de los coyacentes. Al leerlo, recordé que Borges decía que él no sentía hostilidad, sino simpatía, hacia los hombres que estaban enamorados de la misma mujer que él. De algún modo, aquel amor compartido era un vínculo (en términos borgianos, que curiosamente no utilizó para explicarlo: si el amor es el mismo, los dos hombres serían el mismo hombre). La idea es idéntica, si sustituimos amor por sexo, sólo cambia la sensación que produce: de repulsión, a Javier Marías, y de adhesión, a Borges.

Josepepe: No sé si el curioso impertinente, al que se referió usted antes, será el protagonista de la novela. Pero lo que definitivamente no sé es cuál es el otro curioso impertinente.

Clonclón: El curioso impertinente, la novela ejemplar que Cervantes intercaló en El Quijote sin que viniera muy a cuento, fue mi manera de referirme al relato de la posible ex novia prostituida, pero ahora que lo dice el apelativo le viene bien al narrador de la novela, incapaz de resistirse a la tentación de husmear en la vida de la mujer que murió a su lado.

Josepepe: No lo recordaba y me fui de cabeza a leerlo. Y sí que viene a cuento. La cabezonería de algunos hombres por poner a prueba la virtud de la mujer parece tener mucho de obsesión por conocer a los eventuales connovios.

Clonclón: No deja usted de sorprenderme: es verdad que hay un cierto aire de familia entre el marido receloso de Cervantes y el ex novio de Javier Marías. Se me ocurre a mí ahora que Julián Marías, el padre del novelista, ofreció una explicación de El curioso impertinente que a mí es la que más me convence: al introducir una ficción por completo ajena a El Quijote, una ficción del todo impertinente, Cervantes consigue el milagro de que tomemos por realidad a los no menos ficticios Don Quijote y Sancho.

Josepepe : Si, como afirma Javier Marías, por el hecho de existir y de ser leída y releída una novela existe, así ha quedado Mañana en la batalla piensa en mí existiendo aun después de cerrada. Así es como, habiendo aceptado saber de sus protagonistas, ahora ya los recordamos y los recordaremos todavía no sé por cuánto tiempo más. Tras un paréntesis muy cómico (que el diálogo final entre los casi connovios sea tenso y desagradable aumenta retrospectivamente la ligereza y comicidad de la situación anterior, en el hipódromo, con las chicas ensombreradas y el Almirante Almira, de predestinado nombre), la novela se cierra con otra muerte, ridícula e improbable como la muerte que la abre, y nos quedamos con una muerte de entrada y otra de salida, en circunstancias que, como casi todo el mundo hoy, no sabemos muy bien qué hacer con los muertos. Y a lo que iba al inicio, tal vez la novela ilustra (lo hace al menos para mí) de qué embarazosa manera la gente se convierte hoy por hoy en padre y madre. La posibilidad de que el niño Eugenio acabe siendo el hijo del protagonista está insinuada desde el inicio de la novela y sugerida abiertamente al final de ésta: “Y ese niño podría venir con nosotros”. Yo he releído el libro buscando esa confirmación pero he encontrado mucho más, gracias a haber podido comentarlo aquí con Circe y usted.

Clonclón: Todos los lectores conocen la pena que produce terminar ciertos libros. Lo que no es tan frecuente es lo que ahora me ocurre a mí: me da pena que haya terminado usted el libro. Me gustaban estos intercambios diarios, y los echaré de menos. No creo haberle sacado jamás tanto partido a una novela como el que le he sacado a Mañana en la batalla piensa en mí y se lo debo enteramente a usted y a Circe. Como regalo final, no está nada mal la frase que rescata ("Y ese niño podría venir con nosotros"), que me hace ver -¡al fin!- que tenía usted razón al señalar como decisivo el tema de la paternidad. Es usted un magnífico lector, Josepepe. Muchas gracias por compartir su lectura conmigo.

18 avril 2008

Todas

El punto va bien, la coma más o menos, pero el punto y coma se nos muere entre las manos.

Poetry_semicolon

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The Dreamers, la última película de Bernardo Bertolucci. Un ménage à trois entre unos gemelos parisinos que tiran al infantilismo y la insensatez y un californiano que quiere convertirse en adulto.

Un diálogo al azar, copiado de memoria: —¿Ustedes me quieren? —Sí, te queremos mucho. —No quiero que me quieran mucho, quiero que me quieran y punto.

El autor del libro en que se basa el filme, Gilbert Adair, confiesa que detestaba esta historia. Y, de todos sus libros, tuvo que ser ése, el detestado, el que quiso filmar Bertolucci. En vista del interés, Adair escribió el guión y reescribió el libro. La película fue pifiada en Venecia, la crítica la consideró insoportable (voyerismo, miopía, vacuidad), la vio muy poca gente. Será por joder, pero yo no me perdí detalle, y eso que me suelo dormir en las películas.

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Alguien (un pan de Dios) busca en Google la lista de todas las obras literarias habidas y por haber. Y este modesto blog aporta la primera respuesta entre 37 mil. ¡Salud!

31 mai 2013

El método Barenboim

Biopic de Wagner en la tele, donde el sajón queda como chaleco de mono. Que fue antisemita ya lo sabía yo. Y el compositor favorito del Fürher, también, tanto como que el nazismo usó y abusó de sus orquestaciones. Lo que ignoraba es que tanta presunción, como la suya, cupiese en un individuo de baja estatura. Comento con mi tío este detalle de los centímetros, y me renvía a mis clásicos, recordándome la talla de Wagner, el pianista de la Castafiore.

Escuchar la música de Wagner puede ser una experiencia conmovedora, para qué estropearla con los trapicheos del hombre que la compuso. No se necesita saber mucho sobre el creador para apreciar la obra, y hay casos en que es mejor no saber nada. Wagner puede ser uno de esos. Pero ya se sabe que la curiosidad mata al gato, y ahora cuando escucho el adagio de Lohengrin asoma efectivamente un gato. Muerto. Me ha pasado con más de un compositor romántico, cuya música asocio ya inevitablemente a los falsos clímax de las teleseries que tenía que tragarme a la hora de almuerzo en Sudamérica. Música romántica y chanfaina de bofe.

Pues bien, leyendo el último libro de mi amigo Mário Mesquita, me entero de que hasta hace pocos años la música de Wagner nunca había sido interpretada en Israel. Un par de intentos en esa dirección se saldaron con la presencia de sobrevivientes de los campos de la muerte en el escenario, impidiéndolos. Hasta que un día, Daniel Barenboim, argentino educado en Israel, volvió a la carga y propuso a Wagner en el programa que iba a dirigir en Jerusalén. Ante la oposición de las autoridades, Barenboim debió echar pie atrás. Pero a la hora de los bises, durante el concierto, el director se dirigió directamente a los espectadores preguntándoles si querían escuchar a Wagner.

Un grupo de éstos le gritó de todo, sinvergüenza, vendido y renegado. Barenboim los invitó a subir al escenario a exponer sus argumentos. Al cabo de un debate de cerca de una hora, y comprobando que quienes se oponían no llegaban al cuarto del aforo, los invitó cortésmente a abandonar la sala para permitir a la mayoría escuchar a Wagner en buenas condiciones.

Se me ocurre que el método Barenboim para neutralizar a los excitados de las primeras filas será de amplio espectro, aun si hay salas que no se pueden abandonar tan fácilmente. Espero no olvidarlo el día en que las papas quemen.

W

Wagner al piano, óleo de Harry Everett Townsend

14 juillet 2012

Despeñavírgenes

España es un país raro. Todos los países son raros, de cerca nadie es normal. Pero España exagera a veces, o a menudo. Yo no me atrevería a decir esto, así como así. Si lo pongo aquí con todas sus letras es porque lo he leído en un libro. El libro es Mémoire espagnole, de Jean-Claude Carrière, quien fue guionista de Buñuel.

¿Y en qué radica el exceso español? Buñuel decía que el sueño de todo español es mantener un harén, con efebos y todo, lo que origina mil y una sordas decepciones. Sin hablar del regionalismo exacerbado, que es lo mismo que querer tener un harén, a otra escala. Todo esto a ojos de un francés, como Carrière, que aplica a España una mirada distanciada de vecino inmediato, puesto que es occitano. Tan frecuente e intenso ha sido mi contacto con España, dice Carrière, que me he convertido en español. Español, sí, ¿pero de qué parte del estado español?, como diría un regionalista.

El exceso español (Spain is different se decía durante el franquismo) linda con el fanatismo. En el camino hacia el fanatismo ordinario no hay nada peor que un converso, decía también Buñuel. Y peor que un converso es un converso con tribuna. ¿Cómo puede ser que un país que en sólo una generación dejó atrás la dictadura y la pobreza a través de un ejercicio de equilibrio preste tanta atención a un puñado de desequilibrados? ¿O, tal vez, son esos excesos verbales la expresión catártica que permite el equilibrio?

Pero, bueno, ¿cómo no va a ser raro un país que venera a tantas vírgenes, cuando no las despeña, como hacen los habitantes de Calanda, tras sacar en procesión a la Virgen del Pilar para que llueva? Y como después de la procesión no llueve, despeñan a la virgen. Tal vez sea eso lo que hacen los conversos que pontifican en los medios: despeñan vírgenes, las mismas que idolatran.

Y si España, la madre patria, se permite estas rarezas, ¿qué queda para los churumbeles?, pregunta mi tío, que es ultramarino.

En fin, para que no quede mal sabor de boca con tanta rareza, acabo con un chiste que le cuenta Jesús Franco a Carrière. Está un pastor cuidando dos vacas. Pasa un francés y le pregunta: ¿Comen bien? ¿Cuál?, responde el pastor. La blanca, dice el francés. La blanca come bien, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

Se queda un rato el francés mirando las vacas y vuelve a preguntar: ¿Dan buena leche? ¿Cuál?, responde el el pastor. La blanca, dice el francés. La blanca da buena leche, sí, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

¿Por qué me preguntas cada vez a cuál me refiero?, pregunta el francés. Te lo pregunto porque la blanca es mía, responde el pastor. ¿Y la negra? La negra también.

P

15 février 2013

El mechón gris

Sus días y sus horas vuelan por encima de nuestras cabezas como nubes ligeras de un día ventoso, para nunca más volver. Todo se precipita: mientras tú te rizas ese mechón, ¡mira!, se hace gris. Y cada vez que te beso la mano para decirte adiós, y cada ausencia que sigue, son preludios de esa separación eterna que pronto habremos de padecer.

La vida y las opiniones del caballero Tristram Shandy, de Laurence Sterne, traducción de Javier Marías.

E

Óleo de C. W. Eckersberg

28 août 2015

El monte

Al subir por el sur, impresiona ver como en torno a la cima desaparece la vegetación y el monte se cubre de una espesa capa de piedra caliza, un manto como de nieve seca, de nieve de verano.

Un paisaje lunar o estelar es lo que uno ve si mira al suelo. Si levanta la vista, en cambio, lo que ve es terrestre por donde se lo mire: los Alpes, la planicie provenzal, el macizo central, la mar que se adivina por el sur.  

Alguna mata de tomillo valiente apechuga entre las piedras blancas y si uno la restrega se le queda pegado a los dedos un olor acérrimo. Alguna cagarruta de oveja también hay, la prueba de que los selfistas no hemos desplazado completamente a la fauna de origen. Y abundantes ciclistas mimando los gestos del Tour sobre las pintadas desteñidas por el sol de agosto. Y la sombra fresca del maquis Ventoux, el que resistió como pudo cuando el mistral soplaba en contra.

Qué bien se respira arriba sabiendo todo esto. Incluso sin saberlo, qué bien se respira en la cima del Ventoux.

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Bajamos del monte por la ladera norte buscando el río Toulourenc, en cuyos bordes limosos encontramos estas huellas de paxarín parleru

P1050863

29 janvier 2007

Agujeros

No se trata de que el presidente del Banco mundial, Paul Wolfowitz, se presente a una mezquita turca con los calcetines rotos y el pantalón manchado porque sea pobre. No lo es, desde luego. Es rácano. Y basto, ya lo mostró Michael Moore en Fahrenheit 9/11 peinándose "con escupito" ("We watch him stick his comb in his mouth until it is wet with spit, after which he runs it through his hair"). De la misma suerte se muesta su teoría de la guerra preventiva que aplica el petrolero texano, llena de agujeros y pegada con escupo. ("Llena de agujeros" es un oxímoron; "pegada con escupo", una cochinada).

Paul_Wolfowitz

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Esta opinión sobre la situación del etarra De Juana, en huelga de hambre:  “A los terroristas huéspedes de los militares castristas les consta que, mientras que a su cómplice le miman en un hospital madrileño, los desafectos con la tiranía comunista se mueren en un agujero inmundo al que no permiten entrar a la Cruz Roja”. Esto vale no sólo para Cuba, cabría agregar, sino también para buena parte del tercer mundo. Mi amigo congoleño Pie Tshibanda me explicaba un día que el concepto de huelga de hambre en África negra resulta inconcebible. A quién le conmueve que alguien deje de comer allí donde la mayoría come tarde, mal y nunca.

19 avril 2007

Sexo, dinero y calcetines rotos

El mundo puede ser un lugar muy injusto. Piénsese en el pobre Paul Wolfowitz. Por fidelidad con su amigo, George Bush, Wolfowitz aceptó hacerse cargo de la presidencia del Banco Mundial, pega durísima allí donde las haya. Como la prioridad del Banco Mundial es combatir la pobreza, la primera medida de Wolfowitz, apenas entró en funciones, fue poner a su novia al abrigo de la pobreza, asignándole un sueldo de 200 mil dólares al año. Y como los lectores tenemos dificultades para representarnos tal cantidad de dinero, en este punto las agencias de noticias nos ayudan agregando que ese monto supera al salario anual de la secretaria de Estado norteamericano Condolezza Rice.

Desde que se puso a la cabeza del Banco Mundial, otra prioridad de Wolfowitz ha sido la buena gobernanza. No basta con que los países pobres sean bien gobernados. Si quieren recibir fondos del Banco Mundial, éstos deben beneficiarse además de una buena gobernanza. “Gobierno” y “gobernanza” quieren decir más o menos lo mismo, pero “gobernanza”, en el vocabulario del Banco Mundial, introduce un matiz según el cual resulta impresentable meter mano en las arcas fiscales o subirle el sueldo a la novia. Lo de la gobernanza vale principalmente para los gobiernos africanos (nadie reclama buena gobernanza a los escandinavos, basta con que tengan un gobierno decente), y Wolfowitz se encarga personalmente de reclamarla.

Para hacerlo, Wolfowitz no ha dudado en rodearse de fieles seguidores, además de su novia, a los que no ha tenido que ir a buscar muy lejos, puesto que el Pentágono y la Casa Blanca quedan en el mismo barrio. Neoconservadores, miembros del Opus Dei y otros cremosos de la crema del conservadurismo privatizador mundializado han llegado con Wolfowitz a la cumbre del Banco Mundial a imponer sus maneras. Para hacerse sitio en esas altas esferas, en apenas dos años han puesto en la puerta a siete vicepresidentes del Banco.

Y no se crea que el Banco Mundial está inmovilizado a causa del affaire Wolfowitz y del sueldo de su novia. La prensa titula que un reciente informe del Banco Mundial apunta que el número global de pobres cayó en 21 % entre 1990 y 2004. Atención al adjetivo “global”. Que el número de ex pobres sea un número “global” hace del monto un asunto redondo. En tanto que casi mil millones de personas sigan instaladas en la pobreza extrema, malviviendo con menos de un dólar diario, que más de 10 millones de niños menores de cinco años mueran cada año a causa de enfermedades que se pueden prevenir, que en África negra la esperanza de vida haya caído desde los 49 a los 47 años desde 1990, son sólo la otra cara de la misma noticia.

Por su parte, los palestinos afirman que el Banco Mundial financia la construcción del muro de ocho metros que los separa de Israel. Pese a que, en 2004, la Corte Internacional de Justicia ordenó echar abajo el muro y compensar a las comunidades afectadas, la construcción de la pared continúa aceleradamente. En Uzbekistán, los fondos del Banco Mundial no tardaron en ser desbloqueados apenas el gobierno uzbeco aceptó la instalación de tropas norteamericanas en su territorio.

Wolfowitz  La asociación de empleados y el consejo de administración del Banco Mundial piden la cabeza de Wolfowitz. Pero ésta no caerá mientras la sostenga George Bush, para quien Wolfowitz concibió la teoría de la guerra preventiva, de tan exitosa aplicación en Irak. Y mientras se mantenga el acuerdo que pone a un norteamericano a la cabeza del Banco Mundial y a un europeo a la del Fondo Monetario Internacional, Paul Wolfowitz, el mismo que se presentó en una mezquita turca con los calcetines agujereados y el pantalón manchado, el mismo que aparece en Fahrenheit 9/11, de Michael Moore, peinándose « con escupito », seguirá plantando cara a las injusticias del mundo. Pobre banquero rico.

logocl 19 de abril de 2007 PDF

PS: Un par de comentarios por aquí. Y más información por allá.

24 mars 2008

Un buey sobre mi torre

El Antiguo Testamento está poblado de animales, el espíritu santo es una paloma, el diablo una serpiente. En el Nuevo, la fauna se diversifica, Cristo nace en un establo y entra en Jerusalén a lomos de burro. Más tarde, los constructores de las catedrales  medievales esculpieron en sus torres y frontispicios los bichos que en su mundo alucinado simbolizaban el bien y el mal.

Los constructores de la catedral de Laon, en la Picardía francesa, quisieron en el siglo XIII agradecer a las bestias que les permitieron construir esa hermosa torta de piedra sobre su promontorio. Ayer, que los vi subidos allí para siempre, me llenaron de una especie de alegría bovina.

Animaux

28 novembre 2008

Yo (sin ir más lejos)

'Mi ego y yo'
(En la portada de la revista Psychologies).

Caetano Veloso cantó en la ceremonia de los Oscar. 'No le di mucha importancia a cantar para millones de personas,  dice. Yo no estaba entre ellas'.

Cuando las películas de Woody Allen eran unánimemente elogiadas, a mí no me gustaban, afirma también. Ahora que han perdido público me gustan. Y recuerda esta oneliner del neoyorkino: 'Por qué hablar mal de la masturbación, si es la única relación sexual que uno puede tener con quien realmente ama'.

 

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Esta foto de un manifestante tailandés:

Tailandia

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Todo en este esquema de la evolución es prehistórico, sobre todo el modelo del computador:

Evoluci_n

9 janvier 2009

El mamífero venenoso

Se diría de él que es sólo un ratón particularmente feo, pero hay más. Se llama Alquimí paradójico, un nombre improbable. Hasta hace poco se dudaba también si ponerlo en la categoría de los animales existentes, junto al jutía y la tijereta, o en la de los inexistentes, junto al cordero de Dios y al pájaro de mal agüero. Un equipo de la Sociedad ornitológica de la Española acaba de 'cazarlo' especularmente en un parque natural que tiene el también improbable nombre de Los Haitises.

Almiqu_

No sólo por la cara y la mamancia se parece este ratón paradójico a locutores y voceros. También porque, como ellos, lleva el veneno en la saliva.

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Pobre Neruda. Llegó a escribir versos malos pero nunca tanto como éstos.

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