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Camino de Santiago
7 mai 2021

¿Qué hago yo aquí?

«Creemos ser país y la verdad es que somos apenas paisaje».

Genialidad ésta de Nicanor Parra que merecidamente circula mucho e inevitablemente a veces circula mal. En este caso sí que viene al caso. Lo mejor de la pintura chilena —lo que me interesa, o sea lo que más me gusta— son los artistas que pintaron Chile en tanto que paisaje, Antonio Smith, Onofre Jarpa, Pedro Lira. 

La naturaleza en Chile, sobre todo en la cordillera y en la costa —y Chile es sobre todo cordillera y costa—, es áspera, abrupta, destemplada incluso. Los valles interiores están algo más domesticados, pero nunca tanto. Nunca tanto como el paisaje toscano, o borgoñón, o brabanzón, al que mis anteojos se han ido acostumbrando.

Su caracter destemplado le confiere al paisaje chileno identidad y belleza, le hace ser él mismo y diferir de todo lo demás. Y nadie lo ha pintado como Antonio Smith, quien nos pone frente al nacimiento de los ríos en la montaña o frente al océano en la costa y nos abandona en ese vértigo con esta pregunta: ¿Qué hago yo aquí? 

Jarpa y Lira nos ponen frente a la quietud del valle, nos instalan en él, en ella. El valle nos da un respiro pero no despeja del todo la interrogación existencial: ¿Y ahora qué?

Antonio_Smith,_Crepúsculo_marino

800px-Río_Cachapoal

 Antonio Smith, Crepúsculo marino y Río Cachapoal, c1860

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 Onofre Jarpa, Vista del valle con palmas chilenas, c1920 

 Pedro Lira, Atardecer en el estanque, c1900

________________

Smith y Jarpa, y Lira en parte, pintaron la Historia de Chile en tanto que geografía. Se podrían decir unas cuantas cosas sobre esta afirmación y sus límites pero esa lata mejor la dejamos para otro día.

Smith fue, tanto en su vida como en su obra, propiamente un romántico, un intrépido aventurero y todo lo demás. Jarpa, en cambio, fue un señor razonable. Lira estuvo probablemente entre los dos.

Reconozco la autoridad en esta materia de Antonio Romera, murciano de Chile.

Para Lucio Anneo 

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26 août 2021

Petrarcas de pacotilla

En Provenza sueles tener a la vista el más alto de sus montes, el Ventoux, y te entran ganas de subirlo, de subirlo por subirlo, como hizo Petrarca, para ver desde la cima la entera Provenza, la planicie que se estira por el oeste hasta los primeros contrafuertes del macizo central y los volcanes apagados de la Auvernia y, por el este, los Alpes y tras los Alpes Italia, la patria de Petrarca que, como se sabe, fue el primero en subir el Mont Ventoux por las ganas que tenía de subirlo y si no fue el primero al menos fue el primero que lo contó.

Subiendo hay que concentrarse porque el camino es sinuoso, los ciclistas movedizos y el paisaje tentador. Suben con esfuerzo los ciclistas y luego bajan con cara de velocidad. Estacionamos cerca de la cima y emprendemos el último tramo a pie, como Petrarcas de pacotilla. Llegados a la cima leemos en voz alta el capítulo que le dedica al Mont Ventoux el libro de Montano. Es precioso ese capítulo, con Petrarca, San Agustín y Duchamp codéandose con los ciclistas. Y a Diego le corresponde el honor de levantar el libro sobre la gorra y poner los dedos sobre el título. 

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En la cima hay flores diminutas, cagarrutas de conejo y un aire purísimo. Y con tres piedras alguien ha levantado una estatuilla. 

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Por la tarde bajamos el Ventoux y vamos a caminar por el lecho de uno de los ríos que lo rodean, el Toulourenc, otro ritual cumplido. Templos molidos bajo el agua, piedras arrastradas por el río, frases sueltas, versos perdidos.

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24 mai 2023

Sólo Dios sabe si vuelvo

Saldos del Diario de Benidorm

CUANDO EL BÚHO canta el mediodía siento el vértigo del tiempo, por eso de que todas las mañanas del mundo no tienen vuelta, el verso que Quignard pone en boca de Monsieur de Sainte-Colombe. Una menos. A la mañana siguiente no lo noto porque el mediodía me pilla comprando en el Unide (mejor y más cerca).

LLEVABA UN POCO más de 24h y ya me había dado el tiempo para jugar al consabido juego de preguntarme si podría vivir allí y responder que sí, que por qué no. Y cuando regresaba por la tarde, la sensación de familiaridad con  los espacios y las formas era tal que encontraba el camino con los ojos cerrados.

YA NO SE ve gente sola por la calle. Todos van con la pantalla o con el perro y yo voy con el carro de la compra.

ESTA VEZ NO estoy de acuerdo con lo que dice Merino sobre la comida. Lo que yo creo a ese respecto no se puede decir con menos letras: la comida sana sana, la comida mala mata.

LEO QUE SI tu perro te lame la cara no es porque te quiera (aunque te quiera) sino porque quiere saber a qué sabía lo que has comido justo antes.

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CUELGO LA PRIMERA entrada de este Diario de Benidorm. Ha quedado perfecta para que no la lea nadie. Eso sí, del tópico del tipo al que no lo lee nadie huyo como de la peste.

SEÑORES CALVOS QUE miran largamente por el balcón, tienen toda mi simpatía.

SE VAN los míos y los echaré de menos. Más ahora que antes de que vinieran, porque este espacio los contuvo y en él ha quedado la huella de su estancia. 

TRATAR DE ENTENDER y respetar la situación del otro no siempre se consigue. Pienso en estas cosas en la biblioteca municipal mientras la señora de la mesa de al lado tose y despacha por teléfono.

FRENTE A UNA imagen del Padre Pío, nos acordamos de que éste no sólo hace milagros, a veces incluso hace antimilagros. Tiempo atrás un autobús que llevaba a un grupo de fieles a visitar su tumba se accidentó y murieron unos cuantos. 

MUCHA GENTE YA no escribe sino que se filma, los blogs han sido remplazados por los vlogs. Y está de moda en los vlogs exhibirse bañándose. En asoleadas playas y lagos boreales los ricos y en acequias y albercas de regadío los pobres. 

EN EL ESPEJO de este baño la imagen se multiplica. Cuando la Ce era niña su padre la puso frente a un espejo como éste y le dijo: así es el infinito.

VOY AL MONTE y como Lira vuelvo con un ramo. No de flores, sino un ramo de ramas que alguién cortó y arrojó para deshacerse de ellas. Así es como algunas plantas de jardín consiguen asilvestrarse y los alrededores de la ciudad los comparten las plantas autóctonas con las exóticas. Como la ciudad misma, por lo demás. 

CUANDO LLEGO A la playa busco mi lugar, como hacía don Juan Matus, el brujo de Castaneda. Cuando lo encuentro, no tardan en acercarse las tórtolas de collarín negro, a las que siempre veo como hembras aunque es probable que algunos sean machos.

UN REGUERO DE sangre sobre la acera, un hombre sangrando profusamente de un brazo, rodeado de mujeres. Llega la policía y detrás una ambulancia, donde lo curan. Las mujeres les dicen a los policías que el herido estaba con otros en un bar y que los otros, los que lo hirieron, se perdieron en la oscuridad.

EN LA PLAYA de Villajoyosa, en la de Calpe, en la de Altea, iba a dormir una siesta pero el punto de ataraxia es tal que me duermo despierto.

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EN EL PASEO todo el mundo habla de la carrera del Hotel Bali, que consiste en subir los 180 metros que mide ese rascacielos por los casi mil escalones de la escalera interior. Este año los ganadores son un malasio y una eslovaca. 

ME DUELE ALGO, me pregunto por qué y no tengo respuesta. El dolor llega y se va por sus propios pasos sigilosos. Entretanto voy a la farmacia y encargo un remedio. Le doy mi nombre a la farmacéutica y ella exclama: ¡qué bonito!

IU DICE QUE en sus Diarios él es a 90% él mismo. Yo creo que uno siempre es uno mismo, incluso en ese margen por donde asoma la voluntad de mostrarse de otra manera y sobre todo en ese margen. Nada más personal que las estrategias que uno despliega para gustar y gustarse.

EL OTRO DÍA me decía: no buscar ningún punto de vista en particular, no mirar sino lo que se pone por delante. De más está decir que hago exactamente lo contrario.

EL AEROPUERTO DE Alicante se llama Aeropuerto Miguel Hernández y todo el mundo lo llama Aeropuerto de Alicante. En los lomos de los libros de Anagrama, que sólo ponen el apellido del autor, veo sendos Hernández. Por Miguel Ángel Hernández, profesor de Historia del arte en Murcia. Es curioso que Hernández sea un apellido transparente. Xavi se apellida Hernández y Rodri también se apellida Hernández y es como si no tuvieran apellido. Y hay un árbitro que se apellida Hernández Hernández, lo que ya es decir... 

(Menos mal que este blog no lo lee nadie, ni siquiera mi madre).

SÓLO DIOS SABE si vuelvo, escriben en el espejo los conductores de autobuses. Yo me lo digo cuando voy a cerrar la puerta de la casa. Carrère cuenta que cuando un ruso se va de viaje, se sienta junto a su ser querido un momento en silencio, tras lo cual se levanta y se aleja sin mirar atrás. Pero yo estoy solo, de modo que me siento un momento en silencio junto a la maleta. Ese pequeño ritual me deja en un estado próximo a la instrospección, pero no dura nada porque aún estoy en España y desde la puerta de la casa hasta la puerta del avión me hablan y hablo hasta por los codos. Me despido de unos y de otros porque sólo Dios sabe si vuelvo.

YA EN CASA. Desde la ventana ya no veo la isla de Benidorm sino el cerezo en flor et ce n'est pas plus mal.

PS/ Llueve ahora mismo a cántaros en Benidorm. Por el momento la tormenta no es calamitosa sino bienvenida pero nunca se sabe con la lluvia. Me ha pasado unas cuantas veces que un lugar que me fue paradisiaco (Yemen, el Valais, Bodrum, la Serra da Estrela en Portugal) se convierte luego en un infierno. Ya te digo, sólo Dios sabe si vuelvo.

16 février 2023

La manera como el pianista hunde sus manos en el teclado

CUANDO LE PREGUNTAN cuál es su compositor favorito, Keigo Mukawa no duda en responder «Ravel». Ni en contar que tocó la primera pieza del francés, la Sonatina, a los 13 años, y desde entonces ha dedicado más de media vida al estudio y la interpretación de su obra. Así, hasta grabar recientemente la obra completa de Ravel para piano.

Ravel estaba enteramente volcado a alcanzar la perfección músical, dejando sitio dentro de esa perfección a la pasión y a la nostalgia, y esa dualidad de temperatura convierte su música en una experiencia única, escribe Mukawa. Ravel era un solitario que de tan sensible a veces parecía inaccesible. «El encanto de su música me ha sostenido en ciertos momentos de mi vida», confiesa, e ilustra esa confesión interpretando sensiblemente Le tombeau de Couperin, Gaspard de la Nuit o los Valses nobles y sentimentales. 

El programa que presentó el domingo 12 de febrero de 2023 Keigo Mukawa en Bruselas encadenaba obras de Bach, Mozart y Ravel con una breve pieza de un compositor japonés contemporáneo, Akira Nashimura, a guisa de intermedio. Tres maestros, tres tiempos, tres maneras de hacer sonar un piano que Mukawa ilustra con maestría, y un paréntesis que brevemente nos llevó de paseo por la naturaleza de su archipiélago natal. Vista desde el ángulo en que me encontraba, a la derecha del instrumento, la manera cómo el pianista hunde sus manos en el teclado y echa a volar pájaros es prodigiosa. 

Una palabra sobre el público. En pleno invierno belga durante una hora y media 500 personas, incluidos unos cuantos niños, no tosen o, a lo más, tosen para adentro. Un público así bien se merece que alguien le dedique una palabra de reconocimiento. Es lo normal, me dicen, tratándose de gente bien educada que distingue una pieza de Ravel de una de Debussy... OK, pero aun así.

Al final del recital, Keigo Mukawa tuvo a bien dedicarnos su álbum que, desde entonces, escuchamos con fruición. 

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20 février 2023

Profundidad del ombligo

CRUZANDO A NADO la laguna Chiu Chiu me acordé de estos versos que escribió Marcelo Castillo cuando éramos cabritos: «Cómo decirle al pez de la pecera que el mar es ancho y el río largo y el lago contenido en un ombligo de la Tierra es inmenso hacia adentro». Cuando llegué a la orilla —no tardé mucho, el agua estaba fría y la laguna es pequeña— me dijeron que el comandante Cousteau la había explorado sin encontrar el fondo. Chiu Chiu es una laguna superficialmente pequeña pero profundamente profunda

Así el ombligo, una cavidad que ocupa poco espacio físico pero mucho espacio espiritual, puesto que el centro anatómico del ser humano es la sede del ensimismamiento y también su metáfora. No serían Eva ni Adán quienes acuñaran tal metáfora porque en estricta lógica carecían de ombligo. Se cuenta en cambio que allá por el año de la pera unos monjes meditaban con la cabeza gacha, lo que los hizo blanco de las críticas por pasarse el día supuestamente mirándose el ombligo. De entonces ahora se llama ombliguista al egocéntrico, cuya actitud nadie ha descrito mejor que el cantor Lenorman: «Tengo ganas de abrir la ventana para verme pasar por la calle».

Marcelo Maturana llamó recientemente a su columna El ombligo vacío. Entiendo la idea pero creo que el ombligo está lleno de contenido puesto que las líneas que nos deja la separación de la madre, los detalles de esa cicatriz, componen un mandala que dice mucho sobre lo que nos espera y nos desespera. El hinduismo hace radicar allí, en ese centro del centro, el chakra más poderoso. Tanto así que tal vez tenían razón aquellos monjes. Si te miras concienzudamente el ombligo puede ser que acabes comprendiendo cómo funciona el universo porque para entender esto último hay que haber entrenado suficientemente la capacidad de concentración.

Pensando en estas cosas del ombligo me acordé también de un gran momento del periodismo universal. En los años en que Luis Alberto Ganderats dirigía la Revista del Domingo del diario El Mercurio, en plena dictadura, escribió un reportaje en el que conspicuas personalidades de la vida pública de aquel entonces se explayaban sobre su relación con su propio ombligo. La revista ya estaba impresa y encuadernada y su portada, en la que se veía, cómo no, el primer plano de un flamante ombligo, olía a tinta fresca, cuando el director y propietario del periódico se enteró del asunto y hasta ahí no más llegamos.

Eran años ésos de censuras y secretismos, el episodio fue comentado sotto voce y desapareció rápidamente de los mapas físicos y de los radares mentales. Iba a escribirle a Ganderats para preguntarle si cuarenta años después conservaba un ejemplar del ombligo censurado y si quería contar ahora algún entretelón, algún pliegue de esa cicatriz, cuando me entero de que murió hace unos meses. 

Vuelvo a mirarme el ombligo y creo que no me arrepiento de nada, aunque sí lamento un poco no haber hecho algo entonces con esa noticia, algo así como un análisis abstruso o un llamativo pastiche.

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Sátiros mirándose el ombligo, Roma, sII

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13 mars 2008

La medalla de Liu Xiang

El deporte puede llegar a ser un espectáculo muy divertido si todos ponemos un poco de nuestra parte.

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Mi tío Pepe hubiese querido escribir en la sección Deportes. Para describir la cara del atleta chino Liu Xiang, ganador de una medalla de oro en el reciente Mundial de atletismo en pista cubierta de Valencia, cuando, a la hora de subir al podio y de escuchar el himno chino, comenzó a sonar el himno chileno. A continuación y, para componerla, en lugar de la bandera china fue izada la bandera de Estonia. O de Letonia. O de Lituania. El deporte puede llegar a ser un espectáculo muy divertido si todos ponemos un poco de nuestra parte.

Escribir en la sección Deportes le permitiría escapar de las penosas descripciones de las masacres en Irak, en Israel, en Pakistán, en Palestina. Los palestinos, por ejemplo, atrapados en la franja de Gaza, son machacados por el ejército israelí. Aun así, las muestras de alegría con que algunos palestinos recibieron la noticia de la muerte de ocho niños israelíes a manos de un terrorista en Jerusalén resultan abominables. Se trata un horror incomparable al de los crímenes, por cierto. Y es la guerra, el atentado palestino respondía a la masacre de al menos una veintena de niños palestinos a manos del ejército israelí. Es la guerra interminable, pero un día acabaremos con ella. Según los astrónomos, la Tierra será tragada por el Sol dentro de 7 mil 590 millones de años.

Mientras tanto, en esta parte del mundo un festival de apretones de mano ha venido a apaciguar provisoriamente las fronteras continentales. La cumbre de mandatarios de República Dominicana zanjó el incidente abierto por el ataque del Ejército colombiano a las Farc en tierra ecuatoriana. Qué fuerte que aprietan la mano algunos dignatarios. Y qué blandito lo hacen otros.

Es de alegrarse. La diplomacia sirve entonces para algo. Y la imperfecta imagen de la justicia internacional (Milosevic frente al Tribunal de La Haya, por ejemplo) habrá chispeado en las cabezas de algunos excitados mandamases. Que han de tener en cuenta un par de datos de la realidad, como el hecho deque el apoyo a la democracia parece consolidarse en Sudamérica. Según el Latinobarómetro 2007, 72% de la población continental opina que la democracia es el mejor sistema de Gobierno y apenas 17% afirma que bajos ciertas condiciones el autoritarismo puede encontrar justificación. En un continente gobernado durante tanto tiempo por militares golpistas obtusos y rapaces este resultado es elocuente.

El mismo barómetro del estado de la opinión pública latinoamericana informa que los presidentes brasileño y chilena, Lula da Silva y Michelle Bachelet, encabezan la evaluación de los dirigentes continentales, mientras que Bush, Castro y Chávez se ubican en las últimas posiciones. En el centro de la tabla se codean, con cierta incomodidad recíproca, los conservadores Uribe (Colombia) y Calderón (México) con los progresistas Correa (Ecuador) y Morales (Bolivia). 'Ser líder en América Latina, y tener la simpatía de los pueblos de la región, es un asunto difícil', apunta el Latinobarómetro 2006. 'Hugo Chávez ha logrado captar la atención de la prensa mundial, y sin duda la de América Latina, porque es un gran comunicador y ha usado medios extraordinarios para ser conocido. Todo lo anterior aún no lo posiciona como un líder en la región. Un tercio de la población no lo conoce y 39% tiene una mala evaluación de él'. En Chile, apenas 8% de la población tiene una opinión positiva del mandatario venezolano.

En cuanto a la medalla chilena de Liu Xiang, mi tío Pepe asegura que la cosa no quedará ahí. Durante los Juegos Olímpicos de agosto, bajo el cielo contaminado de Beijing, cada vez que un atleta chileno suba al podio a recoger su medalla de oro los dueños de casa vengarán el bochorno de Liu Xiang tocando el himno chino. E izando la bandera de Manchuria. ¿O la de Mongolia?

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29 mai 2008

El ojo del fotógrafo

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Foto de Iván Alvarado

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o que una imagen hace es transmitir emoción de buenas a primeras, contagiar. Y presentar la cara (y el sello) de los sucesos y de sus protagonistas. Y convertir a algunos de ellos en íconos de una época, en marca-páginas de los libros de historia. La niña vietnamita quemada por el napalm. El estudiante frente al tanque en Tiananmén. El padre que intenta cubrir a su hijo de las balas en Palestina. Los calcetines con papas de Paul Wolfowitz. La Moneda en llamas. Los anteojos oscuros de Pinochet.

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logocl 29 de mayo de 2008 PDF

18 mai 2009

El mestizaxe mexicano

Castas

E
stuve dando un vistazo a un catálogo de pinturas sobre las castas en el México colonial. Sobre el mestizaje mexicano y su representación. Qué pobres parecen los dos o tres términos que usamos hoy para referirnos a nuesta condición mestiza frente a la precisión del vocabulario colonial destinado a poner a la gente en su lugar. En esta materia, la democracia es simplificadora: todos somos ciudadanos, independientemente de nuestros orígenes, todos somos iguales. La sociedad de castas, en cambio, era compleja, amén de acomplejadora: en nombre de la biología, esa dimensión corporal del grupo, nadie escapaba a su origen: español, indio, mestizo, castizo, negro, mulato, morisco, albino, albarazado, chino, cambujo, coyote, lobo, jenízaro, zambo, tentenelaire, tornatrás, tornaespañol.

Sin embargo, es interesante ver cómo, después de tres o cuatro generaciones, en ciertos casos el contador podía volver a cero:

De español e india nace mestizo. De español y mestiza nace castizo. De español y castiza nace español.

De español y negra nace mulato. De español y mulata nace morisco. De español y morisca nace albino. De español y albina nace español.

Es decir que, en toda su cerrazón, la sociedad de castas se dejaba una apertura. No podía ser de otra manera.

29 novembre 2009

Tú también, Luiz Inácio

Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos, cantaban Los Prisioneros. Y claro que lo es. Pero ahí están los hombres que hacen historia para cambiar la geografía. Véase la escala brasilera de la gira sudamericana de Mahmud Ahmadineyad. Que visite Venezuela y Bolivia no sorprenderá a nadie, su alianza con Chávez y los chavitos no es nueva. Pero, ¡tú también, Luiz Inácio! En fin, el mundo se reorganiza, ya era hora, y Brasil emerge y quiere estar allí donde se toman las decisiones y pesar sobre éstas, para todo lo cual no tiene otra escuela que la realpolitik, la de la vista gorda.

Una consecuencia express de la ingente presencia iraní en Sudamérica: sólo el pasado martes inauguraron Evo Morales y Mahmud Ahmadineyad un hospital en El Alto de La Paz, construido con dinero iraní, y ya el personal femenino del mismo debe cubrir su cabeza con el velo islámico. Lo cuenta La Prensa de La Paz. Lo que lleva a preguntarse a uno de sus lectores que si la ayuda viniese desde la India, ¿deberían los bolivianos ir a trabajar en elefante? Y a proyectarse en el futuro, cuando el orden mundial haya terminado de reorganizarse y sea Boliva la que done hospitales y obligue al personal a presentarse vestidos de diablos de Oruro y de chinas supay.

Diablada

23 septembre 2012

Las dos caras de un rostro

El filósofo bohemio Ernst Fisher murió en julio de 1972. John Berger lo acompañó en su último día de vida, y un par de años más tarde escribió A Philospher and Death, una breve semblanza de Fisher el día de su muerte. El párrafo que copio abajo (disculpas por no traducir) transcribe el diálogo entre los dos escritores a la hora del paseo matinal. El día contiene ya su desenlace pero aún no lo anuncia.

«We went for a walk together, the walk into the forest he would take each morning. I asked him why in the first volume of his memoirs he wrote in several distinctly different styles.

—Each style belongs to a different person.

—To a different aspect of yourself?

—No, rather it belongs to a different self.

—Do these different selves coexist, or, when one is predominant, are the others absent?

—They are present together at the same time. None can disappear. The two strongest are my violent, hot, extremist, romantic self and the other my distant, sceptical self.

—Do they discourse together in your head?

—No. (He had a special way of saying No. As if he had long ago considered the question at length and after much patient investigation had arrived at the answer.)

—They watch each other, —he continued. The sculptor Hrdlicka has done a head of me in marble. It makes me look much younger than I am. But you can see these two predominant selves in me -each corresponding to a side of my face. One is perhaps a little like Danton, the other a little like Voltaire.

As we walked along the forest path, I changed sides so as to examine his face, first from the right and then from the left. Each eye was different and was confirmed in its difference by the corner of the mouth on each side of his face. The right side was tender and wild . . . I thought rather of an animal: perhaps a kind of goat, light on its feet, a chamois maybe. The left side was sceptical but harsher: it made judgments but kept them to itself, it appealed to reason with an unswerving certainty. The left side would have been inflexible had it not been compelled to live with the right. I changed sides again to check my observations.

—And have their relative strengths always been the same?, I asked.

—The sceptical self has become stronger, —he said. But there are other selves too. He smiled at me and took my arm and added, as though to reassure me: 'Its hegemony is not complete!».

Somos un embutido de Danton y de Voltaire, de ángel y bestia (Parra), bajo la estela de Stevenson. Uma parte de mim pesa, pondera: outra parte delira, escribió Ferreira Gullar. Todo rostro acusa esa dualidad que desvela Berger en el de Fisher. Pero pocos lo hacen con la intensidad del de Eduardo Mendoza, tal como aparece en el retrato que está en la solapa de la mayoría de sus libros.

M Como todo lector, imagino, de vez en cuando al salir de un párrafo siento la necesidad de echar una mirada de reconocimento a la cara de aquel que lo escribió. Supongo que por esa razón los editores ponen en la solapa de los libros las fotos de sus autores: para facilitar la lectura, que no es otra cosa que la relación entre lector y autor.

Por eso será que entre todos le hemos puesto cara a todos los autores, aún a los que carecían de una, de Homero acá, pasando por Shakespeare y Cervantes. Javier Marías (no hay riesgo de que una penuria de imágenes se interponga entre él y sus futuros lectores) ha escrito páginas estupendas sobre el autor y su cara, como en su libro de semblanzas de escritores, Miramientos, escrito sobre la base de retratos de éstos. Y en Tu rostro mañana, el servicio de inteligencia para el cual trabaja el protagonista establece retratos de gente siguiendo una lectura de sus rostros.

Volviendo a Mendoza, pongo una hoja del libro medio a medio de su retrato. A la izquierda me queda un inquietante tipo oscuro, que mira como el peor de sus personajes. Y, a la derecha, un hombre aparente y suavemente irónico, que será aquel que los describe. Humor a la inglesa y picaresca española. Las novelas de Mendoza, como su cara son.

1 mai 2015

Música de cámara y chistes de Coluche

Concierto de música de cámara anoche en el pueblo. Excelentes instrumentistas y un programa estupendo. Ruso, para variar.

Un trío de Fauré, al incio. Supongo que porque sus acordes llevan a pensar en el alma eslava. Mi tío, venga preguntar por el nombre que se le da al que pasa las páginas de la partición del pianista. 

Un quinteto de Prokofiev, luego, pura alegría.

Un trío de Glinka, después del intermedio, un ruso españolado, que compuso incluso una jota aragonesa.

Y un quinteto de Catoire, finalmente. Catoire que, como su nombre lo indica, nació en Moscú. Desconocido y bonito, puros méritos. 

El segundo movimiento, lento, fue el momento que mi tío eligió para contarme un viejo chiste de Coluche.

¿Sabes tú qué era un cuarteto de cuerdas en la Unión Soviética? Una orquesta sinfónica de regreso de Norteamérica.

Source: Externe

28 février 2018

Eses y zetas

Cóndores y paisanos, 2

Dos días después haber leído un libro ya cabe preguntarse si se acuerda uno de algo.

Me acuerdo de unas cuantas cosas que aparecen en los Apuntes de Romero y apunto tres que ignoraba.

En los Cien sonetos de amor, de Neruda, sólo hay un soneto. No sé qué tardan los editores en ponerlo en el mercado con una faja que diga en letras rojas: «Encuentre el único soneto».

En sus primeros años, el himno nacional de Chile tenía letra pero no música. Para cantarlo, había que echar mano de la música del himno argentino. También podrían haberlo casado con el himno de España que, como se sabe, tiene música pero no letra.

Pedro de Oña, el poeta más antiguo de los citados en estos Apuntes —el más bisoño es Merino— rimó en su día Parnaso con gallinazo. Lo que hace decir a Romero que a comienzos del XVII ya se había igualado en Chile la pronunciación de la ese y la zeta. Y no. En el XVII todo quisque metía eses y zetas al tuntún.

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16 mai 2006

La reina de Gualeguaychú

Resulta que la reina del carnaval de Gualeguaychú se paseó en traje regional durante la sesión de fotografías de la cumbre euroamericana de Viena, la semana pasada, y consiguió una sonrisa benévola de parte de los mandatarios y la portada de los diarios del mundo. Protestaba por la construcción de unas papeleras en la frontera uruguayo-argentina. Por su parte, la mujer que protestaba, frente a Bush y Hu, en Washington, por la represión a la religión Falun Gong en China, a la que hacía referencia hace un par de semanas esta columna, tuvo muy distinta suerte. Fue sacada de foco por los propios fotógrafos. Cierto es que la pobre señora estaba completamente vestida.

Una lectora me escribe para que le ayude a sacar a luz esta verdad : Para salir en el diario, hay que enseñar la rabadilla. O mostrar el culo, o como se diga. Me parece que la señora tiene razón. No sé bien qué se puede añadir a esta evidencia, aparte de que a lo que hoy se llama « top » cabe mirarlo por el reverso. « Top » es, palindrómicamente, de atrás pa' delante, « pot ». Lo decía Octavio Paz, analizando la « Venus frente al espejo », de Velázquez: cara es culo. La bella mira en el espejo su retrato, pero lo que de verdad observa es la cara del espectador que contempla su posterior. Nadie ha dejado tan clara esta materia cuanto Brigitte Bardot, quien en las primerísimas escenas de « El desprecio », de Godard, le preguntaba al espectador: « Y mis nalgas, ¿qué te parecen mis nalgas? ». Por menos que eso, Raúl Hasbún, un presbítero que hablaba modosamente por la tele en los años del terrorismo de Estado, se declaró a sí mismo « víctima del terrorismo anal ».

Otra lectora muy querida me escribe a propósito de los « lectores contagiosos », aquéllos que cuando les gusta un libro lo abandonan en el banco de una plaza para que otra persona lo lea y lo disfrute. Me dice textualmente : « Esperaba que su tío Pepe hubiese encontrado en algún banco de su pueblo a Harry Potter 7 ; reconozco que fue algo ingenuo de mi parte ». Le traslado la inquietud a mi tío. Éste se echa a hablar como un poseso de Harry Potter, de su amiga Hermione y de la señora Rowling, que ha escrito ya seis libros, de los que se han hecho cuatro películas y media. Reparo en que Pepe ha integrado a su léxico algunas expresiones de la saga adolescente. Por ejemplo, a las personas que suelen acarrear problemas las nombra « Voldemort », para no llamarlas, precisamente. Me confiesa que, sin embargo, no ha leído ni una sola línea de las aventuras del aprendiz de brujo y, por no ver, no ha visto ni siquiera las sinopsis de sus películas. Según Pepe, a los best sellers no vale la pena leerlos, porque de cualquier manera uno se entera de todo y así se ahorra el tiempo de la lectura y puede dedicarlo a asuntos más interesantes. Esto vale también para el « Código da Vinci », que sale todos los días en los diarios, y esto sin necesidad de que el Opus Dei se desnude. Al menos, que se sepa.

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Otro lector se interesa por la fotografía que ilustró esta columna la semana pasada, una reunión del Consejo de redacción de La Nación en los años cuarenta o cincuenta, presidida por Joaquín Edwards Bello. Aparecen en ella quince señores perfectamente vestidos y una solitaria señora. ¿Quién será la señora, bendita sea entre todos los hombres?, se interroga mi corresponsal. ¿Una pionera del periodismo escrito? ¿La señora de uno de esos periodistas, que solía pasar a buscarlo al diario los días jueves? Afortunada ella, que no tuvo que desvestirse para salir en el diario.

La Nación de Santiago de Chile, 31 de mayo de 2006.

10 mars 2013

El joven Marías

Estamos a 31 de marzo de 1989. El primer ministro español, Felipe González, preside por esos días la Unión Europea, y Bernard Pivot lo invita a su celebrada emisión literaria de la televisión francesa, Apostrophes y, para hablar de libros, de literatura peninsular, le pide que invite a dos novelistas españoles.

Así comparecen ese viernes por la noche al plató de Antenne 2, González, su entonces mujer Carmen Romero, Eduardo Mendoza y Javier Marías. Pivot, por su parte, ha invitado al cervantista Jean Canavaggio y a Marc Lambron, quien, tras un periodo como diplomático en la capital de España, había publicado L'Impromptu de Madrid.

Ha pasado casi un cuarto de siglo desde entonces. Como siempre en relación al tiempo, parece más y parece menos.

Aunque tal vez más que menos. Un primer ministro español con tenue europea, que habla de Camus y de Cervantes con propiedad y recita a Machado y a Lorca... La España invertebrada, que describió Ortega, vuelve a vertebrarse a través de una nueva generación que encabeza González, afirma para la ocasión Lambron... Qué distante suena todo eso, de cara a la pesantez del presente.

Pero, bueno, no hemos venido a quejarnos sino a alabar el buen ojo de González a la hora de escoger a sus lugartenientes.  Mendoza ya era un novelista consagrado y su último libro publicado entonces, La ciudad de los prodigios, es su obra más leída y celebrada. Marías, en cambio, era aún una joven promesa que escribiría sus mejores libros en los años venideros.

Eso explica el título de esto, El joven Marías, y también porque llegamos al recuerdo de este programa, y a la búsqueda de su grabación, hablando en este blog de Marías. Demoré en cumplir con la promesa de traerlo aquí, y agradezco a mi amigo Simon el haberme echado una mano para conseguirlo. Está en dos partes. La primera, consagrada principalmente a Felipe y a Mendoza. La segunda, al joven Marías. Para ver ambos, el pasaporte es JM.

M

26 décembre 2011

Los pormenores

Diario de Chile (8)

Hace treinta años, tal día como hoy, un mediodía como éste, se mató Rodrigo Lira. Como se sabe, Lira esperó el día y la hora de su nacimiento, su cumpleaños número 32, para abrirse las venas y dejarse ir. 

En Los Malditos, una colección de perfiles de escritores regrupados bajo tan bendito rótulo, conté mis pormenores sobre ese 26 de diciembre de 1981. Son estos:

«En los días previos, le había encargado una traducción para La Bicicleta. Me dijo que esperaba que esa pega lo sacaría del pozo en el que se sentía. El día en cuestión, y como era su cumpleaños, compré una docena de chilenitos y me fui a su casa a saludarlo, a media tarde. Hacía muchísimo calor. Hice como siempre, fui por detrás del edificio y silbé hacia el balcón la melodía ritual, el inicio de los Cuadros de una exposición, de Mussorgsky. Pero no se asomó, como hacía, para intercambiar un gesto de reconocimiento antes de abrir la puerta. Entré al edificio entonces y golpeé a la puerta. Desde dentro, escuché ruidos y a una voz formular una frase ininteligible. Supongo que era uno de sus hermanos. Salí a la calle y me di cuenta de que en la esquina había una pareja de carabineros. A todo esto, yo seguía con mi paquete de chilenitos en la mano, un paquete de papel blanco amarrado con blanca pitilla.

«En la última novela de Javier Marías, Los Enamoramientos, un personaje muere justo el día en que cumplía años, como Lira. «El mundo deja entrar y hace salir a las personas demasiado en desorden para que alguien nazca y muera en la misma fecha», dice alguien. «No tiene el menor sentido, precisamente por parecer que lo tiene». El caso de Lira es tal vez diferente porque él decidió morir el mismo día y a la misma hora en que había nacido.

«El funeral fue en una iglesia de calle Manuel Montt y el entierro en el Cementerio general de Santiago. Frente a la tumba, según su voluntad, la familia plantó un ilang-ilang. Unos días más tarde, sus padres nos invitaron a Roberto Merino y a mí a su casa y nos obsequiaron con un par de libros suyos como recuerdo. En mi caso, un tratado de tipografía y El pensamiento salvaje, de Lévi-Strauss.

L

27 février 2012

El librito regalado

SV

En brazos de la mujer madura se llama el librito. Me lo dieron de yapa por comprar otros dos y, de los tres, ha sido el que me he leído primero. Lo comenté el otro día con unos amigos y me dijeron que ellos se lo habían leído el primer año de la universidad. Es una lectura de jovencitos, o sea, y también de viejos verdes. Durante mucho tiempo vi el aviso que lo publicitaba en el suplemento de libros de Le Monde, un reclamo diminuto de una editorial pequeña que lo presentaba como una obra maestra. Un aviso diminuto donde cabían unas enormes tetas.

Stephan Vizinczey lo escribió en Canadá a fines de los años sesenta, pidió un préstamo para imprimirlo por su cuenta y se dedicó a venderlo puerta a puerta. Cuarenta años más tarde, se han vendido ya cinco millones de ejemplares y fue llevado al cine con cierto éxito en los años setenta. Cuenta la infancia y la juventud de un muchacho húngaro que sobrevive al nazismo, al stalinismo y al aburrimiento del exilio canadiense aferrado a su amor por las mujeres, maduras de preferencia, como el náufrago a su madero. Contar la propia vida a través de las mujeres amadas es un buen mecanismo. El mismo que usaría más recientemente Coetzee en Summertime, sólo que JMC lleva más lejos el procedimiento y se inventa unas entrevistas a las propias interesadas. Lo que le permite salir muy mal parado, posición que el sudafricano maneja a la perfección. 

Tras su exilio en Canadá y Estados Unidos, Vizinczey vive ahora en Londres. Anthony Burguess dijo de él que era uno de esos extranjeros, como Conrad y Nabokov, que pueden enseñar a los ingleses a escribir en inglés. Conrad, como se recuerda, llegó a decir que él era más inglés que los propios ingleses porque él había decidido serlo. Lo cierto es que nuestro húngaro describe estupendamente sus aventuras juveniles y el mundo despatarrado donde está obligado a desplegarlas. ¿Qué más se le puede pedir a un librito regalado?

20 mars 2012

Walking around

Sucede que me canso de ser hombre, dice la primera línea del famoso Walking around. Lira hacía con ese poema un número gracioso, recitándolo en clave alegre. Mi tío, de lo que se cansa es del invierno. De manera que hoy, que comienza la primavera, le gustaría ser otro o al menos llamarse de otra manera. Anton Pannekoek, por ejemplo, un astrofísico holandés que dio su nombre a un cráter lunar y al asteroide 2378. Pannekoek tenía un ojo puesto en las estrellas y el otro en sus semejantes, y era tan anarquista como darwiniano. Cómo quisiera él llamarse Antonio Panqueque y tener una cara de pan de Dios. 

AP

O, por el contrario, tomar posición al lado opuesto de la galería y tener una cara y un nombre como un insulto del capitán Haddock y haber combatido en las filas otomanas en calidad de irregular. Ser un bachibuzuk negro, o sea, y mirar al mundo con desdén debajo de ese sombrero.

BB

Óleo de Jean-Léon Gérome, 1869

PS/ Como dice Hut Weber, It's the hat.

25 août 2012

Monrovia, fundido a negro

A la mitad de un duro invierno tan bueno enero como febrero, mi tío fantasea con un personaje que compra el diario, lo abre en la página del tiempo, busca el lugar del mundo con la temperatura más alta, se va al aeropuerto y se sube en el primer avión que vuela en esa dirección.

Ese lugar podría ser Monrovia, Liberia, si ésta apareciera en la lista del diario. Debería aparecer, debería ser Monrovia. El capullo ése, el personaje que quiere huir del invierno, se merece aterrizar en Monrovia y recibir la vaharada de humedad caliente del aire de Monrovia en plena cara, se merece entregar los papeles a unos mangantes al pie del avión, dejarse arrastrar en un taxi trucho hasta un hotel podrido y caro, refugiarse en una habitación (la 107) tomada por las cucarachas e, incapaz de dormir, leer El Infierno de piedra, el capítulo que Kapú dedica en Liberia en Ébano

Liberia, claro, el país que fundaron los esclavos liberados por un grupo de bienintenciados, que no tardaron en reproducir el esclavismo del que huían. El país con mayor número de huérfanos, de viudas, de descuartizados y de warlords por kilómetro cuadrado.

Qué fácil es escribir sobre Florencia, dice Kapú, basta con darse un garbeo por sus calles y sus plazas y el mundo que te rodea se desliza solo bajo tu pluma.

En Monrovia, en cambio, todo está trabado, impedido, descompuesto. Salvo que seas tú Kapú y escribas un capítulo como El infierno de piedra.

Monrovia, fundido a negro. Aléjate del aeropuerto.

D

 El Infierno de Dante, según Botticelli

4 septembre 2012

Los tres pilares de la civilización

Ebano es un librito de crónicas sobre África, un compendio de periodismo Kapú en formato de bolsillo. Con todo, fornece unas cuantas ilustraciones morrocotudas. Cómo nace una religión, el mercado, la guerra. Nada menos que los tres pilares de la civilización.

Sobre la religión, esto que cuenta Kapú será un equívoco tropical, pero no se diferencia mucho del que fundó el cristianismo. Me parece a mí, que de niño fui sacristán:

«Leshina vivía en Zambia. Tenía unos cuarenta años. Era vendedora en la pequeña ciudad de Serenje. No se distinguía por nada especial. Corrían los años sesenta y entonces se topaba uno con gramófonos de manivela por aquí o por allá. Leshina tenía un gramófono de aquellos y un disco, uno solo, muy gastado y muy rayado. El disco contenía la grabación de un discurso de Churchill, de 1940, en el que el orador exhortaba a los ingleses a aceptar las privaciones y los sacrificios de la guerra. La mujer instalaba el gramófono en su patio y daba vueltas a la manivela. Del altavoz metálico y pintado de verde salían roncos gruñidos en los que se podían adivinar los ecos de una voz patética e incomprensible. A los miserables que allí acudían, cada vez más numerosos, Leshina les explicaba que era la voz de Dios, que la nombraba su mensajera y ordenaba obediencia ciega. Auténticas muchedumbres empezaron a acudir a su casa. Sus fieles, por lo general pobres de solemnidad, con un esfuerzo sobrehumano construyeron un templo y comenzaron a decir allí sus oraciones. Al principio de cada ceremonia el bajo estrepitoso de Churchill los sumía en estado de trance y éxtasis. Pero las autoridades se avergonzaron de tales manifestaciones y el presidente Kenneth Kaunda mandó contra Leshina a la tropa, que hizo polvo el templo y asesinó a varios cientos de inocentes».

Sobre el comercio, el intercambio impersonal que funda el mercado, Kapú transcribe el relato que hace Alvise da Cada Mosto, un mercader veneciano del siglo XV, de un trapicheo al borde del río Níger:

«Cuando los negros alcanzan las aguas del río, cada uno de ellos hace un montículo con la sal que ha traído y lo marca, tras lo cual se alejan todos de la ordenada fila de esos montículos, retrocediendo a una distancia de mediodía, en la misma dirección de donde han venido. Entonces llegan unos hombres de otra tribu negra, hombres que nunca enseñan nada a nadie y con nadie hablan: llegan a bordo de grandes barcas, seguramente desde alguna isla, desembarcan en la orilla y, al ver la sal, ponen junto a cada montículo una cantidad de oro, tras lo cual se marchan, dejando la sal y el oro. Una vez se han ido, regresan los que han traído la sal y si consideran suficiente la cantidad de oro, se lo llevan, dejando la sal; si no, dejan sin tocar la sal y el oro, y vuelven a marcharse. Entonces los otros vienen de nuevo y se llevan la sal de aquellos montículos junto a los cuales no hay oro; junto a otros, si lo consideran justo, dejan más oro o no se llevan la sal. Comercian precisamente de esta manera, sin verse las caras y sin hablar unos con otros. Tal cosa dura ya desde hace mucho tiempo, y aunque todo el asunto parece inverosímil, os aseguro que es verdad».

Esta última consideración de Alvise da Cada Mosto, «aunque todo el asunto parece inverosímil, os aseguro que es verdad», podría hacerla el propio Kapú en cada una de sus crónicas. Sobre todo en el relato de los lances de guerra, el tercer pilar que iba a ilustrar y dejo para la próxima.

N

Foto de Lionel Pupin

24 mars 2013

El retrato

Daniel Mordzinsky, fotógrafo de escritores, guardaba su archivo fotográfico en un despacho que Le Monde cedía al corresponsal de El País en Francia. La semana pasada, el diario parisino quiso dar a ese lugar otro uso, dice haber avisado al corresponsal concernido de la medida y, como éste no dio señales de vida, haber ordenado a un empleado que desocupara el despacho, lo que éste último hizo y de paso arrojó el archivo fotográfico de Mordzinsky a la basura. Miles de retratos de escritores tomados durante varias decádas de trabajo desaparecieron de un plumazo.

El lamentable incidente ha incendiado las redes sociales, que son tan inflamables como extinguibles. De entonces ahora, otros incendios las mantendrán inquietas. Aparte de lamentar el sucedido, como hace hoy Vargas Llosa, me he acordado de un percance de otro cariz, el del colchón inflamable.

También, de los libros que Javier Marías ha dedicado a los retratos de sus colegas (Vidas escritas y Miramientos), de los que hablábamos en este blog recientemente. A uno de esos retratos, el de Beckett en 1964, de Jerry Bauer, le dedica unas líneas Coetzee en su Diario de un mal año. «¿Realmente decidió Beckett por su propia y libre voluntad sentarse en un rincón, en el cruce de tres ejes dimensionales, mirando hacia arriba, o el fotógrafo lo persuadió de que se sentara ahí?», se pregunta Coetzee. A partir de ese retrato y, probablemente, de su propia experiencia como material retratable, Coetzee extrae la siguiente conclusión paradójica: cuando más tiempo tiene el fotógrafo para hacer justicia a su modelo, tanto menos probable es que le haga justicia.

O, dicho de otra manera, el mejor retrato suele ser el del pasaporte.

B

 

16 juin 2013

Las madres

Llevo varios días diciéndome que tengo que buscar en el libro de Pamuk sobre Estambul lo que éste cuenta sobre la famosa Plaza Taksim. Por fin lo abro y doy con la página en la que explica que taksim señala en la música otomana un intermedio, un solo que se ejecuta durante el paso de un tema a otro. Y, añade Pamuk, «como la palabra taksim se refiere a repartir y al lugar donde se distribuye el agua, los estambulíes comenzaron a llamar Taksim a la alta llanura en la que Nerval se entretenía contemplando el paisaje, los vendedores y los cementerios, debido a la existencia allí de un centro de distribución de aguas. Todavía siguen llamando así a ese sitio, en cuyos alrededores he pasado toda mi vida. Pero antes de ser conocido como Taksim, al igual que Nerval, paso por allí Flaubert». Y pasa a explicar qué hacía Flaubert en Estambul, enfermo de una sífilis que había contraido en Beirut, y lo mucho que echaba de menos a su mamá. Tanto como echa de menos Pamuk a la suya, a la luz del tono con el que cuenta lo que ésta le decía para convencerlo de que no se dedicase a la pintura cuando era muchacho. Lo que me lleva a acordarme de la mía. Así no se va a ninguna parte.

E

Foto de Richard Kalvar

14 septembre 2013

Más detalles picantes sobre el salvaje blanco

¿Cuál es tu nombre de aborigen? (2)


De los cuatro personajes mencionados en la entrada anterior (Narcisse Pelletier, Octave de Vallombrun, James Picard y Georges Devereux), sólo Vallombrun es ficticio. Y es el que me resulta más interesante. ¿Qué lleva a un noble ilustrado a dejarse reputación y fortuna en la peregrina aventura de entender la circunstancia vital del salvaje blanco? Su voluntad de entrar en la historia de las ciencias humanas, naturalmente. Y también un interés genuino por el otro, interés que está, en parte al menos, al origen de la etnografía. En el caso de Vallombrun y Pelletier, a falta de una formulación mejor la gente traduce ese interés como atracción sexual. Pero lo que los maledicentes no llegan a ver es que la atracción sexual no es necesariamente genital. Lo cierto es que las páginas más conseguidas del libro de Garde son aquellas en que describe las aventuras sexuales del salvaje blanco de regreso al mundo de los civilizados decimonónicos. Descripciones que no tardarían en borrar sus herederos. Por lo que Garde tiene que inventarse un personaje para poder contarlo.

S

[Nouvelle Hollande: Baie des Chiens-marins, Presqu'île Péron, Entrevue avec les sauvages] Grabado de Jacques Arago

26 mai 2013

La palma o la palmeta

Año a año a estas horas reparten palmas en Cannes. Tras una semana de exhibiciones, el espectáculo puede estar también en la sala de prensa, allí donde directores, actores y periodistas practican el ritual de la conferencia de prensa, ejercicio de autoelogio desechable si no es porque alguien suelta una tirada.

Hace un par de años fue el danés Von Trier quien, cuando presentaba su por lo demás espléndida Melancolía, se mostró comprensivo con Hitler. Este año la palmeta se la disputan Ozon y Polanski. Ozon afirmó, en la presentación de su filme Jeune et jolie, que la fantasía de prostituirse la comparten todas las mujeres. La prostitución, ya se sabe, es un asunto candente, y en Cannes mueve más dinero que la venta de películas. Polanski, quien ha adaptado una pieza del patentador del masoquismo, Sacher-Masoch, La Venus de las pieles, sostuvo, por su parte, que las mujeres se han masculinizado por culpa de la píldora y otras sandeces por el estilo.Tanto Von Trier como Ozon se desdijeron al día siguiente. La tirada de Polanski data de ayer, así que ya veremos.

Algo habrá de calculado truco publicitario tras estos desmanes orales. También será que estos hombres se han pasado varias semanas dando vida a sus fantasmas, como quiere el tópico, túnel del que emergen en una sala de prensa rodeados de cazadores de leones. Y, también, que un director de cine, como otro parroquiano cualquiera, suelta muchas sandeces si le tiran de la lengua y nuestra época adora escucharlas, escandalizarse en seguida, obtener unas rápidas excusas y recomenzar.

Es como si necesitáramos todos ser reconfortados en nuestras certidumbres. Si hay algo que ha cambiado en el mundo, en el mundo civilizado, por llamarlo de alguna manera, es la condición de las mujeres y la condena a los totalitarismos. Así que cuando alguien pone en duda estas cuatro verdades en una tribuna pública (en la intimidad de los hogares, allí donde Aznar habla catalán, cada cual es libre de soltar las tiradas que quiera), no se lleva la palma sino una palmeta.

VT

Lars Von Trier

30 juin 2013

Por el Camino del Norte

Camino de Santiago es un buen nombre pero mejor es El Desvío a Santiago, como se llama un libro de Nooteboom. Digo esto porque estoy leyendo Compostelle malgré moi, de Jean-Christophe Rufin. En rigor el libro se llama Immortelle randonnée, título que me parece francamente malo, blandamente oximórico —randonnée se ha ido convirtiendo en un término deportivo e immortelle en un adjetivo trascendentoide—, así que prefiero llamarlo por su subtítulo, Compostelle malgré moi, tan simple como difícil de traducir.

Los locos suelen ser caminadores compulsivos. Pero Rufin es un modelo de cordura. Médico —fundador de Médicos sin fronteras—, escritor —premio Goncourt, miembro de la Academia francesa—, embajador en Senegal y Brasil, decide recorrer a pie el Camino del Norte, de Hendaya a Gijón por la cornisa cantábrica y de allí a Santiago por el Camino primitivo, y escribir este libro. Durante la travesía no toma notas, según cuenta, el libro lo escribe de regreso a Francia siguiendos las marcas que la experiencia ha dejado en su memoria.

Me lo he leído de un tirón hasta la entrada del peregrino en Asturias. Aún no decido si leeré la porción asturiana en la propia Asturias, donde estaré, si todo va bien, dentro de dos semanas. O si sigo adelante y apuro el final, como me pedirá seguramente el cuerpo. Me gustan los relatos de andariegos, recuerdo con entusiasmo los de Thoreau, Herzog, el propio Pedro Páramo, de Rulfo. Compostelle... tiene, hasta ahora, unas cuantas páginas notables sobre la relación que el caminante establece consigo mismo y los demás, con su cuerpo y el pensamiento, con el tiempo y el espacio que se materializan en ese camino al que se aferra con tenacidad. Además, presenta la mirada de un francés ilustrado sobre unos lugares que me son entrañables.

Tendría así mucho material para citar pero, por ahora, arranco sólo esta línea de la descripción de su travesía de Bilbao: Les Espagnols aiment faire tous la même chose au même moment (A los españoles les gusta hacer lo mismo simultáneamente). Afirmación que me hace gracia por varias razones que prefiero no explicitar, justamente para no que no pierda la gracia.

R

14 septembre 2013

¿Cuál es tu nombre de aborigen?

AL JOVEN MARINERO Narcisse Pelletier lo abandonó la goleta en que viajaba en las costas del norte de Australia a mediados del siglo XIX. Tenía 18 y vivió otros tantos entre los aborígenes australianos uutaalnganu, al punto de que olvidó el uso de su lengua materna. Uso que recuperó gracias al empeño del ilustrado Octave de Vallombrun, adelantado de la antropología o de la etnopsiquiatría, signifique esto último lo que signifique.

La historia de Pelletier y Vallombrun la cuenta François Garde en Ce qu'il advint du sauvage blanc. Contraponiendo el relato de la vida del salvaje blanco entre los australianos con las cartas que Vallombrun envía al presidente de la Sociedad de Geografía parisina a partir del momento en que conoce a Pelletier en Sydney y acepta el desafío de acompañarlo en su regreso a Francia. Será un topicazo y olé pero los aborígenes australianos salen mejorados en la inevitable comparación con los científicos parisinos que rodean a Vallombrun en la presentación en sociedad del salvaje blanco.

pelletier-stephanie-pelletier

Cierro el libro y me voy a ver Jimmy P, psicoterapia de un indio de la planicie, la película de Arnaud Desplechin, recién estrenada, basada en el libro donde el etnopsiquiatra Georges Devereux relata su encuentro con un indio patanegra en Norteamérica al final de la Guerra y la terapia que le permite curarlo de su enfermedad del alma. ¿Cuál es tu nombre de indio?, le pregunta el analista (que cambió su nombre húngaro, Győrgy Dobó, por el de Georges Devereux). El nombre patanegra de James Picard es Oxhonita:he:pyo:p, que significa Todo el mundo habla de mí.

En Sydney, ante el enigma del salvaje blanco incapaz de articular voces comprensibles, el gobernador organiza una junta de europeos que se dirigen a Pelletier cada uno en su lengua, a ver frente a cuál éste reaccionará. Es Vallombrun, el francés, el que le saca palabra. Y lo que le sale al salvaje blanco es su nombre propio deformado por el desuso.

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